Caballero Crono

Capítulo 37

Allen caminaba relajado y tranquilo pese a las visiones que tenía. Se encontraba en Ciudad R, la ciudad portuaria cercana a la playa donde despertó.
Los transeúntes lo miraban y rápidamente cambiaban de dirección o de acera, evitando cruzarse en su camino. En parte eso se debía a que su ropa estaba rota y ensangrentada por algunas zonas, y por otra parte, era el subconsciente de las personas, ya que aunque levemente, Allen expulsaba de su cuerpo miasma azul.
—Es gracioso verte así... No sabes quién eres, no sabes qué debes hacer, ni siquiera sabes qué eres en realidad. Das pena, Allen.
Allen miró a la persona que le habló desde su lado izquierdo. Esa persona extraña le comenzó a seguir desde que entró en Ciudad R, jugando con una moneda de oro en su mano mientras se reía entre dientes. Ese chico que vestía una túnica negra y poseía los ojos celestes y el pelo castaño rizado, era Fortuna.
—Todo es un lío ahora. El futuro se está desmoronando, los otros apóstoles no saben ni qué hacer... Es por tu culpa. Has roto el balance entre bondad y maldad. La luz que representa mi señor Luminoso se está desbordando.
Fortuna chasqueó la lengua y miró a Allen.
—¿Siquiera me estás entendiendo niñato?
Allen ignoró la pregunta de Fortuna y continuó adelante, hacia ese punto brillante rojo en la distancia.
—Tsk... Debería matarte y corregirlo todo.
En el momento que el miasma se arremolinó alrededor de Fortuna y lanzó su moneda al aire, sintió algo extraño mientras veía la moneda caer en el suelo y acabar apoyada en la pared.
—¿Qué...? No debería ser posible interferir con la suerte... ¿cómo lo has hecho...?
Allen lo ignoró y continuó caminando.
Mientras Allen lo veía todo de esa manera tan extraña, con gente que se reía de él a través de su ojo derecho, y personas que lo ignoraban con su ojo izquierdo, miles de voces resonaban en su mente.
<¿Qué harías si tuvieras un poder aplastante?>
<¿Por qué eres así?>
<¿Aún sin poder te atreves a intentar alzarte?>
<¿Puedes soportar la eternidad?>
Allen intentaba por todos sus medios mantenerse sereno, debido a esas voces y por como veía todo a su alrededor, no hablaba con Fortuna ni mucho menos le respondía. Pero gracias a ello pudo descubrir varias cosas. La mas importante, habían pasado varios días desde que despertó en la orilla, y todos creían que había muerto. Al pensarlo, incluso Allen se reía de eso.
Una grieta se abrió de repente en mitad de Ciudad R, apareciendo un monstruo con forma de leopardo gigante, haciendo que todo el mundo huyera. En cambio, el monstruo no fue detrás de las demás personas, miró a Allen mientras rugía hacia él. Incluso Fortuna lo miró extrañado.
—Primero el niño retrasado no responde, y ahora un monstruo de baja categoría lo quiere de desayuno...
Lo que dejó impactado a Fortuna fue el hecho de que el monstruo ni siquiera se atrevía a acercarse a Allen, rugiendo y gruñendo en su dirección pero sin atacarle. De hecho, el monstruo caminaba hacia atrás, tenía miedo de Allen.
En el momento que Allen miró al monstruo, éste explotó, llenándolo todo con vísceras y sangre negra. Gracias a eso, Fortuna pudo ver lo que ocurría, Allen expulsó una cantidad ingente de miasma que chocó con el monstruo, haciendo que colapsara. No obstante, el miasma que salió de Allen era de un azul profundo y puro, como si fuera el propio océano.
—Eso... Eso...
Y sin que Fortuna se diera cuenta, alguien grababa lo que ocurrió con un teléfono, haciendo un directo en las redes sociales que duró poco menos de dos minutos.

