Café para 2

Capítulo 12

Me gustaría poder decir que luego de esa charla el señor Ross cambió su actitud y se volvió mucho más amable y comprensivo, que dejó de lado su actitud estricta y un tanto tirana para con nosotros sus empleados, pero no todo es como en las películas.

—Al final su buen humor se fue con su nieto —suspiró Lorena.

—Sí, pero ahora se la pasa presumiendo de él.

—¿Y tú crees que eso es una mejoría?

—Pues es mejor que nada —admití.

—En realidad puedes tener razón, podemos usarlo a nuestro favor. Podríamos pedirnos días libres mientras él habla de su nieto, quizás hasta podamos manipularlo para un aumento, estuve pensando en un método para…

Mientras Lorena conspiraba contra nuestro jefe, a riesgo de hacer horas extras si la descubrían, yo me quedé observando la entrada con impaciencia, por estas horas debía de estar llegando Natasha; ya había notado su ausencia el día de ayer, y el día de hoy ya se estaba tardando en llegar. Mi mente me jugaba trucos mostrándome imágenes de ella entrando con su conjunto de oficina, su maletín y su sonrisa rebosante de confianza y seguridad que hacía que mi corazón me latiera el doble de rápido.

Al fin la campanita de la entrada sonó, y de allí entro un hombre de traje negro con el cabello rojo y una expresión de fanfarrón que apenas lo vi me hizo hacer una mueca de irritación. En otra ocasión ni me hubiera molestado en prestarle tanta atención, había ocasiones en que aparecían clientes de ese tipo, pero lo sorprendente pasó luego de que entrara.

—Parece un buen lugar —comentó volviéndose a su compañera.

—Te lo dije, y los cafés de aquí son los mejores.

Si soy honesto hubiera deseado que ella no me mirara cuando hizo ese comentario, así podría haberme aferrado a la idea de que era otra cliente desconocida entrando al local, pero no. Lo cierto es que solo muerto podría no haberla reconocido, cabello oscuro brillante, lentes que ocultaban unos ojos de color verde esmeralda, y una sonrisa que, desde que la conocía, solo la había usado conmigo.

No quería creerlo, pero ahí estaba, Natasha dirigía a ese hombre por el local. De no ser por la actitud de ese tipo, tan confiada y “graciosa” (porque de gracioso no tenía nada) hubiera pensado que solo era un compañero de trabajo, ¡pero cómo puedes pensar eso cuando el tipo tiene escrito en la frente que le gusta!

Mantuve mi vista fijada en ellos a la vez que intentaba atraer a Lorena hacia mí, que todavía seguía con su plan de conspiración en contra de nuestro jefe. Por fin la tomé de la ropa y la atraje hacia mi lado sin despegar mis ojos de la pareja que había tomado asiento en una mesa del local.

—Sabes que me tienes del moño ¿no?

—Mesa 12 —dije simplemente.

—Ay por favor… tiene que ser una broma —se quejó con frustración mientras veía a la pareja charlar.

—No, no lo es —le aseguré con un tono muy seco.

—De acuerdo, tranquilicémonos tal vez no es lo que parece.

Una carcajada proveniente de la doceava mesa llegó hasta la barra, la risa de ese tipo era tan exagerada e irritante como su cara, y lo peor es que Natasha también se estaba riendo, «por favor Nat, eres mejor que esto» me quejé mientras me rascaba el pecho intentando, inútilmente, quitarme el malestar que tenía.

—Muy bien, me toca ir a la carga —dijo arremangándose las manos.

—No —la detuve —yo los atenderé.

—Pero Alí…

—Lore… por favor.

Mi amiga asintió y se dirigió a las otras mesas. Hubiera preferido que se quedara pendiente en la barra, pero era el horario pico, y no podíamos darnos esos lujos. Armado de valor, y un poco de enojo debo admitir, me dirigí a la mesa número 12.

—Buenas tardes, ¿qué van a ordenar? —dije tratando de sonar profesional.

—Hola Alí —saludó Natasha como si fuera otro día normal.

—Señorita Star —dije sin más. Por alguna razón había perdido todas las ganas de hablar con Natasha en ese momento.

—Hola chico, dicen que el café de este lugar es muy bueno ¿es cierto?

—Robert qué…

—Descuide, —le dije a ella y me volví al tal Robert —eso depende…

—¿De qué?

—De muchas cosas, como los granos de café, la temperatura del agua, el humor del barista…

—Pues esperemos que esté de buen humor ¿No?

La pregunta fue dirigida hacia Natasha, pero esta no se veía muy ansiosa de contestar, de hecho, podría jurar haberla visto un poco avergonzada en ese momento. Pero quizás eran imaginaciones mías.

—Bueno, yo voy a querer un café clásico y tú…

—Lo de siempre está bien —dijo en mi dirección.

—Oye Nat, no importa lo mucho que vengas, debes decir el pedido de manera correcta, o el chico no sabrá qué hacer.

En cuanto el tal Robert dijo eso, Natasha pareció un poco avergonzada, como si le hubieran dicho algo impropio de ella. Por alguna razón la sangre me hirvió en ese momento, y tuve el impulso de darle un cabezazo a ese hombre, pero tenía una mejor forma de hacerlo tragar sus palabras.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.