Cadenas Invisibles

Capitulo 01: Jaula de Oro

El cristal reflejaba la ciudad como un espejismo brillante. Desde el piso treinta y cinco del rascacielos Morelli, Nueva York parecía un tablero de ajedrez iluminado, donde cada pieza tenía su lugar y propósito. Luca Morelli observaba las luces parpadear con la copa de vino en la mano, pero ni el lujo ni la vista podían disipar la sensación de encierro que se apretaba en su pecho.

—Deja de soñar despierto, Luca. —La voz de su padre lo arrancó de sus pensamientos. Alessandro Morelli entró en la oficina con la misma presencia imponente de siempre, ajustándose los gemelos de oro.

Luca se giró, adoptando la expresión neutra que había perfeccionado a lo largo de los años.

—No estaba soñando.

—Eso espero. —Su padre se detuvo frente a él, con la mirada fría—. La junta directiva espera que firmes los papeles del acuerdo con Westwood Industries. No puedes dudar en esto.

No puedes dudar en nada. Esa era la regla de oro en la familia Morelli. Negocios antes que todo. Antes que la felicidad. Antes que el amor.

Luca asintió, aunque la idea de cerrar otro trato vacío lo hacía sentirse más atrapado que nunca.

—Claro.

Alessandro lo estudió por un momento y luego asintió, satisfecho.

—Bien. Ponte el traje negro para la gala de esta noche. Quiero que causes una buena impresión.

Y con eso, se fue, dejando un silencio denso tras de sí.

Luca suspiró, dejando la copa en el escritorio. La gala sería otra exhibición de poder, otro evento lleno de sonrisas falsas y conversaciones sin alma. Lo de siempre.

O tal vez… no.

════ ⋆★⋆ ════

La gala estaba en su punto más alto cuando Luca se escabulló por la salida de emergencia. Afuera, el aire de la ciudad le golpeó el rostro, y por primera vez en toda la noche, sintió que podía respirar.

Caminó sin rumbo por las calles iluminadas, dejando atrás la pomposidad del evento. No sabía qué buscaba exactamente, solo que necesitaba algo… diferente. Algo real.

Y entonces, lo encontró.

En la esquina de una avenida menos transitada, un chico tocaba la guitarra bajo la tenue luz de una farola. Tenía el cabello castaño alborotado, jeans rasgados y una chaqueta de cuero desgastada. Su voz era áspera y llena de sentimiento, como si cada palabra cargara con una historia.

Luca se detuvo, atrapado.

No era la primera vez que veía a un músico callejero, pero había algo en él que lo hizo quedarse. Quizás era la manera en que cerraba los ojos al cantar, como si el mundo desapareciera cuando lo hacía. O tal vez era la intensidad con la que sus dedos se deslizaban por las cuerdas, como si la música fuera lo único que lo mantenía en pie.

Cuando terminó la canción, un par de personas dejaron billetes en su estuche abierto. Luca, sin pensarlo demasiado, se acercó y dejó un billete de cien dólares.

El chico levantó la mirada y sonrió, pero no con gratitud. Más bien con burla.

—Vaya, un filántropo. ¿Debería inclinarme ante ti?

Luca parpadeó, sorprendido por la respuesta.

—Solo quería agradecer la música.

—Si quieres agradecerme, compra un disco de verdad. —El chico guardó la guitarra y se puso de pie—. ¿Qué hace un tipo con traje paseando por estos lados?

—Escapando.

El músico lo miró con curiosidad, cruzándose de brazos.

—¿De qué?

Luca no supo qué responder.

El chico sonrió de lado y negó con la cabeza.

—Eres raro, millonario.

—Luca. —Se corrigió automáticamente.

—Kai. —Respondió el otro sin pensarlo demasiado—. Bueno, Luca, fue un placer, pero tengo que irme.

Sin esperar respuesta, Kai recogió su estuche y se alejó por la calle, dejándolo con una extraña sensación de vacío.

Por alguna razón, Luca sintió que quería volver a verlo.

Y no tardaría mucho en hacerlo.

∘₊✧──────✧₊∘