Caballero Cosmos

Capítulo 62 (corregido)

Allen se mantuvo preparado para cualquier ataque que pudiera venir de Aegis, aunque éste se quedó quieto mirando al vacío.
 —Ataca.
Al escuchar la orden de Archibald, Allen lo vió sonreír a la vez que Aegis lanzaba un corte vertical contra el.
Sin poder evitar el golpe al retrasarse por unos segundos, creó dos nuevas espadas y las juntó formando una cruz, aguantando la espada gigantesca de Aegis. Sin embargo, el suelo a sus pies se agrietó a la vez que los huesos de sus brazos se rompían y sus músculos se desgarraban.
 —¿Qué te parece? Ni siquiera está completo y es así de fuerte... ¿te imaginas cómo será cuando esté completo?
 —¿Honestamente? Un poco bruto... al menos, más de lo que ya es.
Allen dejó sus brazos colgando. De sus hombros y antebrazos salia sangre que manchaba el traje.
Aegis movió la espada en su mano y volvió a balancearla contra Allen, que al ver la hoja acercándose a el comenzó a sudar a la vez que se quedó en blanco sin saber cómo contraatacar o bloquear el ataque.
 —Esto es malo...
Allen saltó a su derecha y fue impulsado por el viento que produjo la espada al impactar contra el suelo.
En mitad del aire, Allen pensó rápidamente una contramedida contra Aegis.
 —Es gigante, tiene una espada y un escudo... su habilidad problemática hace que tenga una defensa absurda.
Allen tragó saliva y suspiró antes de formar una bola de fuego y lanzarla al aire, explotando.
Cuando vieron la explosión, Titán, Leid y Helen dieron la orden de retirada mientras que Allen entretenía a Aegis, el Gigax Ofiucus, saltando a su alrededor y golpeándolo con espadas y hachas que formaba de nuevo cuando se rompían.
Al cabo de unos minutos, se empezó a escuchar una voz de todas partes, perteneciente a Sombra Carmesí.
 <A todos los residentes y héroes de Ciudad F. Esto no es un simulacro. Seguid al héroe más cercano a vosotros, plan de evacuación A1.>
Al escuchar las instrucciones de Sombra, Archibald miró a su alrededor junto con el amatista levitando en su mano.
 —Allen... eres muy inteligente y precavido... Destruye.
Cuando Archibald dió su orden, Aegis soltó su escudo y espada a la vez que abría la boca lentamente y las serpientes se estiraban por todas partes.
La mandíbula de una serpiente mordió el brazo de Allen, atravesando sus omóplatos con los colmillos. Aguantando el dolor, Allen creó una espada en el interior de la boca de la serpiente y le atravesó el cielo de la boca hasta donde alcanzó. La serpiente siseó de dolor y liberó a Allen, que aprovechó el momento para alejarse de un salto.
 —A~lle~n...
Girándose tarde, Archibald lo golpeó en el estómago con su puño. Una vez que Allen expulsó sangre de su boca, Archibald lo agarró del cuello.
 —Evoluciona de nuevo.
 —¿Y por qué no aplicas eso al monstruito de Aegis? ¿O no eres capaz de entender esa petición usando ese cerebro desquiciado que tienes?
Con una risa, Archibald lo miró.
 —Te diré porque no lo hago.
Archibald se acercó a la oreja de Allen y susurró.
 —Es lo malo de que seas un punto fijo en el tiempo... ¿cuántas veces te habré matado ya...?
Allen frunció el ceño con sus palabras y golpeó la cara de Archibald, liberándose de su agarre.
 —¿Qué...?
Archibald chasqueó la lengua mientras notaba la amatista en su mano palpitar.
 —No es suficiente... la amatista está hambrienta. De todas formas, ¿dónde esconderán tú y esos burdos héroes a tantas personas?
Allen sonrió y apuntó al suelo, haciendo que Archibald dejara de sonreír y lo mirara estupefacto.
 —No habrás sido capaz... de...
 —Mi intención era atraer a Aegis aquí desde un principio y usar el subterráneo para mover a todas las personas a Ciudad A. Quitando a Aegis, en la base de la Federación no hay nadie que pueda con todo un ejército de héroes y civiles.
Archibald tembló de rabia, sin prestar atención a Allen, que invocó una ballesta y la cargó con una espada, apuntando al brazo derecho de Aegis.
 —Ni siquiera se me ocurre un buen nombre para esta técnica... Je... supongo que me hago viejo.
Al disparar, se creó un vendaval gris metálico que rompió la espada en miles de trozos girando alrededor. Cuando impactó, no le dejó ni el más mínimo rasguño al brazo de Aegis, haciendo que Allen suspirara.
 —Tenía que intentarlo al menos...
Allen hizo desaparecer la ballesta y miró a Archibald, colocando su mano derecha sobre su corazón y su brazo tras él, haciendo una reverencia.
 —Los modales de un caballero siempre van por delante, señor Archibald, le deseo que se controle la próxima vez que nos veamos.
Archibald miró a Allen y le apuntó con el amatista.
 —¡Tú no vas a huir a ningún sitio Allen!
Con una sonrisa, Allen desapareció en miles de puntos luminosos frente a Archibald, dejándolo con los ojos abiertos.
 —Por eso se quedó... ese... maldito... ¡¡¡HUMANO!!!
Archibald miró a Aegis que estaba destruyendo la Ciudad F lentamente.
 —¡Más rápido inútil! ¡Destruye! ¡Destrúyelo todo!

 

Allen apareció a un par de kilómetros de distancia, podía ver a Aegis destruir toda la ciudad.
 —Así que... ¿existía esa amatista? Que yo recuerde, mi cuerpo creó el rubí, el zafiro, la esmeralda y el topacio representando los cuatro elementos que controlaba el Umbralux. Luego creé el ónix y el diamante que controlaba la luz y la oscuridad... ese amatista debería ser la octava habilidad... ¿pero qué hace? ¿Ver el futuro? ¿Absorber habilidades? Mmmm....
 —Lo más importante ahora es explicarnos lo que te ocurre a ti Allen.
Allen se giró con una sonrisa agradable y miró al hombre.
 —Pensaba que me tocaría ir solo a Ciudad A, pero con tu compañía, Sombra, podré hablar sobre ciertos asuntos.
 —¿Asuntos? ¡Todos pensábamos que te retirarías! O peor, ¡que morirías!
Allen sonrió y miró a la mujer en el cielo, por encima de Aegis.
 —Para que yo muera, se necesita mucho más de lo que se piensa al verme... Al menos, conseguí el primer paso para derrocar a la Federación Heroica... hacer creer al mundo que Aegis es un monstruo.
 —¿A costa de mentirnos a todos?
 —Sombra, la mentira solo es mentira si se usa indiscriminadamente, pero si es necesario, la mentira se convierte en una herramienta para que las personas se dirijan en la dirección correcta, como en la política en algunos casos.
Sombra se calló, a lo que Allen sonrió.
 —Además, gracias a esa mentira, sé quién es el traidor y he acabado con un integrante más del Proyecto Perfección. Aunque aún necesito algo más de esa persona...
 —¿Hay un traidor en la Unión de Héroes?
Allen guiñó el ojo y se puso el dedo en los labios.
 —Las cosas a su debido tiempo Sombra, las cosas siempre irán a su ritmo... y siempre de una en una...
Con una sonrisa, Allen volvió a su traje, haciendo desaparecer su transformación y jugando en su mano con el ónix blanco. Mientras caminaba adelante, Sombra se fijó en el ónix con sus pensamientos siendo un misterio.




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