Caballero Cosmos

Capítulo 52 (corregido)

Allen volvió a agitar una y otra vez el florete contra Seira en un intento de golpearla, sin embargo, todos sus golpes eran detenidos por las afiladas uñas de Seira.
Tras golpear la uña otra vez, el florete no resistió más y se rompió, dejando en la mano de Allen la empuñadura junto a la hoja rota por la mitad.
 —En fin... supongo que tendré que usar mis puños.
Con un suspiro, Allen tiró la mitad restante del florete y apretó sus puños situándolos frente a él. Al ver la actuación de Allen, Archibald se rió.
 —¿De verdad vas a pelear contra el Ultima Leo con solo tus puños? Pensaba que únicamente sabías pelear con armas.
 —Un héroe debe conocer todas las maneras posibles para defender a los civiles. Además, todo caballero que se precie sabe usar su propio cuerpo como su arma más mortífera.
Los labios semi humanos de Seira se tornaron en una sonrisa al escuchar las palabras de Allen, caminando lentamente hacia él y lanzándole su puño derecho a la vez que Allen impactaba su puño izquierdo con el de Seira.
La colisión levantó un vendaval alrededor de ambos, aunque la diferencia entre ambos fue clara, Seira estaba en un perfecto estado mientras que el puño de Allen estaba cubierto de sangre con algunos huesos rotos saliendo del dorso de su mano.
Al bajar el brazo, Archibald pudo ver que Allen no solo sangraba por su puño, sino también por su brazo ya que bajo la manga de la chaqueta negra goteaba sangre sin parar.
Lanzando su otro puño, Allen golpeó de nuevo a Seira, siendo recibido por el mismo resultado.
Allen apretó sus puños con gran esfuerzo mientras hacía el amago de golpear a Seira. Aunque sin darle importancia, Seira simplemente dejó que Allen la golpeara en mitad de su pecho. Cuando la golpeó, Allen se retorció de dolor, viendo su puño completamente desfigurado y sangrante.
 —Es inútil Allen, un recontrolado no es algo a lo que un humano se pueda enfrentar.
Haciendo caso omiso de lo que decía Archibald, Allen golpeó de nuevo a Seira. Cuando su puño la golpeó, se retorció de dolor internamente y volvió a golpear.
En ese momento, Archibald sintió otra vez la misma sensación a la vez que una gota de sudor se derramaba por su sien.
 —¿Acaso es la voluntad de un humano, o el inevitable destino en su futuro...?
Al recordar algo, Archibald sacó de uno de sus bolsillos una piedra púrpura lisa y brillante con forma ovoidal, la cual brillaba levemente cada vez que Allen golpeaba a Seira.
Incapaz de reaccionar, Archibald miró a Allen con su rostro completamente blanco.
 —Un monstruo... un verdadero monstruo... incluso sin el gen evolutivo el amatista reacciona... ¿Y Aegis quería convertirlo en un arma?... es imposible dominar a esta bestia.
Allen golpeó una vez más a Seira con su puño izquierdo, completamente destrozado y desfigurado, sin embargo Seira lo sujetó y, haciendo un arco, lo lanzó contra el suelo.
En ese instante, Archibald estaba con los nervios a flor de piel, y Seira se encontraba en un estado de diversión sin límites, ambos se pusieron rígidos en el momento que Allen se levantó del suelo.
Detrás de Allen, translúcido, había un espejismo con la forma de un dragón con la mitad izquierda de su cuerpo completamente oscuro y la mitad derecha de un blanco puro. Sus ojos rojos miraban al lugar donde Allen miraba, en este caso, a Seira.
 —La sombra... del Umbralux...
Archibald catalogó el espejismo tras Allen a la vez que su cabeza empezaba a palpitar de dolor, la sombra del Umbralux estaba atacándolo mentalmente.
Mientras, Allen miraba fijamente a Seira, y a su vez, el espejismo del Umbralux tras él rugía suavemente. Los brazos de Allen se tambalearon varias veces antes de que cerrara por la fuerza su puño derecho y golpeara a Seira mientras el brazo ilusorio del Umbralux lo seguía, pero a diferencia de antes, el puño de Allen penetró la armadura de Seira y la hizo sangrar.
 —No... no es la sombra... ni el Umbralux... es...
En ese instante, Archibald miró el espejismo tras Allen, fijándose que entre los ojos del Umbralux estaba el rubí, en su hombro izquierdo residía el zafiro y en el derecho la esmeralda. El puño que retraía tenía en su interior el topacio, y justo detrás de Allen, en el torso ilusorio, se encontraba el prisma.
 —Es una reminiscencia a partir de sus recuerdos, pero es imposible... no tiene el gen evolutivo.
Allen miró a Seira, que no paraba de sangrar por su vientre y su boca, y solo pudo suspirar mirando al suelo.
 —Podría decirse que todavía no te puedo olvidar. Pero es lógico, ya que el primer amor es el único que no se olvida.
Allen volvió a suspirar e hizo aparecer un cigarro que comenzó a fumar, luego negó.
 —Creo que no es por eso, sino porque te maté yo mismo y ahora sé que había otra manera, haciendo que te recontrolaras. Amar es la palabra más mágica que existe si no me equivoco, ya que en los cuentos de hadas, toda magia puede romperse con amor siempre y cuando sea verdadero.
Mientras hablaba, el Umbralux tras Allen se introdujo en su interior poco a poco, sanando sus heridas y recolocando sus huesos.
 —Por lo que sé, si te hubiera amado de verdad no podría haberte matado, ni mucho menos hacer que te recontrolaras. Sé que es tarde, pero por favor, ten siempre en cuenta mis disculpas por lo que hice.
Allen colocó su mano derecha en su pecho y se inclinó.
Archibald miró sin emociones como Seira, el Ultima Leo, estaba por acariciar el cabello de Allen con sus ojos cristalinos brillando, por lo que sin dilación, dio un chasquido de dedos. En ese instante, Seira fue cubierta de espinas que crecieron de su interior.
Allen volvió a mirar en ese preciso instante, viendo a Seira con espinas por todo su cuerpo. Aunque Seira, mostrando una extraña sonrisa, empujó a Allen a la vez que le crecía una enorme espina en mitad de la sien.
Cuando fue empujado, Allen sintió como caía por un abismo sin fondo hasta que despertó en la cama de un hospital, cubierto de cables y completamente sólo, llorando en silencio por lo que ocurrió en el interior de su subconsciente.




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