Caballero Cosmos

Capítulo 61 (V2)

    Respirando profundamente, Allen intentó tranquilizarse mientras en su mano derecha aparecía una espada.
   Detrás de Allen, Titán y Leid mantenían su respiración al ver a Allen aguantar contra Seira. En cambio, Helen observaba atentamente cada movimiento de Allen.
   Cuando Allen soltó el aire por la boca profundamente, colocó la mano que sostenía la espada frente a él en diagonal mientras que la restante la mantuvo a su espalda. Flexionando un poco sus piernas, miró a Seira con extrema tranquilidad mientras ella se acercaba a él con sus manos frente a ella.
   Tras unos segundos, Allen hizo un corte vertical cuando Seira estuvo frente a él.
   El filo de la hoja de la espada estaba completamente limpia, ni siquiera Seira se movió cuando pasó a Allen de largo. No obstante, cuando Allen soltó otro suspiro, el brazo izquierdo de Seira se desprendió de su cuerpo.
   Seira miraba su brazo en el suelo extrañada, sin comprender lo que ocurría, mientras que Titán y Leid miraban la situación con la boca abierta sin que ellos mismos se dieran cuenta.

 

   Archibald, desde el tejado de un edificio, tenía una gran vena marcada en su frente y una mirada seria.
   —Evolucionar hasta ese nivel... ¿qué clase de poder tiene esa cristalización de habilidad?
   Buscando en su túnica, Archibald sacó un botón negro y al mirarlo, sonrió cínicamente.
   —¿Qué más da lo que dijo? Vamos a hacer que el idiota invencible aparezca ya jejeje.
   Riéndose, Archibald apretó el botón.

 

   Sin comprender cómo su brazo dejó su cuerpo, Seira miraba hacia Allen sin saber qué hacer.
   Una vez frente a ella, Allen levantó la espada seriamente.
   —Perdóname algún día.
   Allen empleó toda su fuerza al descender la espada, aunque en cuestión de segundos, la hoja se detuvo.
   Con sudor frío corriendo por su espalda, Allen miró al hombre rubio con armadura blanca y remaches dorados, en sus guanteletes estaban representados dos cabezas de Medusa, y en su espalda había una gran capa roja que tocaba el suelo.
   —Esa es una evolución nueva, diferente a la que tenía planeada para ti, Allen.
   Allen no respondió, en cambio, ejerció más fuerza en la espada, aunque el hombre la siguió sujetando con su mano tranquilamente.
   —Pensaba que alcanzar un nuevo reino de evolución te volvería más fuerte Allen, mas digno para convertirte en un arma.
   —Vete al infierno Aegis.
   —¿Infierno?
   Aegis esbozó una sonrisa y con un simple apretón de la mano que sujetaba la espada de Allen, la rompió en miles de trozos.
   —El verdadero infierno... he sido testigo de ello, una guerra continua entre el bien y el mal, entre la luz y la oscuridad... y el que nació entre esos poderes, el Umbralux Draco.
   Allen dio un paso atrás mientras que Aegis daba un paso adelante.
   —En esa guerra, no se decide el ganador de un país, ni de una nación... sino el del universo... quien gane, tendrá todo el derecho de volverse Dios, el Creador, el Todopoderoso...
   —Estás completamente borracho de poder Aegis, ¿por qué no te retiras?
   —¿Poder? Eso es una tontería Allen, si hubieras visto los poderes que luchan en esa guerra, pensarías que no soy más que una hormiga capaz de sobrevivir.
   Allen se mantuvo alejado de Aegis por varios pasos.
   —Entonces, si es una guerra, como héroe deberías apoyar a esa "luz" ¿me equivoco?
   —Las cosas no son siempre lo que piensas Allen... el Umbralux me mostró esa pequeña escena de la guerra... los monstruos que luchaban tanto contra las fuerzas de la luz como de la oscuridad... los elegidos por la luz, y los elegidos por la oscuridad enfrentándose entre sí... y esos dos seres capaces de destruirlo todo a su paso...
   —¿Qué pasaría si un monstruo gana esa supuesta guerra tuya?
   Aegis miró a Allen con los ojos vacíos.
   —Destrucción... y...
   Antes de continuar, Aegis se quedó mirando a Allen y comenzó a sonreír.
   —Y el mundo negativo volverá a la realidad.
   En ese instante, Aegis se lanzó contra Allen y lo golpeó en el mentón, haciéndolo sangrar por todos sus orificios, aunque antes de que pudiera dar otro golpe, Archibald, que saltó desde el tejado se interpuso.
   —Todavía lo necesitas Aegis, para estar capacitado y entrar en esa guerra, deberás tener un cuerpo perfecto y un arma que mejore por sí misma. No querrás destruir el arma después de llegar tan lejos, ¿verdad?
   Aegis se detuvo y se giró para mirar a Archibald.
   —¿Entonces qué debo hacer Archibald? ¿Dejarlo seguir evolucionando?
   —Eso sería un problema. Lo que deberías hacer es mostrárselo... mostrarle tu verdadera fuerza...
   Archibald habló con una sonrisa mientras sus ojos temblaban.
   Aegis se quedó dubitativo unos segundos antes se asentir, en ese momento, sus mejillas se colorearon de diversos colores vivos pareciendo una vidriera. Sus guanteletes se agrietaron junto a su armadura, dejando salir un denso humo negro violáceo.
   —Esto... va a ser un problema... del mayor calibre...
   Allen sonreía pesadamente mientras se quitaba la sangre de sus labios, nariz y ojos.
   Con un fuerte grito, la armadura de Aegis terminó de romperse y su cuerpo, cubierto de colores asemejándose a una vidriera, se expandió hasta alcanzar los diez metros. Archibald, al ver el amasijo de carne de diversos colores en el que se había convertido Aegis, sonrió mientras sacaba el amatista y amplificaba su control mental.
   Aegis, o lo que quedaba de él, se transfiguró lentamente en un huevo con apariencia de vidriera.
   —Aquí viene... ¿preparado Allen? Porque vas a sufrir mucho...
   Al escuchar a Archibald, Allen escupió sangre e hizo aparecer una espada en cada mano antes de saltar contra el huevo e intentar cortarlo con las espadas.
   Cuando vio esa reacción, la sonrisa de Archibald se intensificó a la vez que el huevo se rompía como un cristal cuando Allen lo atacó.
   Del huevo salió un gran monstruo humanoide. Su cuerpo estaba cubierto de escamas negras, sostenido por una gran cola de serpiente, mientras que sus brazos humanos portaban un escudo y una espada. El rostro de Aegis seguía siendo el mismo, a excepción de sus ojos con pupilas verticales y su cabello, que eran cientos de miles de serpientes negras.
   —Ese loco...
   Allen solo pudo aterrizar en el suelo pesadamente y suspirar. Aunque Archibald, sonreía cada vez más.
   —Fase 1... Gigax Ofiucus...




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.