En Ciudad A, donde Julius y Aegis junto a varias personas influyentes miraban con detenimiento dos cosas. La primera era la "singularidad" que apareció en Ciudad F, y la otra una captura de pantalla de un vídeo donde un vagabundo hacía explotar a un monstruo con su mirada.
De los presentes, el único que pudo vislumbrar realmente la identidad del vagabundo era el propio Aegis. El mariscal Julius así como los líderes políticos solo estaban interesados en el vagabundo superficialmente, mostrándose más preocupados por la singularidad.
—Una opción a ejecutar sería simular una aparición de monstruo para vaciar la ciudad por completo, en ese momento, podemos enviar al ejército para contener la singularidad por cualquier medio.
—Alcalde de Ciudad S, se olvida de que a la mayoría de personas les da igual los simulacros. Además, deberíamos centrarnos también en lo que ocurrió recientemente en Ciudad P.
Con las palabras del alcalde de Ciudad A, todos se quedaron en silencio.
Lo que ocurrió en Ciudad P, la lucha entre Vulpes y Allen, se ocultó del público general bajo la excusa de la aparición repentina de un Categoría EX que fue asesinado por Aegis. Al haber matado con anterioridad al Umbralux las masas fueron convencidas de ello, no obstante, para los mandatarios de las ciudades, así como para el propio Julius, sabían que era imposible que apareciera un Categoría EX y que pasara tan desapercibido.
No obstante, el hecho de que el alcalde de Ciudad P había sido testigo de lo que ocurrió allí y conocía la realidad de lo que sucedió, se abstuvo de responder ante los medios.
—Alcalde, no metas tus narices donde no deberías...
Aegis lo dijo tranquilamente, pero con su mirada penetraba el cuerpo del alcalde, dándole escalofríos.
—Pero aún así...
—Era un monstruo inimaginable y terrorífico...
Las manos, cruzadas frente al alcalde de Ciudad P, temblaban incontrolablemente mientras recordaba lo que ocurrió.
—Esa niña que no era más que una ilusión, nos obligaba a cumplir un papel, decía que era su "historia"... También estaba esa figura, si no lo hubiera visto hubiera creído siempre que es una invención.
—¿Por invención te refieres a...?
El alcalde de Ciudad P asintió mientras su mirada se fijaba en la imagen del vagabundo.
—Esa figura que parecía una estrella resplandeciente, estoy seguro de ello, era el mismísimo Dios del Sol, estaba defendiendo la ciudad cuando la oscuridad la cubrió.
Entre varios políticos empezaron a cuchichear entre ellos, haciendo que Aegis apretara los puños y Julius frunciera el ceño.
—También estaba ese héroe de Rango B, Crono... fue el único que se plantó frente al monstruo de Categoría EX.
Mirando a Aegis, el alcalde de Ciudad P continuó.
—Crono no solo luchó contra ese Categoría EX, lo mató dos veces. Y a su vez, el Dios del Sol se posicionó detrás del propio Crono.
Si antes todos los políticos estaban susurrando entre ellos, las últimas palabras del alcalde de Ciudad P los sumió en un silencio completo.
—Tras agregar lo que ocurrió en realidad, me gustaría convocar una rueda de prensa para hacer público el hecho de que el mariscal Julius, así como el "Escudo de la Humanidad" Aegis, han tergiversado los hechos acaecidos en Ciudad P usando su estatus así como revocarles su poder militar y derechos.
Aegis solo suspiró y miró al alcalde de Ciudad P.
—¿Y por qué ese cambio hacia mí y al Mariscal?
—Crono defendió a los civiles, un héroe. Lo que tú y Julius siempre habéis controlado son los medios de comunicación así como a todas las personas con habilidades, formandolas como soldados, pero Crono es solo una persona normal con habilidad y fue elegido por el Dios del Sol. Para mí eso es suficiente para comprender que cualquiera puede ser un héroe, cualquier persona puede convertirse en un héroe.
Sonriendo, Aegis miraba al alcalde de Ciudad P entretenido.
—¿Solo eso?
—Los héroes no pueden ser controlados, por eso se implementó la ley antihéroe. Y con la visita de Crono lo he podido comprender, los héroes son necesarios en esta era donde los monstruos aparecen en cualquier momento. Los héroes son fuerzas de la naturaleza que no se deben controlar.
Suspirando mientras sonreía, Aegis levantó su mano lentamente.
—Hay que ver... estos ancianos dan muchos problemas algunas veces...
Sujetando la mandíbula del alcalde de Ciudad P, Aegis comenzó a apretar hasta que estalló en una vorágine de sangre, tras lo cual lo golpeó con un puñetazo, atravesando su corazón en pocos segundos.
—La ley antihéroe seguirá igual, Julius seguirá siendo el mariscal, y por supuesto, lo que ha dicho el antiguo alcalde de Ciudad P son patrañas debido a la edad. ¿Alguien está en contra?
Tras asegurarse del silencio, Aegis se rió mientras comenzaba a matar a los alcaldes uno a uno. Julius, siendo testigo de todo, solamente se dignó a mantenerse en silencio mientras miraba al vagabundo en la imagen.




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