—¿Seguro que vas a dejar de buscarlo o solo me lo dices para que me quede tranquilo? —preguntó Johnny, mirándome con duda.
—Te hablo enserio —rodé los ojos, encaminándome hacia la isla de la cocina. Una vez en esta, tomé asiento y agarré la botella de whisky que reposaba sobre ella para comenzar a servirme un trago. Hoy más que nunca lo necesitaba.
Johnny imitó mi acción, soltando un suspiro sonoro. No parecía creerme en lo absoluto.
—No lo sé, para mi que tienes que olvidarte de él.
—Si, bueno, ya te dije que iba a dejar de buscarlo —dejé la botella sobre la isla y comencé a menear el vaso, admirando el líquido a través de este —. Pero es que….es difícil. Se siente muy real para ser un mero invento de mi cabeza.
Me llevé el vaso a los labios, tomándome la bebida con rapidez. Carraspee la garganta y volví a depositar el vaso sobre la isla, sin soltarlo.
—No puedo olvidarlo.
—¡Y vamos con lo mismo!—soltó Johnny con exasperación —. Entiende de una vez que no existe, Oliver. Solo es algo creado por tu mente, entra en razón de una vez—Negó con la cabeza, agarrando la botella y sirviéndose.
Ya comenzaba a perder la paciencia al igual que siempre que tocábamos el tema del muchacho que aparece en mis sueños y al cual pintaba con adoración.
—Dijiste que ibas a dejar de buscarlo, pero también debes olvidarte de él —Me dedicó una mirada dura.
Por algún motivo, le molestaba mucho el tema y la verdad no lo entendía del todo.
—Es que no puedo. Sueño con él todas las noches, ¿Qué quieres que haga? Es algo que no puedo controlar —repliqué.
—¿Y como se supone que lo vas a olvidar si andas obsesionado con él? Tienes que parar ya—Frunció el ceño, tomándose su bebida de un solo trago.
Solté un bufido.
—Ya te dije que no es algo que pueda controlar—Apretó los labios, nada conforme con mi respuesta—. Es que no entiendes….lo tengo aquí—Me llevé una mano al pecho, cerca del corazón—. Lo tengo aquí clavado. No puedo quitármelo tampoco de la cabeza, no puedo dejar de pensarlo. Y…….¿me estoy volviendo loco, verdad?
Pregunté al final, al darme cuenta que me dedicaba la misma mirada extraña que el Dr. Benedic.
—¡Pues si!, ¡claro que te estas volviendo loco! —Me arrebató el vaso de las manos para servirme y luego me lo regresó. Llenó el suyo y al mismo tiempo tomamos el whisky. Ambos arrugados un poco las caras y sonreímos al final —. Enserio, Oliver. Deja de pintarlo, eso tampoco permite que lo olvides.
—Es más fácil decirlo que hacerlo, Johnny. No puedo. Me siento como si estuviera poseído y cuando entro en razón, ya he pintado todo de él. Es algo que hago de forma inconsciente y la verdad es que….
Me relamí los labios, recordando esos ojos hermosos. Esos ojos marrón oscuro que me habían dejado mirando a la nada como un imbécil cada vez que me despertaba.
—Me encanta —completé.
Johnny colocó el vaso sobre la isla con fuerza y me sorprendió que este no se rompiera. Mi mejor amigo tenía el ceño fruncido y los labios apretados a más no poder. Ni hablar de los nudillos qué todavía sostenían el vaso; estaban blancos.
—Ya ves. Ya ves como sí estas perdiendo la cordura por un chico que ni siquiera existe —Apartó la vista hacia otro lado de la habitación —. Estas mal, muy mal.
Y sin decir nada más, se levantó del lugar y tomó su chaqueta.
—Oye…
—Me voy —me interrumpió.
Otra vez con esa actitud.
Siempre que hablo del chico se pone así. Se molesta, me sermonea, me dice que estoy loco, pierde la paciencia, se enoja y se va. Lo mismo de siempre.
—Ay, vamos, hombre. No te pongas así —Me levanté también, tratando de persuadirlo para que se quedara y no se fuera como acostumbraba a hacer últimamente.
Aun así, me daba la espalda, enfrascado en sus propias ideas.
—No, mejor me voy antes de que me enoje más contigo y termine perdiendo los estribos —Agarró las llaves de su auto que yacían en el centro de la mesa y comenzó a caminar hacia la salida.
No iba a decirle nada más, pero al ver por el balcón como se iluminaba el cielo y al cabo de unos segundos el mismo producía un ruido espantoso, me giré de nuevo hacia él.
—Johnny, está lloviendo—solté, mordiéndome el labio inferior.
Este encarnó una ceja, haciéndose el idiota.
—¿Y? Pídele al chico de tus sueños que se quede contigo si tanto miedo te da.
No cabe duda de que está muy molesto.
—Quédate. Además, es muy tarde, dudo que Kenni vaya a abrirte la puerta, sabes que cuando se duerme no hay poder alguno que lo despierte.
No me hizo caso, en cambio, giró la manija y salió.
—No importa, tumbaré la puerta si hace falta, pero me voy porque enserio no soporto cuando te pones de terco.
—Ya te dije que iba a dejar de buscarlo. ¿Qué más quieres?
—Que te olvides de él.
—No.
No puedo.
—Última oportunidad, Oliver —Me fulminó.
Tomé aire por la nariz y lo expulsé por la boca. Negué repetidas veces con la cabeza y eso bastó para que él chasqueara la lengua, fastidiado.
—Mañana vengo y más te vale no hablarme de él.
—Johnny —insistí.
El susodicho me ignoró, se dio la vuelta y cerró de un portazo, dejándome ahí parado como un idiota.
Esta me la vas a pagar, Johnny.
Maldije para mis adentros un par de veces y terminé por apoyar la espalda en la madera, cerré los ojos y me dejé caer de a poco.
En ese momento, el cielo volvió a rugir de forma tan horrible que me hizo pegar un brinco en mi sitio. Me levanté, agarré mi botella de whisky y me fui corriendo a la habitación.
Estúpido Johnny.
Le había pedido que se quedara y aun sabiendo lo mucho que odiaba la lluvia me dejó solo.
Al llegar a la cama, me tiré sobre la misma, con la botella al lado. Hundí la cara en una de las almohadas y al rato, me quedé contemplando el cuadro a medio terminar que tenia en un rincón.
Editado: 18.05.2025