Bushidō

Capítulo 2

En el bushido existen ciertas leyes que un samurái debe cumplir, a saber son siete.

1. Gi: La justicia, el mundo de las decisiones correctas. Esta virtud nos exige ser honrados en los tratos con todo el mundo. Creer en la justicia, pero no en la que emana de los demás, sino en la propia. Para un auténtico samurái no existen las tonalidades de gris en lo que se refiere a honradez y justicia. Sólo existe lo correcto y lo incorrecto. Se diferencia entre intensidad pero se basa en lo correcto y lo incorrecto.

2. Yu: El coraje. Debes alzarte sobre las masas de gente que temen actuar. Ocultarse como una tortuga en su caparazón no es vivir. Un samurái debe tener valor heroico. Es absolutamente arriesgado. Es peligroso. Es vivir la vida de forma plena, completa, maravillosa. El coraje heroico no es ciego. Es inteligente y fuerte. Reemplaza el miedo por el respeto y la precaución.

3. Jin: La compasión. Mediante el entrenamiento intenso y la meditación el samurái se vuelve rápido, fuerte y sabio. No es como el resto de los hombres. Desarrolla un poder que debe ser usado en bien de todos. Tiene compasión. Ayuda a sus compañeros en cualquier oportunidad. Si la oportunidad no surge, se sale de su camino para encontrarla.

4. Rei: El respeto, la cortesía. Los samurái no tienen motivos para ser crueles. No necesitan demostrar su fuerza. Un samurái es cortés incluso con sus enemigos. Sin esta muestra directa de respeto no somos mejores que los animales. Un samurái recibe respeto no solo por su fiereza en la batalla, sino también por su manera de tratar a los demás. La auténtica fuerza interior del samurái se vuelve evidente en tiempos de apuros.

5. Makoto: La honestidad, sinceridad absoluta. Cuando un samurái dice que hará algo, es como si ya estuviera hecho. Nada en esta tierra lo detendrá en la realización de lo que ha dicho que hará. No ha de "dar su palabra", no ha de "prometer", el simple hecho de hablar ha puesto en movimiento el acto de hacer. Hablar y hacer son la misma acción.

6. Meiyo: El honor. Es la virtud más importante de todas. El auténtico samurái sólo tiene un juez de su propio honor, y es él mismo. Las decisiones que toma y cómo las lleva a cabo son un reflejo de quién es en realidad. No puede ocultarse de sí. En caso de quedar mancillado, la única forma de restaurarlo es mediante el Seppuku o suicidio ritual.

7. Chugi: La lealtad. Haber hecho o dicho algo", significa que ese "algo" le pertenece. Es responsable de ello y de todas las consecuencias que le sigan. Un samurái es intensamente leal a aquellos bajo su cuidado. Para aquellos de los que es responsable, permanece fieramente fiel. Para el guerrero, las palabras de un hombre son como sus huellas: puedes seguirlas donde quiera que él vaya.

Con esto y entrenamiento, es acertado que tu camino de samurái será el correcto. De lo contrario, no podrías considerarte uno puro.

Nací bajo el shogunato de Tokugawa Leyoshi, el shogun número 12 del Shogunato de Edo.

Crecí bajo una familia samurái que sirvió a Tokugawa Leyoshi, luego a Tokugawa Lesada y ahora yo transito de  Tokugawa Lemochi a Tokugawa Yoshinobu.

Estos últimos meses de 1866 han sido los más arduos. Las guerras son más constantes, más intensas.

La orden de nuestro shogun fue directa: impedir que el emperador Meiji asuma al poder.

Nací, al igual que mis padres y los padres de mis padres, bajo una dictadura militar. Desde 1192 nos gobiernan los shogunes; el primero fue el  de Minamoto Yoritomo, su shogunato es conocido como el shogunato de Kamakura, el mismo tuvo lugar has 1333. El segundo shogunato surgió en 1336 por Ashikaga Takavji, a este shogunato (que duró hasta el 1573) se lo conoce como el shogunato de Ashikaga y nos encontramos con el último shogunato, el shogunato de Edo que se ubica desde el 1603.

Los días en  el sur de Ezo, son fríos por momentos y exigentes, siempre. Nosotros, servimos a nuestro daimyo, el clan  Matsumae. El clan más fiel del shogunato, que dirige todo aquí.

Dentro del pueblo hay comerciantes que exportan pescado a las demás regiones de Japón, incluso, se exportan a Edo.

“Compre pescado de Ezo, garantizado por el Shogun”, es lo que se escucha del boca a boca.

Más allá del puerto, dentro del bosque caducifolio de Ezo, se alza nuestro Dojo. Si bien los samuráis no necesitábamos uno, habían decidido que todos los nacidos en Ezo teníamos que estudiar allí.

En primer lugar hay que aclarar que el Dojo no es sólo un lugar para entrenar. La palabra «Dojo» se compone de dos kanji: Do que significa «camino»; y Jo que significa «lugar».

Por lo tanto el Dojo es un lugar para viajar por el «camino» hacia algún ideal.

 Nuestro  Dojo, entonces, está compuesto por  la Iriguchi  (entrada) ésta se encuentra en el lado sur del lado  izquierdo  del Dojo. Le sigue el Kamiza, es decir, el lado principal del Dojo y que se ubica frente a la entrada principal. A lo largo de este lado es donde el sensei  se sentará.

El Shimoza, por su parte, es el lado de menor importancia del Dojo frente al kamiza. Le sigue el Joseki  el cual trata de la pared lateral adyacente al kamiza y más alejado de la puerta.

El joseki es donde se sienta un samurái  visitante de alto grado, un dignatario o alguien de mayor jerarquía en la organización que no necesariamente participe en el entrenamiento – por ejemplo, el mismísimo shogun.

El Shimoseki   es la pared lateral más cercana a la puerta enfrente del joseki.  El Shomen es el «frontal» del Dojo y coincide con el kamiza.

Por su parte Keikojo es  la zona donde se llevan a cabo los entrenamientos y/o las demostraciones.




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