Brujas y demonios: el ciclo de la crisálida

CAPÍTULO 2: ENCUENTRO

Desconozco la fecha exacta, pero sé que es 1540.

Finalmente, ha decidido atacar, y mañana estaremos en Arkya. Pero aún no estoy convencido, algo me dice que pare. Debo recordar mi deber y la razón de mi existencia. Espero estés orgulloso de mí, padre.

Nota dejada en una cabaña a las afueras de Kathenoir.

Diez años han pasado desde el fatal enfrentamiento, estableciéndose un periodo de tensiones políticas entre los reinos de Arkya y Kathenoir.

La sucesora del trono arkyano, Delyria Von Solarys, cortó lazos con las brujas. En esta nueva era, surgieron nuevos clanes, dispuestos a ganarse su parte en medio del caos.

Los piratas del aire, liderados por el astuto capitán Malakai. Eran perseguidos en el bosque por cazarrecompensas: Nyra, Nathaniel y Griséo.

Nyra, con una mirada decidida y feroz, lideraba el ataque sosteniéndose del pelaje de Griséo con arraigo, y su capa color lapislázuli oscilaba con el ventarrón fresco del oeste.

Nathaniel estaba montado detrás de ella; sus cabellos castaños se enredaban con intensidad y su capa de un vibrante tono escarlata se agitaba con bravura sobre la espesura.

El gran lobo Griséo galopaba a toda velocidad; sus mechones blancos brillaban con tenacidad, y sus pupilas azules divisaron en el horizonte al barco volador.

—El Leviatán está allí. Griséo, ¡ve más rápido! —ordenó ella.

El barco de madera navegaba sobre las ramas a gran velocidad, esquivando los altos pinos. Sus aletas azules surcaban el viento con bravura. La chica apuntó el lanzagarfios a la popa, y el chico se sostuvo de ella.

—¡Capitán, los cazarrecompensas intentan abordar! —dijo Yalt, el primer oficial.

—¡Por la diosa, dispara el cañón! —exclamó Malakai.

—¡A la orden, Capitán! —replicó con voz aguda—. ¡Oryun, dispara el cañón!

El corpulento hombre corrió al cañón de estribor.

—¡Ese no, gordo idiota, a babor! —le señaló Yalt.

«Imbécil, no me pagan lo suficiente. ¡Carajo, no me pagan nada!», pensó Oryun.

Los jóvenes estaban escalando por la cuerda. Entonces, Oryun corrió a babor y giró la maquinaria hacia popa. El visor apuntaba directo hacia Griséo.

—¡Toma! —exclamó Oryun. Entonces accionó el botón y el cañón disparó un proyectil que impactó frente a Griséo. El lobo logró saltar al último momento, esquivando el cráter.

Los jóvenes ya estaban a bordo, adrenalínicos. Oryun tomó su mosquete y se acercó hacia la popa, pero el chico lo sorprendió por detrás con una patada, tirando su mosquete, que se disparó accidentalmente hacia una de las hélices.

El aspa quedó gravemente dañada, y Oryun se aterró. El muchacho lo tomó del hombro y le propinó un gancho a la quijada, dejándolo inconsciente. La chica, por su parte, avanzaba por el otro lado del barco y se topó con Yalt.

—No te acerques, ojitos azules. No quisiera cortar esos dulces cabellos dorados —amenazó Yalt con una sonrisa lasciva.

—¿Un cumplido? No te equivoques. ¡No tendré piedad contigo, truhan!

La muchacha desenvainó su espada. La guarda floral y la tela azul del mango le daban elegancia y control.

El tripulante arremetió con su daga y le hizo un corte que rasgó su blusa blanquecina. Entonces, ella lo miró con una furia asesina y le dio un zarpazo, desarmándolo en un soplido.

—¡Me rindo! —vociferó Yalt, levantando las manos.

La chica le dio una patada al pirata en su entrepierna, el cual no lo vio venir y cayó rendido, tomándose sus partes nobles.

El capitán estaba en el timón, esperándolos impacientemente, y los cazarrecompensas lo rodearon.

—Así que son solo dos niñatos. Creo que tendré que reclutar mejores esbirros.

—Ríndete, Malakai, entrégate de una vez —dijo él con voz imperiosa.

—¡Jamás! —exclamó, sacando de su gabardina un mosquete, y le disparó al chico en su hombro.

La chica se abalanzó con su espada, y el pirata recibió un corte en el brazo. Malakai dobló el timón por accidente y el barco impactó contra el bosque, arrasando con varios árboles en el camino.

El Leviatán quedó parcialmente destruido. Echando humo desde la sala de máquinas. El fugitivo recuperó el conocimiento y vio a su captora sobre él, intimidante con su arma. Malakai estaba iracundo; no creía que unos jóvenes pudieran derribar su barco.

—Lo siento, ¿te lastimé? —dijo ella en tono sarcástico.

—Siempre tan discreta —dijo Nathaniel—, llevémoslos ante la justicia y cobremos la recompensa.

Malakai no podía permitirse caer nuevamente en el calabozo, ya que alguien lo esperaba en casa. Entre regañadientes, el capitán sacó de sus ropajes un mapa.

—Déjame ir, y te entregaré este valioso plano, mi más preciada posesión.

La muchacha observó detalladamente el documento y pudo notar que estaba escrito en un lenguaje extraño.

—¿Qué es lo que dice en él? No entiendo nada.



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En el texto hay: demonios, brujas, magia

Editado: 15.07.2025

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