Búscame en las estrellas

Dedicatoria.

Dedicatoria.

A ese chico de ojos tan hermosos como dos pedazos de ámbar. De sonrisa tan brillante que competía con el sol. De cabello tan negro como la noche. Ese que sin saberlo y sin intentarlo, me enamoró. A quien me mostró la felicidad, cuando para mí era inexistente. Que cuando creí estar sola no me abandonó, si no que me acompañó hasta recuperar a la familia que perdí. A quien me mostró un hogar...no, corrijo, a quien fue mi hogar.

Aún con mis negativas a que te acercaras, a pesar con todas las veces que rechacé tú amistad, lograste hacerte un espacio en mi vida y -peor para mí- en mi corazón también.

Dicen que no hay peor despedida que la que no está planeada, hoy debo darles la razón. Te fuiste, dejaste tanto por decir y aun más por recordar. Pero me quedo con la sonrisa de la última vez y en mis recuerdos guardo tu última mirada.

Sueño contigo y al despertar me duele el alma. Eras la única persona que podía hacerme daño, y lo hiciste, no apropósito claro está. Tú eras de las más maravillosas personas que existen en el mundo. Un ser de luz y por ende, de amor.

Sabes, si la vida pudiera concederme un deseo, pediría verte otra vez o que bajaras del cielo un rato y vinieras a abrázame. Pero sé que no pasara, ¿por qué? Porque la vida te dará y te quitará a lo que más quieres. No entiendo porque el destino es tan cruel...es que, ¿por qué te dejo entrar en mi vida, para que te sacara de ella en poco tiempo?

La suerte nunca camino conmigo, eso estaba claro. Las desgracias siempre fueron mi sombra aun en la oscuridad. Todo lo bueno me era arrebatado cuando menos lo esperaba, debí saberlo, supongo. Debí adivinar que siendo tulo mejor que me ha pasado, tendrías que alejarte en algún momento, pero (sigo sin querer reconocer como) lograste que bajara la guardia y no me preparé para la siguiente perdida.

Aki dijo que escribirte algo me haría sentir mejor. Porque así cuando leyera el libro, te recordaría con una sonrisa brillante y no una melancólica y acompañada de lágrimas como acostumbro. Quiero convencerme de que funcionó, y que cada que leo el epígrafe te recuerdo con una risa, pero sé que mentirte no puedo, así que, solo diré que estoy trabajando en ello.

Hoy, miro hacia el cielo y trato de buscarte ahí, preguntándome si es que entre las estrellas estará lo que perdí. Te dibujo en las nubes que veo pasar, y al viajar sin rumbo dejo que la luna me guie. Pero, cuando le pregunto ¿Dónde estás? No me responde y eso me frustra, porque la muy ingrata te tiene ahí con ella y finge no saberlo.

Las estrellas también son parte de esa conspiración en mi contra, esa que tiene como único propósito de alejarte de mí. Pero ahora todas ellas son tu familia. Y citando tus palabras de "nadie toca a mi familia", me resigno a la idea de tenerte a millones de kilómetros lejos en cuerpo, pero a milímetros en alma.

Suena muy cliché, lo sé. Todos dicen eso de la persona que aman, pero en nuestro caso, palabras son las que me faltaron cuando todavía estabas. Nunca supe si tú me amaste, así como tú nunca supiste que te amé. Ni que todavía lo hago.

Te extraño, pero entiendo que ahora eres feliz y que tienen suerte de tenerte ahí.

Mientras escribo esto, a mi mente viene el recuerdo de cuando teníamos 9 años y te pregunté que era el amor, dudaste un momento antes de responderme que luz. También recuerdo no haber comprendido que significaba en ese entones, que decidí no preguntarte mas, que te vi como si una segunda cabeza te saliera del cuello y que pensé "¿Porque le pregunte si es obvio que está loco?" Me disculparas, pero con ese tono de voz suave y mirada soñadora que cargabas, era fácil pensar que así era.

No fue hasta los trece que comprendí, cuando recibí esa llamada anunciando tu muerte, fue como si todo se volviera oscuro. Miraba desde mi balón y de pronto, el césped y la corona de los arboles ya no eran verde brillante y las flores definitivamente estaban peor, solo grises.

El brillo se había ido.

Tonos grisáceos de rojo, azul, verde, rosa, amarillo...tonos que en cualquier otro momento me hubieran fascinado, ahora eran la razón de mi tormento. (¿Exagero? Un poco tal vez)

Fue entonces cuando entendí, entendí porque para ti el amor era luz. La luz del sol, la luz de la luna, la luz de las estrellas, inclusive la luz de una vela, un simple resplandor bastaría para ver, para guiarte.

Quisiera decir tu nombre, pero temo que cundo lo haga deje de ser importante y significativo. Que deje de valer. Un miedo absurdo, lo sé; pero no puedo evitarlo. Por eso, solo diré que, el dueño de mis suspiros, la razón por la que le hablo al viento, a la luna y a las estrellas, el motivo del anhelo en mi mirada es mi dulce y asombroso Lunático.

Entonces si, el amor es luz, pero tú eres una estrella y si solo puedo verte en la oscuridad, creo que la prefiero.

Así que, mi amado destello de luz, este libro es para ti.

Y para todos aquellos que quieren entender porque -según tu y yo- el amor es las mariposas en el estomago, la mirada o sonrisa que te atonta, la felicidad de su presencia, los corazones latiendo en sincronía, el brillo en los ojos, la sensación de comodidad y bienestar, la pureza y la luz.

Sin más por el momento, me despido.

Les tiene en estima, Yue.

(Alerta de Mucho cliché)




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