Christopher Smith.
†
“Y tu eres el héroe volando haciéndote el inocente.
Y si estoy muerta para ti, ¿por qué estás en el funeral?”
Ella está en el suelo con su cabeza escondida entre sus piernas sollozando mientras que aquella llamada parecía interminable. Sabía del comportamiento tan alterado de Alexander Smith pero en mis más descabellados sueños habría creído que llamaría enfurecido a Akira reclamándole por haber dejado en libertad a Eduardo aún cuando es culpable del intenso de abuso.
—Eras mi hermanita, lo único que quería era protegerte y a cambio me pagas con esta traición… ¿Qué esperabas recibir de mi parte? De ahora en adelante haz como si no tuvieras un hermano en el mundo, pretende que me he muerto al igual que Ares, porque tú de ahora en adelante ya no eres más mi hermana. Tu estás muerta para mí, Akira.
La llamada termina y la casa vuelve a un ensordecedor silencio. Le quise advertir y no me escuchó, sin embargo es mi esposa y la amo, debo darle consuelo.
—Lo siento mucho.
Ella al escucharme se avienta a mis brazos refugiándose, y yo no paraba de pensar que Alex fue demasiado duro con ella.
—Me odia…
—Él solo quería hacerte justicia.
—Y yo quería devolverle al amor de su vida. —. Y Alexis si buscó a Alex para regresar y fue aquella castaña quien reveló al rubio mayor de los Smith que Akira dejó en libertad a su abusador.
Ella se separa haciendo que por primera vez en la tarde pueda verla. Está hinchada de tanto llorar, sus bellos ojos azules lucen apagados e irritados, su rostro había tomado la tonalidad de un tomate. Sentí tanta pena por ella porque se cuanto adora a su hermano.
—Si querías ayudarle con Alexis debiste usar otro método y no ese. Él lo tomó como insulto.
Le ayudo a pararse e ir a una de las sillas de la isla, al estar seguro que no se caerá me aparto para buscarle un vaso de agua con azúcar. Ana Bárbara de pequeño me decía que eso ayuda cuando hay crisis o estados emocionales que ningún fármaco puede ayudar.
—Ella no quería otro método, lo quería a él libre.
—¿Hablaste con Alexis? —. Akira evade mi mirada al ser descubierta.— Akira Smith, habla ahora o calla para siempre.
—¿Recuerdas aquella noche que terminé escapando al bosque? —. Yo asiento sin entender nada, que recuerde no se había apartado tanto de la casa de mi suegra.— Bueno… cité a Alexis en la carretera que está atravesando el bosque y hablamos. Ella me dijo que ama a mi hermano pero que no puede regresar con él si antes Eduardo no está libre.
Desde que la conocí supe que priorizaba mas su amistad con aquel chico manipulador antes que su bonita amistad con Akira. Sin embargo creo que eran alucinaciones mías y que ella de verdad valoraba el gran corazón de mi esposa. Pero con esto me ha quedado más que claro que Alexis Sánchez ama más a Eduardo de lo que ama a los hermanos Smith y que quería cualquier cosa con tal de que Eduardo Quiroz esté feliz.
Cualquier cosa sin importar que consecuencias tenga.
—Pienso que tal vez deberías dejar que Alex pase la rabia y pueda razonar. Él te ama.
Ella apartó el vaso de sus labios y sus ojos se vuelven a llenar de lágrimas.
—Estoy muerta para él, y Alexander es cabeza dura cuando algo se le mete entre ceja y ceja.
Ella se despide de mi y tras hacerse un té de manzanilla sube a nuestra recámara con la excusa de dormir un poco.
Me aseguro de dejar cada puerta y ventana bien cerrada en lo que salgo a solucionar unos cuantos pendientes. Tomé mi auto y conduje hasta aquel establecimiento donde se que lo encontraré.
Es un establecimiento pequeño y cálido, lugar donde los hombres venimos a solucionar nuestros problemas mediante botellas de alcohol. Y en una barra estaba aquel rubio, con una botella de tequila frente a él y dos shots tentándole.
—Si piensas que hablar conmigo va a solucionarlo pues te estás equivocando.
Me descubre antes de que pueda hablar y sin quedarme más remedio aparezco a su lado en la otra silla.
—Fuiste cruel con tus palabras. Es tu hermana y sabes los problemas por los que atraviesa.
Él violentamente se gira hacia mi y con destellos de rabia en sus ojos exclama:
—Ella me falló y dejó en libertad a quien quiso dañarla. Dime tú, ¿podrías perdonarle tan vil acto? La amo mucho pero una cosa jamás perdonaría y es que me apuñalen por la espalda, y Akira lo hizo. Por lo tanto deja de ser mi hermana para ser un cadáver más en el cementerio.
—¿Y Alexis dónde está? —. Él bufa, preparándose otro shot que lo toma en menos de un segundo.
—En casa de sus padres. La amo pero me falló al aceptar eso de Akira. Son unas traidoras.
—No lo veas de ese modo.
Él le da un golpe a la masa con su mano y a continuación me ve serio.
—De saber lo que oculta dudo que la defiendas.
Y sin darme más detalles desaparece de mi campo visual.
¿Akira ocultándome un secreto? Lo dudo, nuestra relación se basa en la confianza.
Prontamente estaría recibiendo una llamada a mi teléfono personal.
—¿Aló? —. Dije al atender.
—¡Chris! Hijo quiero verte, ¿puedes pasarte un rato por mi casa?
Akira me ha pedido que la saqué de nuestras vidas y no sé si tenga el corazón para hacerlo, es decir ella me crió desde que mi madre murió.
—Ana Bárbara… es tarde y no sé si a mí esposa le agrade.
—Oh, de Akira ni te preocupes debe estarla pasando bien.
Alcé una de mis cejas confundido por lo que acaba de decir.
—¿De qué hablas?
—¡Es una suposición, Christopher! Soy incapaz de matar una mosca y lo sabes. Por favor, ven a verme.
Estoy seguro que Akira querrá estar a solas un buen rato, no notará mi ausencia hasta que vuelva…
—Ya salgo para tu casa, dame unos minutos. —. Cuelgo la llamada y tras estar varios segundos buscando a mi cuñado y no encontrarlo decido irme ya a casa de Ana Bárbara.
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Editado: 04.02.2025