Cada Segundo Cuenta

CAPÍTULO TRES

Capítulo tres.

Esto es muy incómodo.

Sofía y Gael se miran entre ellos, la clara confusión plasmada en sus rostros es muy evidente. Y el pelinegro de Josh, no deja de mirarme.

Di algo, Alicia.

—¿Ya se conocían? —pregunta Gael.

Esto ya no tiene caso, si intento inventarme alguna historia sería muy tonto y yo no soy buena mintiendo. Además, la situación está muy clara que si intento mentir, Josh puede desenmascararlo todo y dejarme como una mentirosa.

Me mojo los labios antes de hablar, —Algo así.

Dirijo mi vista hacia el chico que tengo al frente y él arruga las cejas.

—¿Algo así? —me pregunta— Tú no quisiste colaborar, bonita.

Siento mis mejillas calentarse, de alguna manera fue una indirecta que lo entendí perfecto. La pelirroja y el castaño me dan una mirada confundida a lo que yo niego rápidamente, no quiero dar explicaciones. El recuerdo de lo que pasó ayer invade mis pensamientos...

Por lo menos dime tu nombre — dijo él.

No tengo porque hacerlo y si me permites, tengo que irme.

¿Eres siempre así de evasiva? — pregunta, se levanta de su sitio aún bloqueando mi camino.

No sé a qué te refieres, pero déjame decirte que no me conoces en lo absoluto. — intenté hacerlo a un lado pero era inútil.

La reunión había terminado hace diez minutos y se me estaba haciendo tarde para tomar el próximo autobús que me llevaría a casa. Suspiré frustrada pasando mis manos por mi cara y vi a través de su capucha azul que él se divertía con lo que hacía.

—Por eso te pido al menos que me digas tu nombre, bonita, solo eso y te dejaré pasar.

—No me digas, bonita.

Ya era suficiente, no conocía de nada a este chico y lo único que hizo fue irritar mi día desde que se sentó al lado mío. Reuní suficiente valentía, me subí sobre la silla que minutos antes estaba sentada y como pude, pasé a la otra fila de asientos para salir de este auditorio lo más rápido posible.

Él soltó una risotada que me molestó, pero decidí no hacer ni decir nada al respecto para después salir del aula.

—¿Alicia?

La voz de Sofía me trae de vuelta a la realidad.

—¿Si?

—Que si te sientes bien, te quedaste parada mirando a la nada y estás toda roja. ¿Te encuetras bien?

Intercambio miradas con Josh quién disiula una sonrisa. Esto es vergonzoso. Recojo mi mochila y me levanto de la silla.

—Lo siento, me tengo que ir.

Sin esperar respuesta de ellos, salgo lo más rápido que puedo de la biblioteca, sintiendo una mirada penetrante detrás de mí y sé de quién es.

Bajo la velocidad de mis pasos cuando estoy en el pasillos de los casilleros, lejos de la biblioteca.

Por lo general, no me gusta lidiar con momentos incómodos porque me pongo muy nerviosa y las palabras que digo se vuelven incoherentes, por eso fue mejor salir de esa situación aunque parezca patético.

No suelo ser grosera con nadie, soy muy respetuosa con las personas pero, cuando noto el sarcasmo y cinismo de alguien hacia mí que de alguna manera lo siento como burla, no puedo evitarlo pero mi lado defensivo sale a relucir. Lo cual pasó el primer día de clases con Josh, muy aparte de que se sentó al lado mío por supuesto.

 

(...)

 

—En estos días he estado pensando mucho sobre eso, Alicia. No sabría como reaccionar por si me llega a ver —Liz da un suspiro.

Estábamos en mi habitación, comiendo golosinas ya que de alguna manera teníamos una pijamada que fue improvisada y algunos aperitivos no nos vendrían mal. Vino a quedarse hoy a dormir ya que quería hablar conmigo. Le dije que hubiera esperado para vernos en la escuela y conversar allí pero Liz es Liz, así de intensa y dramática, por lo que no quiso esperar de lo que sería una conversación profunda, según ella.

—Lo que me pregunto ahora es el motivo por la que después de tanto tiempo volviste a pensar sobre ese tema, —agarro una gomita y me la como— yo pensé que ya lo habías olvidado, Lizeth.

—Y lo había hecho hasta que... —ella me mira preocupada y yo arrugo las cejas confundida, —me llegó un mensaje hace una semana de un número desconocido con un mensaje que me alarmó pero tengo una corazonada de que sea él.

—¿Qué decía el mensaje, Liz?

Ella revisa su teléfono y me lo entrega para que lea el contenido. Vaya sorpresa.

Número desconocido:

Diez días hasta que te prepares, tic toc...

Fue muy extraño y escalofriante, un mensaje así le daría miedo a cualquier persona, aunque nosotras teníamos una idea de quién podría ser el remitente y no era bueno eso. Miré a Liz frente a mi y ella estaba mordiéndose las uñas, completamente claro su nerviosismo.

—Deja de hacer eso.

—Alicia, ¿crees qué él aparezca de nuevo por acá? —pregunta, recoge una almohada y la abraza, —Mi madre entra de turno esta semana y no sé qué hacer.

—Si recibiste el mensaje hace una semana, eso quiere decir que dentro de dos días podría aparecer —concluyo.

Esto es más complicado de lo que pensé, ahora entiendo el porqué Liz quiso quedarse está noche en mi casa, lidiar con esto sola no es sano para ella después de lo que pasó. Me rasco detrás de la cabeza mientras bufo en molestia.

—Pues para ser sincera, todo esto me preocupa y más por ti, pero no sé que pueda pasar. Por si realmente llega a ser él tendrás que ser fuerte como lo venías siendo todo este tiempo desde que se fue.

Ella cae en la cama dramáticamente con los brazos y piernas extendidos, por suerte tengo una cama grande. Toma una almohada y se la pone en la cara para después gritar sobre ella, lo bueno es que amortigua su voz así nadie más que yo la escucha. Tira la almohada hacia un lado y me mira.




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