AKIRA.
—¿Estás segura que quieres casarte con él?
Observé a mi madre a través de mi espejo en lo que terminaba de peinar mi cabello.
Probablemente sea demasiado pronto como para pensar en matrimonio pero nunca en mi vida había estado tan segura de algo como ahora y se que amo con locura a Chris, se desde el fondo de mi corazón que quiero pasar el resto de mi vida a su lado.
—Ana, lo hemos hablado.
—Lo sé pero tú abuela está en contra. —. Suspiré resignada y negué a la vez que regresaba a mi cama para sentarme sobre ella y respirar con calma.
—Lo que piense la abuela no me importa y tú lo sabes, yo estoy enamorada y defenderé mi relación a espada si es necesario.
Mi madre se encuentra sorprendida y sabe que jamás he hablado con tanta seriedad como ahora, solo así sabrá que esto que voy a formar con Chris no es ningún capricho, si no que es algo serio y que hemos decidido como adultos y pareja. Tengo 26 años de edad y mi esposo en unos meses cumplirá sus 32, somos lo suficientemente adultos y responsables como para saber lo que conlleva comprometerse y casarse. Lo entendemos y es por eso que lo haremos, nos amamos.
—Akira…
—¿Es más importante la opinión de tu madre que la felicidad de tu hija? —. Mi madre suspiró profundamente deslizando sus iris azules por todo mi rostro y lo que pareció una eternidad ella habla.
—Eres mi hija, Akira, si tú felicidad está al lado de Chris entonces tienes todo mi apoyo.
Ella entra a mi habitación para darme uno de esos abrazos maternales que de verdad había estado necesitando desde que le confesé que me casaría con Chris en unas semanas en el jardín de la que será nuestra casa. Mi hermano Alex es de la misma edad que mi futuro esposo y aunque al principio no estuvo para nada de acuerdo terminó aceptando que yo lo quiero y que no desistiré a la idea de casarme.
—Solo quiero que seas feliz, Akira…
—Y con Chris lo soy, mamá, te lo juro.
Ella se aferra a mi como nunca antes hizo y no comprendo de a dónde viene tanto miedo y tanta preocupación. Se que soy su hija menor pero tarde o temprano me enamoraré, me casaré y formaré una familia, no toda la vida estaré en casa con ella y con Alex.
—Es solo que pensé que tardarías un poco más en abandonar el nido… Alex hace no mucho se mudó a su nuevo apartamento, ya llevo varios años divorciada de tu papá, creí que estarías conmigo hasta tu graduación. —. La escucho sollozar y sumo todas mis fuerzas para no terminar llorando con ella, como siempre hacíamos, sin duda mi madre y yo éramos unas sentimentales.
—Ana, no me olvidare de ti y lo sabes, siempre que salga de la universidad vendré a verte.
Ana se queda un rato más abrazada a mi y esto solo complica aún más el tema de mi boda porque Alex no solo estará preocupado por mi, si no ahora por nuestra madre que se quedará sola en esta casa tan grande. Creo que lo mejor sería venderle está casa tan grande y comprarle una pequeña a dónde ella pueda irse a vivir con sus mascotas.
—Si en algún momento llegas a discutir con Chris y no sabes a dónde ir recuerda que está siempre será tu casa. —. Ana besa mi sien y sale de la habitación cerrando la puerta a sus espaldas.
Inhalé hondo y terminé guardando mis pertenencias en la mochila para salir de casa a la universidad, tendría una sola clase en la mañana y el resto del día lo usaría para ir con Alexis a la muestra del vestido de novia. Había pedido algo sencillo, con pedrería y que tenga encaje. El día de mi boda debe ser el mejor día de todos.
Antes de irme me despido de mi madre y de mi hermano, quien recién llega para quedarse con ella.
—En la tarde cuando vuelvas quiero hablar contigo. —. Me informa mi hermano luego de abrazarme.
—Vale, está bien. Hasta en la tarde, los amo. —. Cierro la puerta y voy a mi destino.
Estaba a unos pasos de llegar a la universidad cuando me entra un mensaje a mi teléfono.
//¿Estás enferma? ¿Cómo puedes casarte con él? Eres una completa decepción para tu familia.//
Inhalé hondo y continué con mi camino.
¿De que manera le tengo que decir que él no tiene derecho a opinar sobre cosas que no le conciernen? Puede ser muy allegado a mi abuela y todo lo que quiera pero no tiene derechos a opinar sobre mi matrimonio, sobre mi relación y sobre Chris. Oh Dios, sentía mis mejillas encendidas de la rabia que me consume cada vez más. Fue alrededor de un buen rato que lo estuve buscando por toda la universidad hasta que lo encontré en la cafetería comiendo solo.
Les juro que no perdí mi tiempo al ir hasta donde él para arrebatarle su jugo y dejarlo caer todo sobre su cabello y ropa, Eduardo se pone de pie enfadado y me ve severamente.
—De Chris no estés hablando mal o de lo contrario me veré en la obligación de proceder legalmente.
Mi corazón corre con fuerza a raíz de la subida de adrenalina que está acción me hizo tener, antes de que diga sus estupideces me voy de la cafetería a entregar unos cuantos papales y un informe a mi profesora. Por el día de hoy no ingresaré a mi única clase.
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Editado: 18.01.2025