Akira.
“Tu dijiste: «deja de jugar seguro, chica, quiero verte perder el control»
Justo como la nicotina, heroína y morfina.
De repente soy un demonio y tú eres todo lo que necesito.
Todo lo que necesito” Camila Cabello.
¿Aún sin haber tocado su piel como puedo ser culpable del pecado? Le he estado dando vueltas al asunto desde esta tarde y ya son las 2 de la mañana y yo no puedo dormir sin imaginarme a mi esposo y a mi en una escena comprometedora. Está mal, muy mal, mañana a primera hora debo visitar la iglesia porque juro que ya no lo soportaré.
Y en un momento ya me encuentro fuera de mi cama en la búsqueda de una sudadera y asegurándome de que Ana no escuche mis pasos al salir de la alcoba e ir a dónde no tengo permitido pero dónde quiero estar. A cada rato veo por todos lados y a mis espaldas con el temor latente de que mi mamá me encuentre cometiendo este acto tan bajo de mi parte pero quiero verlo, se que no podré conciliar el sueño hasta verlo.
Quise tocar a su puerta pero al hacerlo Ana se va a despertar así que antes de que me encuentren entro rápidamente encontrando a Christopher despierto con una lámpara encendida, sus lentes de pasta negra puestos y con un libro sobre sus piernas leyendo.
—¿Akira? —. Al verme recostada contra la pared y tomando mi pecho, estaba algo acalorada.
—Se me dificulta dormir. —. Doy dos pasos al frente y él me invita a su lado a lo que rodeo la cama y me siento junto a él.
—Estás roja, ¿segura que estás bien? Si quieres busco a Ana para que te dé algo.
Él toca mi cuello para asegurarse de que no haya temperatura pero solo hace que de un respingo al sentir lo tibia de la piel de su mano tocar la mía que parecía estar en llamas. Christopher me ve extrañado..
—Akira…
—¿Qué opinas sobre los pensamientos impuros?
Mi pregunta lo toma fuera de base, se queda unos segundos en silencio y me ve como si estuviera demente
Y quizás si lo esté.
—Depende… ¿Podrías explicarte?
La intensidad de su mirada y el toque insistente de su mano en mi cuello hace que mi respiración se vuelva irregular y que todo parezca una locura. ¿Debí quedarme en mi habitación? Mi madre va a enfadarse.
—A ver. —. Él se acomoda en la cama para darme toda su atención aún sin alejar su mano de mi cuerpo.— ¿Has tenido malos pensamientos, cielo?
Yo asiento aún sin poder pronunciar las palabras sin sentir pena.
—¿Y crees que está mal? —. Habla nuevamente.
—Está mal. —. Yo me apresuro a explicar.
—¿Entiendes que es normal? Solo no hay que llevarlo al extremo. —. La duda prevalece en su mirada por lo que vuelve abrir la boca y pronunciar la pregunta que me termina por condenar.— ¿Qué clase de pensamientos impuros has tenido, cariño?
—Solo estábamos nosotros dos… solos… muy solos.
Me sonrojo al solo imaginarme con él como ahora pero recreando mi sueño.
Dios perdóname.
—Entiendo… —. Yo no podía mirarlo a la cara sin sentir como mis mejillas se encienden.
Él me toma del mentón y me hace mirarlo, nos acercamos hasta el punto de tocar nuestros labios en un lento roce.
—¿Puedo?
—Claro que puedes.
††
Flashback.
Las manos me sudaban como nunca, trataba en todo lo posible de no hacer contacto visual con aquella mujer que ahora parecía aniquilar cualquier parte de mi con aquellos felinos ojos azulados. Inhalé algo incómoda para cuando mi novio entró en la sala, se desvío y dejó un beso en la mejilla de la rubia mayor y regresó a mi lado en el sofá. Mi madre Ana estaba en unos de los sillones individuales viendo la escena en total silencio y mi hermano igual.
Parecían unos muñecos de ventrílocuo dirigidos por mi abuela.
—Es inaceptable. —. Fueron sus palabras ante nuestra confesión.
Entre Christopher y yo no existe un lazo sanguíneo al que debamos respetar y mucho menos algún familiar en común o algo parecido. Si tiene mi apellido es porque mi abuela y la madre de Christopher así lo dispuso al momento de presentarlo, y en realidad su nombre es Christopher Smith Thompson, ya que mantiene aún su apellido materno. Fue criado y protegido por mi abuela cuando su madre murió.
Una historia que ya me canso de repetir a todo el que me pregunta de porqué compartimos apellido…
De que si somos familiares cercanos…
Nos insultan profiriendo que nuestros hijos serán una creación maligna al juntar nuestra familia en una sola.
Y muchas cosas más que son horribles, y todo es por culpa de la señora que tengo de frente y que parece no quitar su mirada de mi novio.
—Piensa lo que quieras, de igual forma seguiremos juntos. —. A juzgar por su cara toda distorsionada mi respuesta no fue de su agrado, y a su lado mi madre me expandió sus ojos y negó lentamente mientras que con sus labios me comunicaba un: “no la retes, Akira”
Lo que no saben es que defendería mi amor a capa y espada de todo el que este en contra o al que se le ocurra hacer comentarios fuera de lugar por las palabras poco sinceras de mi abuela.
—¿Es con esta que quieres estar? —. Dirigió su venenosa mirada a mi novio, éste permaneció sin expresión facial alguna.— Me está faltando al respeto a mi y a mi casa, y tú por supuesto a la memoria de Adriana.
—¿Amar esta prohibido? —. Me adelanté a decir, interrumpiendo las próximas palabras de mi novio.— Hablas de nuestro romance como algo moralmente incorrecto aún cuando más que nadie sabes que no somos familiares ni cercanos ni lejanos, nada nos une, no es incesto.
—Lo crie, Akira, lleva mi apellido, nuestro apellido. Por ende es mi hijo, hermano de tu madre y tú tío… aunque no te agrade la idea.
#176 en Thriller
#82 en Misterio
#59 en Suspenso
desaparicion y posible muerte, misterio romance secretos intriga, suspenso detectives
Editado: 18.01.2025