Cada Segundo Cuenta

CAPÍTULO DOS

Capítulo dos.

 

A decir verdad, durante los primeros días de clases se me hacía difícil no recordar mi inicio en esta preparatoria, cuando por primera vez llegué a caminar por aquellos pasillos siendo observada por algunos estudiantes y en mi salón las miradas curiosas de mis compañeros.

Apenas estaba comenzando la preparatoria cuando a papá le salió una oferta de trabajo en otro lugar y tuvimos que mudarnos hasta acá. Tuve que dejar mi antigua escuela y a mis amigos, realmente fue triste.

Habíamos llegado en enero, y mi transferencia no fue un problema para la escuela, además, era la más cercana a donde ahora vivía por lo que en sí nos favorecía.

Estuve una semana comiendo sola en las gradas de la cancha de fútbol, y en una de ellas, una chica que se veía de mi edad apareció y al verme se sorprendió de mi presencia como yo de la suya. No dijo nada tan solo se sentó a unos metros de mí. Tenía el cabello castaño atado a una coleta que le quedaba muy bonito. Llevaba su iPod, sus audífonos y una bolsa de papel en lo que supuse era su comida. Me sorprendió que alguien como ella estuviera en la hora del almuerzo por estas zonas de la preparatoria puesto a que ella parecía una de las chicas populares.

Ella me observó unos minutos las cuales yo me sentía muy incómoda, tuve la idea de levantarme de mi lugar e irme a comer aunque sea en los baños pero antes de que llegara a hacerlo, ella me sonrió y habló.

—Hola, no te había visto antes por acá, — ladeó la cabeza— debes ser nueva, ¿cómo te llamas?

Estaba algo dudosa si contestarle, no era buena socializando con las personas pero algo en ella me transmitía seguridad.

—Alicia.

Hablé en un susurro con la mirada baja, le di un rápido vistazo y observé que su sonrisa creció más al escucharme.

—Hola, Alicia. Bienvenida.

Con el pasar de los años nuestra amistad se fortaleció, ella realmente era una gran amiga, me ayudó a adaptarme mejor en la escuela, intentó que socializara más con los demás pero al ver que yo no ponía tanto empeño en eso lo dejó estar. Ella era muy enérgica y divertida, mientas yo era más tranquila y algo callada.

En sí, éramos un complemento raro pero perfecto para ambas.

El recuerdo me hace sonreír, y está crece más cuando visualizo a mi amiga que se encuentra frente a mí ya que estamos en una de las mesas de la cafetería. Después de algunas clases por fin era la hora del almuerzo.

—Pensé que este año se iría con sus padres a vivir a España pero al parecer no fue así, mira, ahí viene. —murmura Liz con algo de euforia en su voz.

Mi amiga da una mirada para nada indiscreta hacia la puerta de la cafetería y yo frunzo el ceño, volteo hacia el lugar que mira y ahora si entiendo el porqué de su emoción.

Nicolás García, capitán del equipo de Básquet y uno de los chicos más populares de la escuela. Un chico de cabello negro, ojos café, alto con figura atlética y sin olvidar, que es el amor platónico de muchas en la preparatoria. Camina con una gran confianza entre las mesas, causando algunos suspiros entre las chicas.

—Cada vez está más sexy y más hermoso.

Volteo a verla y no deja de mirarlo con una tonta sonrisa. Le paso unas servilletas y ella frunce el ceño.

—Para que te limpies la babita que tienes acá. — señalo la comisura de sus labios y ella ladea una sonrisa.

—Boba. —Me reí ante su comentario— pero no creo que tenga suerte, —su tono de voz cambió a una hostil.

Está vez su pose fue diferente y empezó a comer su almuerzo.

— ¿Qué quieres decir con eso? —pregunto.

—Que aunque me parezca el ser más sexy, nunca se fijará en mí. Y eso que estoy en el equipo de porristas.

Digamos que Lizeth entró al equipo de porristas porque según ella sería más visible y popular. Sí que le pone mucho esfuerzo a su vida social.

—Eres una chica muy hermosa y cualquier chico podría fijarse en ti, no te des mala vida en empezar a despreciarte porque vales mucho y eso lo debes saber. —le digo honestamente y ella sonríe.

—Gracias —me sostiene la mano desde el otro lado y suspira antes de volver a hablar— sino fuera por ti, yo no sé cómo me encontraría en estos momentos.

—Oye, eso ya es pasado no vale la pena recordarlo.

Ambas compartimos una sonrisa y volvemos la vista a nuestro almuerzo.

Intento enfocarme en terminar mi comida pero ahora me empiezo a sentir observada, levanto la mirada y la recorro por toda la cafetería.

Nada.

Ya estoy empezando a alucinar, necesito comer.

 

(...)

 

El pasillo ya estaba vacío, caminaba hacia la biblioteca para encontrarme con Gael y Sofía, ya que quedamos en estudiar juntos.

No estamos en el mismo salón pero ellos me caen bien, especialmente Gael, que es muy extrovertido y siempre está con esa actitud alegre que contagia a cualquiera que esté en su alrededor. Su cabello castaño que siempre la trae peinado perfectamente haciendo un lado y sus lentes a veces le sientan como un «nerd» según lo llaman sus compañeros, pero en realidad su personalidad es más llamativo.

Sofía es más recatada y altruista, le gusta ayudar a los demás y eso habla bien de ella. Su cabello pelirrojo llama la atención y junto con sus ojos verdes la convierten en una chica muy bella. Aunque nuestro primer encuentro no fue el mejor, —accidentalmente derramé yogur en su blusa— tuvimos una bonita amistad en la que también apareció Gael ya que era amigo de ella.

Al entrar al pasillo donde se encuentran las mesas me llevé una sorpresa al ver que alguien más los acompañaba, ellos al sentir mi presencia ambos voltearon a verme y me dieron una sonrisa, la persona que los acompañaba también me miró y todo mi cuerpo se tensó.

¡Oh, Dios Santo! Esto debe ser una broma.

Estaba sentado junto a Gael y frente a él se encontraba Sofía, dejando un espacio para lo que supuse era el mío. Su cabello negro lucía alborotado como si lo hubiese pasado sus manos en el pero que le quedaba bien, también llevaba el uniforme de la preparatoria a comparación de la capucha de ayer. Una sonrisa se forma en sus labios y yo aparto la mirada.




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