Buscando a quien amar

Buscando tu aroma

Está lloviendo, la niebla permanece con nosotros y el sol se rehúsa a acompañarnos, el cielo se mantiene grisáceo, lo que indica que no habrá vida en la ciudad hoy.

Enciendo un cigarro, Mae hace lo mismo y se sienta en la silla que está a mi lado. Trago un poco de humo, para luego expulsar lo que queda, sintiendo como el calor empieza a invadir mi cuerpo helado ya casi muerto por el frío de la mañana.

Por un momento solo he imaginado a Eva a mi lado, sentada en mis piernas, hablando con John de un tema que a lo mejor la hace reír, le da una calada a mi cigarro y se une a nosotros en esta profunda nube de humo que hemos creado.

Intento aferrarme a esto, como si de verdad estuviera aquí, pero la verdad es que Mae me está hablando, y la nube está allí cada vez que dejamos salir el humo, la nube solo sigue creciendo y se desvanece por toda la habitación, junto a esta sensaciones de querer que alguien alegre esta habitación adornada por dos personas que intentan solo sobrevivir, con las caras hechas pedazos y sin muchas ganas de seguir luchando.

—¿Me estás escuchando John? No podemos escondernos.

—No quiero problemas Mae, no estoy en guardar rencores y seguir jugando a una pelea sin sentido, hemos caído muy bajo.

—Puedes decir lo que quieras, pero te destrozaron el auto y en público, debíamos verle la cara al responsable y de alguna manera u otra lo hemos hecho pagar.

—¿Y qué carajos vamos a hacer ahora? Sin empleos y sin una meta en realidad —lo veo, quiero saber que va a decir, si me va a abandonar ahora, sé muy bien que a John no lo han despedido, él es muy bueno en lo que hace y yo he sido el del escándalo.

—Hay una persona, Axel, tiene un mini bar en la playa me debe algunos favores y si estás de acuerdo puedes ir.

—¿Qué? —me quedo sin saber como procesar la situación.

—Dijimos que no nos vamos a escondernos, hoy iremos al club, estamos bien, quien quiera encontrarnos lo hará y rápido. Y tú solo te irás a conseguir un trabajo, nadie te va a dejar en la miseria, no mientras yo pueda ayudarte. Vinimos a conquistar esta ciudad ¿Lo recuerdas? A ser mejores que todo lo que fuimos en el pueblo.

—¿Y qué pasará contigo?

—Tranquilo, sabes que a mi no me despidieron, y sabes también que si las cosas se complican para ti, puedes volver, que el jefe puede aceptarte en la cocina de nuevo, cuando toda la polémica de nuestra pequeña pelea baje un poco o a lo mejor cuando vuelvas ya he logrado mis objetivos.

Dejo salir un largo suspiro.

—Espero que esto no sea una mala decisión.

—Míralo de otro punto, antes de que te destrozaran el auto de igual forma, planeabas irte de la ciudad y estabas muy dispuesto.

Se para de la silla y me da una pequeña palmada en los hombros para luego salir de casa.

Yo dejo caer mis manos a mis piernas y agacho un poco mi cabeza, me siento malditamente abrumado, al menos el dolor ha disminuido en el abdomen, aunque aún la zona debajo de mi pecho izquierdo está verde, pero el ungüento que me dió la mamá de Mae me ha ayudado bastante.

No ha pasado ni una semana de la pelea y no hay una noche en la cual no duerma tranquilo, pensando en que toda mi vida es una cagada, debería solo dejar de pensar porque mi realidad no está tan jodida en realidad pero no es tan fácil como solo decir que saldrás de tu mente, porque el sentimiento está ahí, y todo lo que logro es sentirme desganado y sin fuerzas.

A veces solo me justifico con que apenas estoy en mis veinte, no sigo siendo menos niño que los de la pandilla de monos, que no debería preocuparme tanto por todo lo que pasa en mi vida ni intentar ser el más responsable, que se vale no tener las respuestas, que se vale solo llevarte de lo que sientes pero, no quiero a jugar ser un tonto, la vida me enseñó a poner los pies bien en la tierra y reconocer mis errores aunque a veces los ignore.

Lo único que me puedo permitir es saber que estoy mal y estar confiado porque sé que volveré a mí mucho antes de tocar fondo.

Aunque mi mente me cuestione.

Aunque la vida me siga arrastrando como perro moribundo por las calles.

Aunque todas mis situaciones parezcan un callejón estrecho y sin salidas.

Puse algo de música y fui a ducharme, al salir solo saqué la afeitadora inalámbrica de la mochila y empecé a quitarme la barba que empezaba a crecer, corté un poco mi pelo y quité el algodón que estaba en mi cara para limpiar las heridas, sin duda ya se ven mejor y ya no duele tanto como en los primeros dos días.

Este sería el último día en este lugar, aprovecharemos de ir al club según Mae, y en el amanecer me largo hacia donde Axel, cuya persona no conozco. No tengo ninguna expectativa con nada ahora pero tampoco pretendo tenerla después.

Me puse un suéter negro, pantalones deportivos y tenis del mismo color, me cubrí con una gorra y salí a correr un poco con la música a todo volumen en mis oídos.

La madre de Mae me ha acompañado a la salida, empiezo a correr mientras escucho a Drake. Siento el olor a tierra mojada, el frío eriza mi piel, sin duda no quiero abandonar este lugar pero tampoco tengo motivos suficientes como para quedarme.

Corro más rápido para salir de mi mente, hace tiempo que no lo hacía, me estiro un poco para luego apreciar lo tranquilizador que puede resultar salir en un día totalmente nublado y sin color, no hay nadie, la gente no está ahí para juzgarte, no está el sonido de siempre en la ciudad como el molesto tráfico o todas las personas caminando hacia una misma dirección, apretadas como sardinas enlatadas.

Al volver a casa la mamá de Mae me preparo algo para comer, Mae quería llevarme a casa pero le he dicho que ya llevo todo lo necesario en mi mochila, estuvimos toda la tarde contando el dinero que teníamos, así saber cómo le haría por si las cosas se complican al llegar.

El tiempo pasó rápido planificando mi partida en la madrugada, llegó la hora de ir con Mae al club y creo que al final he entendido de que se trata todo esto, el como de repente quiere volver al club donde hace años no poníamos ni un pie, en unos meses más, Mae planea comprar el lugar, después de todo conoce a las personas y como funciona esta ciudad, de cocinero a jefe, me parece que la frase de "seremos mejores de lo que fuimos en el pueblo", se la tomó muy personal, algo que yo debo hacer también.




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