Café para 2

Capítulo 7

Pese a todo acabé aceptando el plan de Lore, de todas formas, yo sabía que por mi cuenta no lograría nada; y lo cierto es que, pasara lo que pasara, no habría mucha diferencia. Mi relación con ella no podía empeorar ¿verdad? Obviamente estaba muy equivocado.

El plan que Lore había elaborado para mí consistía en 3 fases que, según ella, me ayudarían a entablar una relación más estrecha con Natasha. Las mismas eran: Mostrar mis fortalezas, demostrar empatía y producir celos. Aunque según ella, lo conseguiríamos sólo con la primera.

La primera fase, mostrar mis fortalezas, tenía el objetivo de que ella se quedara asombrada por mis virtudes. Según Lorena, a las mujeres les atraían las personas fuertes y buenas en lo que hacen, como los futbolistas, los actores, etc. El único problema era que yo no tenía ninguna fortaleza que me destacara sobre los demás.

—¿A qué te refieres con que no tienes ninguna? —me preguntó cuando se lo comenté.

—Es cierto, no soy especialmente bueno en nada.

—¿No eras hábil en el básquet? —preguntó luego de pensar.

—Durante los primeros años de secundaria, luego me uní al equipo de básquet ¿lo recuerdas?

—Cierto… no fue tu mejor semana. ¿Y qué me dices de la música? Solías tocar muy bien la guitarra.

—No lo he hecho desde hace mucho tiempo.

—Pues podrías empezar ahora.

—Yo no lo creo…

—Hay vamos, a todos les gusta la música.

—No eres la más indicada para decirme eso —le recordé.

Ella dejó de insistir, ambos sabíamos muy bien que el tema música no nos llevaría a nada bueno.

—Oye, dijiste que trabajaba como editora ¿no? y si le muestras tus…

—No.

—Pero sería como matar dos pájaros de un…

—No. No lo he hecho desde “ese” día. Y no tengo ningún apuro de volver a… —la frase se me había atorado en la garganta, y no parecía poder salir. Pero no hacía falta, mi amiga sabía muy bien lo delicado de aquel tema.

Permanecimos unos segundos pensando en silencio, Lore se veía un poco apenada por haber sacado “ese” tema, pero yo estaba más preocupado por no tener una habilidad que usar en el plan.

—¿Y ahora qué?

—Pues, sin nada que te destaque… ¿Cómo es posible que no tengas una buena cualidad aparte de hacer café?

—¿Qué te parece eso?

—¿Hacer café? ¿Quieres enamorar a una mujer adulta haciendo café?

—No parece una buena idea ¿no?

—Pues no nos quedará de otra. Veamos qué podemos hacer.

***

La campanilla de la entrada me sacó de mis pensamientos, me volví hacia la puerta esperando verla entrar por allí, pero mis ojos se encontraron con un señor bastante mayor, el cual se sacó el sombrero en señal de saludo. Volví a mi puesto hecho un manojo de nervios. Definitivamente no estaba preparado para encontrarme con ella.

—¿Nervioso? —me preguntó Lore desde la caja registradora.

—¿Tú crees?

—Oye, debes tener fe en mi plan.

—Es debido a tu plan, que estoy nervioso.

—Que mal agradecido —dijo. La campanilla volvió a sonar y alguien se acercó al mostrador —bienvenido, ¿que llevará?

—Un café por favor, para tomar aquí.

El escuchar su voz me produjo tal sobresalto que casi dejo caer uno de los platos de mi mano, por suerte lo atrapé a tiempo, suerte que no tuvo el bote de azúcar que se desparramó por la barra.

La voz del señor Ross me ordenó que limpiara, di un pequeño vistazo en dirección hacia la caja y allí, Lore se tocaba la frente mientras ponía los ojos en blanco. Del otro lado de la barra, una sonriente Natasha me miraba con una expresión que prefería no saber qué estaba pensando.

—Bueno, creo que puedo esperar un delicioso café ¿no?

Le brindé una sonrisa de complicidad y ella se dirigió a su habitual sitio, no era la mejor forma de empezar con el plan, pero al menos Lorena parecía satisfecha, y con una pulgar hacia arriba me indicó que lo había hecho bien, aunque no estaba muy seguro de ello.

—¿Recuerdas el plan? —me preguntó mientras preparaba el café.

—Sí, iré y trataré que elogie mi… café.

—No te preocupes si no funciona, recuerda que nos quedan otras 2 fases.

Las palabras de Lore no me dieron tantos ánimos como ella esperaba, pero agradecía el intento. «Es la hora» pensé, y me dirigí a la mesa donde ella estaba trabajando.

—Aquí tiene, un café extra delicioso —dije con confianza.

—Gracias, Aliberth estoy segura que…

Natasha no terminó de hablar pues justo después de probar el primer sorbo de la bebida, su rostro hizo una mueca de desagrado que me produjo una terrible preocupación, preocupación que aumentó cuando fue incapaz de mantener la bebida en su boca.




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