Cada vez que duermo, él aparece en mis sueños.
El lugar en el que estamos es un departamento y nunca, jamás, me mira. Es como si estuviese solo y yo no existiera para él. Cómo si yo fuera un tercero que espía su privacidad e intimidad.
Al principio no le presté atención a esos sueños, pero conforme iban pasando las semanas, él seguía apareciendo; y un día, simplemente no pude seguir ignorando ese hecho.
No cuando me la pasaba toda la tarde y la noche encerrado en mi taller pintándolo como un sonámbulo.
Cuando volvía a mis cinco sentidos, contemplaba enfrente de mí, máximo tres cuadros en los que solo aparecía él. En el que solo aparecían esos cabellos rebeldes castaños y esos ojos café oscuro que me hipnotizaban.
Me quedaba sentado en el banco, mirando las pinturas por largos ratos, tratando de hallarle una explicación a esa manía que comenzaba a adquirir por pintarlo sin reparo alguno.
Él no existía.
Era alguien creado por mi imaginación.
¿Entonces por qué pensaba en él todo el día y sentía un nudo en el estómago?
¿Por qué no podía apartar la mirada de esos ojos café que lucían tan brillantes y que parecían contener una inmensa tristeza?
¿Por qué te sientes tan real?
Editado: 03.05.2025