Cadenas de Sangre

9

 

Al día siguiente, todos estaban listos para regresar a casa. En el itinerario que habían acordado Nathan, Anael, Iván y Dylan, debían hacer unas paradas en ciudades del norte del país. No podían ir de viaje a su suerte, podrían llamar la atención de Liam si se enteraba que Dana había matado a un títere y, por otro lado, debían estar atentos al siguiente movimiento de Safira. Además, debatieron bastante sobre la suerte de Isaac, pues al parecer, era un joven que ahora se encontraba solo. Cómo él no sabía nada del otro mundo; sabían que tal vez, no lo dejaría entrar a la Tierra de los dragones, ni por lastima. Los humanos no pueden entrar aquí…y Minerva, tal vez tarde en pasar al hogar de su padre; sin embargo, por si acaso, se les ocurrió la idea de buscar a mi hermano Kessler en el camino, antes de llegar a casa.

Minerva está somnolienta, tiene aproximadamente una hora intentando salir de su casa; pues debe seguir a su padre — quién llevó a Isaac a la policía a reportar a Marina y a su madre como desaparecidas; sin embargo, lo hicieron para comprobar la verdadera identidad del muchacho, con la esperanza que su verdadera madre estuviera viva —, aunque, Nathan le está impidiendo el paso. Todo su organismo está invadido de enojo puro; Nathan le insistió demasiado que fuera hacer las maletas y llevara en ellas lo más esencial; pero, la muchacha se negó rotundamente, porqué sabe que ira de viaje con él. Anael en cambio, — antes de ir a llevar a Isaac a la policía — le veía con ojos de insistencia y también le negó su orden. Mientras le decía a su padre que quería estar con él en esta situación inexplicable, su padre había desaparecido de la casa y ella corrió tras él; no obtante, Nathan, apareció en un parpadeo y la cargó en su hombro como un costal de papas. Enojada empezó a patalear con los pies en el aire mientras con los puños le propinaba unos buenos golpes en la espalda sin tener el menor éxito. ¿En qué tipo de padre se había convertido Anael de un segundo a otro dejándole ir a la fuerza con un par de desconocidos?

No te bajaré, tus golpes no duelen. — Aclaró Nathan con sinceridad. Minerva golpeó con más fuerza porque sus palabras no le agradaron y además a su edad era imposible decirle un no por respuesta. Él por su parte caminó con ella hasta la puerta de su casa. Vencida estiró los brazos sobre el hueco de la puerta en una ilusión de impedir qué la metiera a la casa a la fuerza. Sujetó con fuerza los muros, sus dedos los acomodó con delicadeza encajando sus delgadas y pequeñas uñas en la pared dónde estaba el marco de la puerta. Nathan jaló bruscamente hacia adentro. Minerva se raspó los dedos provocando qué gritara por los raspones en las yemas de sus dedos.

¡Me aturdes! Deberías de estar en paz, cuidaré de ti… de verdad no veras a Anael dentro de un tiempo…

¡Deberías de convertirte en cenizas! — Gritó enojada.

Para tú desgracia…No soy un vampiro. — Sus palabras le cayeron como un balde de agua fría. Minerva no quería estar con él, no ahora, no estaba lista. No pensaba que con la llegada de un desconocido tendría que dejar su hogar de la noche a la mañana. Conforme pasó el tiempo, la joven se fue tranquilizando; sus emociones agresivas no le abandonaban, pero, ver lo ojos verde miel de Nathan le embobaron por completo.

No me voy a mover de aquí hasta que vayas por tu maleta… — Aclaró cerrando la puerta de la casa tras de él. Nathan si apartar la mirada de la chica, la examinó, sus movimientos, gestos y hasta parecía que también sus pensamientos, pero, eso lo tenía prohibido. Minerva, vencida, desvío la mirada dejándose caer al suelo para sentarse; se rascó la sien intentando calmar su desesperación por salir de casa, luego, inhaló hondo y exhaló por unos minutos; después cuando se sintió serena, con más tranquilidad miró a Nathan.

— ¿Por qué me ves así? — Preguntó.

— Creo que me enamoré de ti — Nathan soltó una leve carcajada.

— Esperaba que me dijeras algo peor…

— ¿Qué pasará con Isaac? — Nathan se encaminó hasta la joven, bajó la cabeza para verla con más atención.

— Él no es tan importante...por ahora…creí que te habías enamorado de mí.

— Eso dije, pero, quiero saber que va a pasar con él.

— No lo sé, Minerva. Él no podrá ser parte de este viaje, será peligroso…y no creo que tu padre cargue con más muertes innecesarias en su conciencia, Anael, ya tiene mucho dolor en su ser con todo lo que ha pasado.

— No entiendo nada…— Nathan suspiró y los dos se quedaron en silencio por unos segundos más. Nathan, miraba a la chica, no podía evitarlo, sentía que había encontrado algo que había pedido hace mucho tiempo.

— Deja de verme… — susurró la joven apenada.

Nathan se mordió el labio inferior y desvió la mirada hacía la ventana de la sala.

— Lo siento… es que…me parece que te conozco de toda la vida y llevo una eternidad sin verte. — El joven giró la cabeza para mirar a Minerva una vez más. Estiró su brazo para ayudarla a levantarse del suelo. Minerva tomó su mano. Al sentir el roce de su piel, sintió el calor que emana aquel ser; su piel es cálida y su tacto reconfortante. La muchacha le dedicó una sonrisa un poco apagada; se encaminó al sofá y se dejó caer para acostarse. Al estar boca arriba, mirando hacía el techo; levanta la mano que Nathan había agarrado; aún sentía el calor que desprendió.
Nathan se encaminó a la puerta y la abrió. June estaba afuera. Frunció una sonrisa incredula, ¿qué estaba sucediendo? Iban a irse pronto, porqué los problemas con los villanos estaban a flor de piel y, la persona que Anael estuvo buscando durante años; llegó de la nada.



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En el texto hay: magia

Editado: 08.04.2021

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