Cachorros del Alfa #2

CAP. II

DANIKA

El olor a pino y tierra llenó mis pulmones cuando salí al porche de madera de la casa de mi padre, con el rocío de la mañana pegado a mis pies descalzos. Mi mirada vagó por la exuberante extensión verde del jardín donde los trillizos se revolcaban en la hierba, sus risas se mezclaban con el susurro de las hojas en la suave brisa.

A mi lado, April los miraba jugar, sus ojos marrones reflejaban una calidez maternal que siempre parecía tranquilizarme.

—Danika —comenzó, su voz suave pero llena de preocupación—, ¿qué pasó mientras estabas cautiva? Apenas has hablado de eso.

Dudé, los recuerdos arañaban los bordes de mi mente, oscuros y enredados como la espesa maleza del bosque que nos rodeaba. Pero era April, mi amiga verdadera. Si no podía confiar en ella, ¿entonces en quién?

Respiré profundamente y dejé que la verdad se derramara en voz baja. —Hubo momentos en los que el miedo me consumía, en los que pensé que no saldría con vida —Miré a los trillizos, su cabello ardiente reflejaba el mío, un recordatorio constante de mi fuerza y ​​mi vulnerabilidad—. Pero también estaba Noha.

April inclinó la cabeza, animándome a continuar.

—En medio del caos, encontramos consuelo el uno en el otro. —confesé, mientras mis mejillas se calentaban ante el recuerdo. —Escapamos, estuvimos en una cueva. Fue... íntimo. —La palabra parecía demasiado pequeña, demasiado simple, para la profunda conexión que había surgido entre nosotros, incluso en cautiverio.

—¿Tú y el rey…?

—April…Noha es el padre de los trillizos. —confesé.

La expresión de April se suavizó, no por sorpresa, sino por comprensión. —Siempre lo sospeché —murmuró, señalando a los niños—. Míralos, Danika. Tienen los ojos de Noha, incluso la forma en que inclinan la cabeza cuando sienten curiosidad. Es inconfundible.

Mi corazón se apretó ante sus palabras, las implicaciones enviaron ondas a través de las tranquilas aguas de mi alma. Noha Werewolf, alto, enigmático, con una presencia que llamaba la atención sin pronunciar una sola palabra, era el verdadero padre de mis trillizos. Y de alguna manera, a pesar de las barreras que erigió a su alrededor, yo también siempre lo supe.

—Rey Noha. —susurré, dejando que el título colgara entre nosotros, cargado de mil emociones no expresadas.

April extendió la mano, tomó mi mano entre las suyas y me castigó. —Danika, tus hijos son de linaje, te imagina la cara que pondrá tu madrastra cuando se entere de la verdad

—No me interesa la opinión de Sophia, solo la felicidad de mis hijos.

April se quedó en silencio por un momento, asimilando la información. Luego, me miró directamente a los ojos. —¿Qué pasara con Liam? —preguntó, su voz tranquila pero llena de preocupación. —¿Qué vas a hacer con él?

Suspiré, apartando la mirada hacia el jardín exterior. —No lo sé, April. Liam ha sido tan bueno conmigo, siempre ha estado ahí, apoyándome. Le prometí que me casaría con él, pero ahora... ahora no estoy segura de nada. Mis sentimientos están en caos.

April asintió lentamente, comprendiendo la profundidad de mi dilema. "¿Amas a Liam?" preguntó, su voz suave pero insistente.

Me mordí el labio, buscando en mi corazón la respuesta. —Lo quiero —admití, sintiendo la verdad en mis palabras—. Pero no sé si es amor verdadero o si solo es gratitud por todo lo que ha hecho por mí y por los niños.

—¿Y Noha? —continuó April, sus ojos escrutando los míos—. ¿Qué sientes por él?

Esa pregunta era aún más difícil de responder. Noha había sido una presencia constante en mi juventud, una mezcla de dolor y pasión, de odio y amor. —No lo sé —dije finalmente, mi voz quebrándose—. Noha es... complicado. Lo odié por mucho tiempo, pero ahora que sé la verdad, no puedo evitar sentir algo por él. Algo fuerte y confuso.

April apretó mi mano con más fuerza, brindándome su apoyo incondicional. —Danika, tienes que seguir a tu corazón. Sé que suena cliché, pero es la única manera. Tienes que averiguar qué es lo que realmente quieres y a quién realmente amas.

Sentí una oleada de gratitud hacia ella, pero también un miedo profundo. —¿Y si me equivoco? ¿Y si hago daño a las personas que amo?

—Todos cometemos errores —respondió April, su voz firme pero cariñosa— Pero lo importante es ser honesta contigo misma y con los demás. No puedes vivir tu vida basada en el miedo. Tienes que ser valiente, Danika.

Sus palabras me envolvieron como una capa protectora y, por primera vez desde que regresé, la esperanza parpadeó dentro de mi pecho, brillante y desafiante contra las sombras de mi pasado.

(...)

La luna colgaba pesada en el cielo índigo, una esfera brillante que tiraba de la médula de mis huesos. Susurró secretos que sólo mi lobo podía entender, atrayéndome desde la calidez de la casa de mi padre hacia el abrazo de la noche. Mi piel se erizó con anticipación mientras me despojaba de mi forma humana, entregándome a la llamada primaria que emergía a través de mis venas.

Corrí por el bosque, con las patas golpeando suavemente el suelo del bosque, zigzagueando entre pinos altísimos y helechos cubiertos de maleza. El olor del lago se hizo más fuerte, mezclándose con el aroma terroso de las agujas de pino y la tierra húmeda. Con cada salto, mi corazón latía, resonando con el salvaje tamborileo de la naturaleza.

Mi aliento se convirtió en nubes brumosas mientras me acercaba a la extensión plateada del lago. Su superficie brillaba bajo la luz de la luna como un espejo de las estrellas. Y allí, a lo largo de la orilla del agua, estaba Noha; su propio lobo formaba una silueta oscura contra la arena pálida.

Sus ojos grises se encontraron con los míos, reflejando el brillo lunar. Tenían la misma intensidad que había visto en su mirada humana: profundos charcos de emoción que rara vez dejaba que se desbordaran. Pero esta noche algo era diferente. Había una crudeza, una apertura que me hacía señas para que me acercara.




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