—¡Aliberth! Lleva este pedido a la mesa 16, y rápido.
—Sí señor.
—Hoy hay mucha gente, ¿ya tomaste tu descanso? —me preguntó Lore.
—Todavía no, esperaré un poco a que se calme el ambiente.
Otra semana había iniciado y con ella el trabajo parecía aumentar, incluso en épocas de poco movimiento, ese horario era un manicomio. Las órdenes del señor Ross se escuchaban desde la cocina, Lore y yo no dábamos abasto para los clientes que había, incluso los propios clientes parecían compadecerse de nosotros y esperaban pacientemente a que tuviéramos un minuto libre.
«Con lo calmado que estaba hace una semana ¿qué pasó?» me pregunté viendo la afluencia de gente extrañamente anormal, no es que me molestara, pero cuando te acostumbraba a trabajar ligero luego te costaba el doble volver al ritmo habitual.
—Ten, el café con leche para la mesa 8 —le dije a Lore.
—Qué bueno que volvieras a hacer café, eso no se me daba —comentó.
—Sí, lo sé —dije recordando la gran cantidad de quejas de los clientes —¿crees que por eso hay más gente? ya sabes, no temen acabar envenenadas con el tuyo.
—Hey, me estaba esforzando, con la universidad, el trabajo y las prácticas de canto estoy hecha un lio —se lamentó.
—Sí, sí, luego te daremos una medalla —me burlé.
Lore pareció ofenderse de mi broma, pero en el fondo noté una pequeña y tímida sonrisa, se alegraba mucho de que mi humor hubiera vuelto. Estas últimas semanas me las había pasado deprimido y triste por el rechazo de Natasha, y si bien no la había vuelto a ver desde el cementerio, me sentía con un mejor ánimo del que tenía hace días.
—Por cierto, ¿cuándo es tu debut? —le pregunté mientras se acercaba a la barra.
—En unos 3 meses y medio, quieren que cante en vivo en el festival de la luna. Maurice lo transmitirá por la radio también.
—¡Eso es genial!
—Para ti quizás, yo no he cantado en público desde la primaria. ¿Qué pasará si hago el ridículo?
—No pasará nada, yo creo…
—Tranquila niña, me aseguraré de llevar tapones para el oído, así no quedaré sordo cuando te toqué cantar —dijo el señor Ross desde la cocina con una gran carcajada mal intencionada.
—¡Hey! —le gritó ella.
—Gracias por el apoyo jefe —dije con ironía, pero el hombre apenas y se inmutó con mi comentario.
—Como sea, dejen de hablar y vuelvan al trabajo.
Las horas pasaron y cada vez que tenía un pequeño tiempo libre pensaba en ella, hacía varios días que no veía a Natasha y la mesa número 2, en la que solía pasar las tardes trabajando, estaba ocupada por un anciano leyendo un periódico.
Me era imposible no pensar en ella, sobre todo en el trabajo. Aquí nos habíamos conocido, había charlado con ella, me había puesto celoso por ella, me había enamorado de ella. Aun después de que me había rechazado, y de que nos habíamos encontrado y consolado en el cementerio, todavía no sabía muy bien cómo trataría con ella si la encontrase. «No creo que deba preocuparme por eso de todas maneras» , me dije.
—¡Aliberth! Dos cafés para la mesa 12, y luego puedes tomarte 15 minutos de descanso.
—Sí señor, gracias —le respondí, aunque este me hizo un gesto de la mano indicando que no lo halagara porque no funcionaría (aunque no lo estaba haciendo), pero era mejor no llevarle la contraria.
Preparé los cafés rápidamente y cuando estaba por irme Lore me llamó desde la barra.
—Espera, la mujer de la mesa 12 pidió 2 medialunas —dijo poniendo el plato en la bandeja.
—Gracias, pero te dije que no me pusieras cosas de golpe en la bandeja, ¿qué harás si se me cae?
—Am… ¿reírme?
—Olvídalo, me voy.
—¡Suerte!
«¿Suerte? ¿Para qué necesitaría suerte?» pensé confundido. Sorteé las mesas con los clientes, apenas y había un par de mesas vacías, y por las tres familias que estaban al fondo, el local parecía estar más lleno de lo habitual.
Llegué a la mesa 12 con relativa rapidez, no tenía un buen recuerdo de esa mesa, allí fue donde vi a Natasha con su compañero de trabajo Robert, también fue la primera vez en mi vida que sentí celos y enojo contra alguien. Además que le dejé caer un café encima al pobre tipo (aunque era un imbécil). De cualquier forma solo quería entregar el pedido e irme lo más pronto posible.
—Dos cafés, y dos medialunas, ¿necesita algo más? —pregunté con amabilidad, aunque esperaba que dijera que no.
—De hecho sí ¿Qué tal un poco de compañía? Alí —dijo Natasha con una sonrisa.
No sé exactamente cómo no me había dado cuenta de que era ella, quizás estaba muy distraído o ella misma había intentado pasar desapercibida. En ese momento me llegó el recuerdo de Lore, ella debía atender la mesa 12, y fue ella quien me había puesto las medialunas en la bandeja.
«Lo sabías» le dije con la mirada cuando me giré hacia la barra, ella simplemente se encogió de hombros y chocó las manos con el señor Ross «¿usted también?» pensé con un suspiro. Me giré hacia la mujer y le presté toda mi atención.