Búscame en tu memoria

Capítulo 3: Johnny, Kenni y Oliver

Mi mano presiona el pincel que danza sobre el lienzo con suavidad, remarcando las facciones de su rostro. Mis ojos no se despegan de los suyos, y le agrego aquel brillo característico que tiene, como si contuviera una galaxia entera en sus pupilas.

Trago saliva y dejo reposar el pincel al lado de la paleta de pinturas sobre la mesa. Reacomodo mi postura en el banco y contemplo orgulloso la tela que he terminado; y esta, al igual que las demás, contiene una esencia especial que solo es propia del chico de mis sueños.

Me quedo absorto en ella hasta que unos toques en la puerta me regresan a la realidad. Me pongo de pie y salgo de la habitación rumbo a la entrada.

Al abrir, me encuentro con mis dos mejores amigos. Kenni me sonríe y es el primero en hacerme a un lado para irrumpir en mi departamento como de costumbre, y el malgeniado de su novio le sigue el paso.

—Pareces un indigente —. El primero en hablar es Johnny.

Él y su forma tan original de saludarme.

—Gracias, tú tan amable como siempre —Cierro la puerta y los sigo, mientras se ponen cómodos en el sofá. Kenni alza las piernas y las apoya en la mesita de vidrio pequeña que está en medio.

Estoy harto de decirle que no haga eso, pero hoy, no estoy para estar llamándole la atención. Que haga lo que quiera. Si me rompe la mesa, tendrá que pagarla.

—¿Pintando a tu enamorado?—pregunta divertido, sacándose el móvil del bolsillo trasero de sus jeans.

—No empieces, Kenni. No le des cuerda — le advierte Johnny y de inmediato me dedica una mirada significativa —. Ayer le dejé en claro que no hablaríamos de ese tipo.

Ruedo los ojos y veo al contrario sonreír burlón, subiéndole el volumen a su teléfono y en segundos, el ruido de un videojuego llena el departamento.

—Acabo de terminar un cuadro —le digo a Kenni, ignorando al malhumorado que frunce el ceño y niega con la cabeza, cansado—. Espera un segundo —Me voy a la habitación con rapidez, tomo la tela y vuelvo a la sala, enseñándoles a ambos mi trabajo —. Esta es una de mis favoritas y pienso agregarla a la exposición de este sábado.

—¿No vas a exponer la infinidad los cuadros que has hecho de él? —Suelta Johnny de mala gana y Kenni, concentrado en su juego, le da un codazo que lo hace soltar un quejido.

—Si viniste a cagar el ambiente con tu mal humor, mejor vete a casa — le pone pausa a su juego y me mira, sonriendo y admirando la pintura que sostengo en mis brazos. A él sí le gusta que le hable del chico de mis sueños. Me escucha siempre y me alienta a pintarlo, incluso me da ideas, a diferencia de su novio que parece querer matarnos con la mirada.

—Esta la hice la semana pasada, pero no había podido terminarla porque estuve ocupado con eso de la exposición y Johnny vino a molestarme ayer, así que, apenas la vengo terminando hoy. ¿Qué piensas? ¿Te gusta cómo se ve? —Espero expectante su respuesta.

Parece que Johnny va a decir algo, pero Kenni es más rápido y le da otro golpe.

—Sí, me gusta cómo se ve, pero…

—¿Podemos dejar de hablar de ese tipo? —Suelta hastiado el otro, alejándose de su novio antes de que le dé otro buen golpe que bien merecido se lo tiene.

—Vete a casa si no te gusta —le recrimina, apagando su teléfono y dedicándole una mirada molesta.

Se endereza y se pone de pie, acercándose a mí y al darme cuenta de que pretende tomar la tela, retrocedo para impedírselo.

Frunce el ceño, confuso.

—Todavía está fresca la pintura — me apresuro a explicarle.

Kenni asiente comprensivo y vuelve a poner toda su atención en mi musa.

—¿Qué era lo que ibas a decirme?—le pregunté, recordando que el idiota de Johnny lo interrumpió antes.

—Ah. Pues parece que me mira directamente y eso me inquietó un poco —respondió con simpleza.

Me fue imposible contener la sonrisa que se formó en mis labios. Me alegraba saber que había logrado ese efecto en ella, porque era justo lo que buscaba luego del sueño que tuve.

—¿Johnny, no te contó que ayer el chico de mis sueños me miró y me habló?—cuestioné. Kenni se giró hacia mi otro mejor amigo y este simplemente rodó los ojos.

Solté un suspiro cansino.

Por la situación, es obvio que no le dijo nada y no me extraña. A Johnny no le gusta hablar del chico de mis sueños, lo detesta y no entiendo por qué.

Siempre ha tenido una actitud y carácter de mierda, pero con mi musa, empeora y sigo esperando un motivo racional y lógico que lo haga odiarlo de la forma en la que lo hace.

—¿No se supone que no existes para él en los sueños?

Entendía su confusión, y yo mismo no terminaba de creérmelo.

—Solía ser así, pero ayer se fijó en mí por primera vez. Me preguntó quién era y, aunque me moría de ganas de hablar con él, no pude. Porque me desperté enseguida y llamé al idiota que está detrás de ti —respondí, apretando los bordes de la tela.

Desde la mañana no había podido quitarme de la cabeza aquel suceso.

—¿Solo fue ayer? —comenzó a usar su lengua para jugar con el piercing que tiene en el labio inferior. Un gesto que suele hacer cuando algo lo inquieta.

—Sí —contesté dudoso —. Ojalá hoy en la noche pase lo mismo. Quien sabe, tal vez pueda hablar con él, conocerlo y hacerle preguntas. Quiero saber cómo se llama, quiero saberlo todo.

Kenni no me estaba sonriendo como suele hacerlo cuando le hablo de mi musa, en cambio, se mantiene serio, pasando la mirada entre la tela y mi rostro. Enfoco la vista detrás de su hombro y Johnny tiene los ojos clavados en su espalda.

No logro entender por qué el ambiente se siente un poco tenso.

Sigo con la idea de que desde hace dos meses, que es lo que llevo soñando con aquel chico, ambos han cambiado. Se comportan de forma extraña.

Cuando estamos juntos y decido hablar de mi musa, se forman silencios como este; que me retuercen el estómago y me hacen sentir incómodo.

Volví a ejercer cierta presión en los bordes del cuadro.




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