Capítulo 3

Ángela era una mujer hermosa, se notaba lo mucho que cuidaba ese largo y ondulado cabello; sus ojos marrones eran capaces de deleitar a cualquiera con una inigualable sensualidad que parecía salir de ella de manera espontánea; sus labios gruesos tenían un tono rosa que la hacía parecer aún mas tierna… Me encantaba verla sonreír, porque cuando lo hacía sus ojos reflejaban toda su alegría.

—Ángela —le hablo mientras la veo aproximarse a pasos lento—…, yo n-no disfruté de tu s-sufrimiento.

Con cada paso que ella avanza yo retrocedo aterrado.

—Vi como te reías a carcajadas mientras los demás me torturaban —puede sentirse el odio en sus palabras—, no hiciste nada…, ¡no me ayudaste!

La bruja se ve muy enfadada… ¡Maldición!

—¡Me obligaron! —respondo sin apartar mis ojos de aquel tono marrón que aún conserva en sus ojos —¡¡Rosita me amenazó con un bisturí!! … Yo… Yo quería —mi sollozo y mi nerviosismo no me permite hablar con fluidez—Yo… quería salvarte, quería salir huyendo y… y llevarte conmigo de la mano…, pero soy un cobarde…

Me llevo las manos al rostro y agacho la mirada para ocultar mi llanto, pues para mí aún sigue siendo aquella chica que siempre he admirado.

Espero a que Angela haga o diga algo, pero nada pasa. Levanto la mirada y me encuentro en una absoluta soledad, Ángela no está, ella ha desaparecido de manera inesperada y en silencio, ni siquiera escuché cuando abrió la puerta al salir.

¿A dónde fue?... Me aterra el no saber en donde está escondida, porque en cualquier momento podría sorprenderme y atacarme… Ella quiere matarme… ¿o tal vez ya no estoy en su mira?

Entonces caigo en cuenta, de seguro fue a buscar al resto del grupo… sí, de seguro quiere acabar con ellos primero. Tengo que ir para ver si puedo detenerla, no quiero que se convierta en una asesina en serie; es que debe haber otras soluciones para su rostro, quiero creer que la vida tiene para ella una segunda oportunidad.

Salgo corriendo de la preparatoria dejando atrás un gimnacio igual de sucio y además dejando un cadáver en el vestidor de caballeros, de seguro esto me traerá muchos problemas mañana.

Llego a la casa de Kenia con la respiración hecha un desastre, no fue un perdedero llegar hasta aquí, casi todos los estudiantes de la preparatoria conocen donde vive Kenia, ella es muy popular y aparte es la sobrina del director.

Puedo ver que la fiesta de Halloween está en su mejor punto, la música logra escucharse desde unas tres cuadras del lugar, hay una gran cantidad de invitados en los jardines, en el pórtico y en la parte trasera de la casa.

Entro por el portón principal del jardín sintiendo varias miradas sobre mí, y los comprendo, es raro encontrarme en un lugar como este, no soy de ir a fiestas y menos a una organizada por Kenia. Camino con gran rapidez por los alrededores del jardín, es tanta la cantidad de invitados que, a cada rato, termino chocando mis hombros contra los demás, pero sin importar avanzo, voy en busca de algún disfraz de bruja poco sexy y sumamente aterrador, cosa poco probable entre las chicas invitadas por Kenia, pero no me rindo y sigo buscando, porque puede darse el caso de que Ángela pase desapercibida como uno de los mejores cosplay o disfraz de bruja de esta noche, porque realmente parece una.

—¿Nestor? —escucho tras mi espalda, doy media vuelta y me encuentro con la mirada indiferente de Kenia—. No recuerdo haberte invitado —dice viéndome de pies a cabeza, pues no llevo disfraz, en cambio ella lleva puesto un ultra-sexy disfraz de vampira.

—¡Kenia, Ángela está viva!

—¿Qué estupideces dices?... Todos sabemos que murió desangrada, es lo que dijo su familia —responde y luego me guiña un ojo, la muy desgraciada.

—¡No es cierto! Ella acaba de matar a Terry y ahora está buscando al resto del grupo —digo con mucha ansiedad.

—¿Terry no pudo inventarse algo mejor para no venir? —se cuestiona poniendo sus ojos en blanco, da media vuelta y se aleja entre la multitud.

—¡Pero es cierto! —le grito, pero ella me ignora.

Ya que Kenia no me cree, tengo que seguir buscando por mi cuenta, pero antes me encuentro con el idiota de Jafet, quien está a un lado de la piscina, bebiendo cerveza desde el grifo de un barril junto con un grupo de chicos.

—¡Jafet! —le llamo y él deja de beber del barril.

—¡Pero si es el padre de los soquetes! —dice al verme ir hacia él, logrando que sus amigos se rían de sus payasadas.

—¿Dime, has visto a una chica vistiendo un horrible disfraz de bruja?

—¿Cómo esa que está en el techo de la casa? —dice señalando.

De repente todos los invitados empiezan a gritar:

—¡SALTA, SALTA, SALTA!

Levanto la mirada hacia el techado de la casa y la encuentro, misma bata oscura y rostro desfigurado pintado de verde, es Ángela. Los invitados de la fiesta creen que la bruja va a saltar del techo hacia la piscina, pero solo yo sé que esas no son sus intenciones.

Corro hacia el interior de la casa, subo las escaleras que dan a las habitaciones y luego le pregunto a uno de los invitados si conoce como llegar al ático, me responde señalando la pequeña puerta que está al final del pasillo y advierte de que ahí están Rosita junto con un chico, que ni se me ocurra ir a molestarles…, pero eso a mí me vale un carajo. Abro la pequeña puerta y esta da acceso a una delgada escalera que me lleva hasta el ático. Al llegar al último escalón, lo primero que encuentro son dos cuerpos tirados sobre un gran charco de sangre, ambos cuerpos tienen una gran cortada en un costado de la espalda, ambos están en ropa interior, uno de los cuerpos corresponde a Rosita.

«Ahora comprendo, al contarle lo que me hizo Rosita, Ángela decidió ir primero por ella».

Paso a un lado de los cadáveres y abro la ventana del ático, asomo la cabeza buscándola por arriba del techo; desde aquí puedo verla, Ángela ríe para ella misma mientras se mantiene observando como todos los invitados le insisten entre gritos para que ella salte a la piscina.