AKIRA.
“Lo siento, no me dejes, te quiero aquí conmigo
Se que tú amor se ha ido” Slander, Dylan Matthew.
Dicen que el primer año es el más difícil pero nunca creí que tanto y a tan solo dos meses de nuestro matrimonio puedo confirmar aquello que mis padres me aconsejaban cuando les anuncié mi compromiso con Christopher.
“El matrimonio no es para nada fácil, Akira, y ustedes dos todavía están algo jóvenes para comprometerse a estar juntos. Él tiene sus mañas y tú las tuyas, en algún momento van a chocar y crearán un caos”
Dicho y hecho.
He perdido la cuenta de las veces que hemos discutido a causa de Ana Bárbara y su insistencia en querer estar con mi esposo todo el día hasta el punto que se marcha de nuestra casa cuando yo ya estoy lo suficientemente cansada como para ver una película con él o pasar el rato juntos. Él sabe lo mucho que me molesta su presencia y no hace nada para evitar hacerme enojar, solo se hace el desentendido.
Justo como ahora; ella se está marchando y son casi las doce de la madrugada, yo me encuentro sentada en el borde de nuestra ventana llorando en silencio mientras que lo observo abrazarla con tanto amor y entrega, y ella darle un beso. ¿Qué clase de hombre casado se despide así de la abuela de su esposa? Me debe respeto, no debe abrazar y besar en el cachete a otra mujer que no sea a mi. Era el colmo.
Sin poder ocultarlo más me permito a mi misma a llorar como poco a poco perdía a mi esposo. Sequé mis lágrimas con rabia y me puse de pie para comenzar a ordenar una mochila con las mudas de ropa que ocuparía para mañana en la universidad, saque del closet unos deportivos y me los puse, até rápidamente mi cabello en una coleta mal hecha y bajé las escaleras cuando se que se ha ido ella.
—¿A dónde vas? —. Fue su pregunta cuando nos encontramos de frente; yo saliendo y él entrando.
Inhalé hondo viéndole y la imagen de él con Ana Bárbara aparece en mi mente.
«Que se joda»
—Que te importa. —. Bramé rodeándole.
—Hey—. Fue rápido al sujetarme del antebrazo y hacerme retroceder.— Me importa porque eres mi esposa, Akira. Dime a dónde vas…
—¿De verdad ahora te interesa saber de mi, Christopher? ¿Ya luego de que ella se ha marchado? ¿Ya cuando en todo el día para ti fui una sombra más…? —. “no llores, no llores, no llores, él no lo vale” no vale lo suficiente como para seguir derramando lágrimas en su nombre.
—Es mi cuidadora y lo sabes…
—¡¡Es tu puta esposa mientras que yo soy una simple sombra para ti!! —. Le grité con toda la rabia que mantenía oculta. Él quedó perplejo al escuchar salir de mi malas palabras.— Es ella tu esposa, a mí me ignoras mientras que a ella le das todo de ti. ¿Por qué coño te has casado conmigo si no puedes desprenderte por completo de Ana Bárbara? ¡¡Yo lo hice por ti y para darte todo a ti!! Hice a un lado a varias personas, te doy todo mi tiempo y tú lo único que haces para recompensarme es darle todo a ella. ¿Es justo que me merezca esto?
—Te dije que Ana Bárbara es importante para mí y lo aceptaste.
—¡¡Es lo mínimo que se hace por la persona a la que amas!! —. Me zafé de su agarre y me hice a un lado yendo en dirección a la puerta.
—¿Está es tu grandiosa forma de resolver los problemas, Akira? —. Me detuve al tomar el pomo.— Dale frente y háblalo.
—Lo hice pero como siempre no te importa. —. ¿De verdad me merezco todo esto por enfrentar a Ana Bárbara? Ella dijo que se las cobraría pero jamás pensé que se metería en mi relación siempre que tuviera oportunidad.
—Es de cobardes huir.
Me giré sobre mis talones enojada y fui directo hacia él.
—¿Me llamas cobarde a mi? ¿Después de todo es lo que soy para ti? Bien… ya no te fastidio más, no vaya a ser que Ana Bárbara se enfade y te cause problemas. Yo me largo.
—¡¡Akira!! —. Me llamó pero no le hice caso y simplemente abro la puerta para irme.
La fría noche me abraza al salir y sus gritos a mis espaldas hacen que de pronto nazca un dolor de cabeza fuerte.
—Cuando decidas a cual de las dos quieres me buscas, quizás aún te ame. —. Y me alejo por la calle que se me llevará a la casa de Alexis.
Es increíble como la presencia de una persona puede arruinar una relación que estaba más que bien, dónde no habían problemas y donde parecía perfecto, pero bastó con la cercanía de repente de Ana Bárbara para que mi lecho de rosas se fuera para abajo.
Él no me seguirá, es del tipo de hombre que da el espacio necesario para pensar si de verdad se desea continuar, aún cuando claramente muere porque todo este a favor de la relación. Al salir de mi casa no contemplé de que a altas horas la calle estaría casi que solitaria y habría una oscuridad tan abrumadora y horripilante como está.
Y cabe que había neblina en esta noche que parecía ser un infierno.
De repente por mis cosas nasales entra un olor algo fuerte y al girarme me encuentro con una gran parte del bosque que rodea a San Oregón, de allí provenía ese olor que no podía sacar por completo de mi. Si mal no recuerdo es azufre, el olor que proviene de ese bosque es azufre.
Observé a ambos lados cerciorándome de que no haya un fisgón y me adentré a una pequeña parte del bosque, sin entrar más por la hora que es y por el creciente miedo que nacía en mi cuerpo.
—Solo a mi se me ocurre entrar al bosque casi a la medianoche. —. Farfullé para mis adentros sintiendo de pronto miedo y mirando a ambos lados sintiendo de pronto como si alguien me estuviera viendo caminar.
Era la extraña sensación de ser vigilada en todo momento y lo supe cuando al ver a mis espaldas de reojo presencié a una figura seguirme el paso aunque un poco más lento. Por un segundo creí que se trataba de Christopher que me había seguido para remediar su error pero conforme voy avanzando hasta el epicentro de la masa boscosa la sombra parecía más ansiosa puesto que había aumentado de velocidad.
#176 en Thriller
#82 en Misterio
#59 en Suspenso
desaparicion y posible muerte, misterio romance secretos intriga, suspenso detectives
Editado: 18.01.2025