Capítulo 1

Capítulo 1

—¡De ninguna manera, abuela! ¿Por qué, por qué tengo que hacer esto? —Marichka suspiró, presionando el teléfono contra su oído. Miró los escaparates brillantemente decorados de la tienda, que parpadeaban con calabazas y adornos de otoño, y finalmente entró.
—¡Te digo que luego te vas a arrepentir! ¿Cómo te imaginas esto? ¿Vas a dejarlo todo y te vas? ¿A Polonia? ¿Hoy mismo? ¡Pero si es fiesta! ¡Tú tanto amas celebrar Halloween! —la voz de la abuela, siempre cálida y tierna, sonaba ahora preocupada y aguda.

Marichka caminaba decidida entre los pasillos de la tienda. Sus ojos buscaban aquello que se convertiría en el símbolo de su nueva vida libre.
—Sí, abuela. ¡Ahora mismo compraré una maleta grande y me voy de Kyiv! ¡Lo odio! ¡Ya no puedo quedarme en la ciudad donde vive ese desgraciado! Igor… me tiró como un objeto viejo. ¡Dos años, abuela, dos años estuvimos juntos! ¡Y ahora simplemente dice: ‘Necesitamos un descanso’? ¿Qué demonios significa descanso? ¡Él encontró a otra! ¡Lo sé! ¡Últimamente he visto a Irka del departamento de marketing merodeando a su alrededor! —las lágrimas asfixiaban a Marichka, pero ella las contenía, apretando la mandíbula.
—Mi cielo, entiendo que te duele. ¡Mucho! Pero no tomes decisiones precipitadas. ¡No tienes que ir tan lejos! El trabajo en Polonia no va a desaparecer. Tómate unas vacaciones, quédate conmigo aquí, en el pueblo. Te distraerás. En una semana mirarás esta situación de otra manera, créeme por mi experiencia. A Polonia siempre llegarás, ¡pero Kyiv es tu hogar! —la abuela la convencía.

Marichka se detuvo junto a unas maletas grandes y brillantes con ruedas. Una verde esmeralda, probablemente la más grande de todas. ¡Perfecta!
—¡No! Ya compré el boleto de tren a Lviv, y desde allí en bus a Varsovia. ¡Tengo un contrato y debo ir! Si me quedo ahora, simplemente me ahogaré aquí, en mi apartamento, con estos recuerdos.

Tomó la maleta esmeralda y la arrastró hasta la caja registradora. De repente, su mirada cayó sobre la sección de decoraciones festivas. Hoy era Halloween. En la sección había muchas calabazas. Grandes y pequeñas, naranjas y negras, sonrientes y sombrías. Mayormente decorativas, pero algunas eran verdaderas, auténticas…

El rostro de la chica se torció en una amarga sonrisa.

—Está bien. Si ya lo decidiste, al menos llámame cuando llegues. Y Marichka, hija mía, escucha. Eres una chica muy fuerte. Sobrevivirás esto. Solo… no hagas tonterías.

Marichka respiró hondo y exhaló, su decisión era definitiva.
—No te preocupes, abuela. No haré tonterías. Haré algo diferente.

Se despidió rápidamente de su abuela y guardó el teléfono en su bolso. Luego se metió en la sección festiva con su maleta, eligió una calabaza pequeña pero muy brillante, que todavía olía a huerto, tierra y otoño. Decidió comprarla también.

—¡Ja! ¿Pensaste, Igor, que iba a llorar y sufrir? No, querido. ¡Haré que la última palabra sea mía! Según la tradición ucraniana, ¡te voy a dar una calabaza*! Te la traeré directo a tu oficina y la pondré en tu amplio escritorio de gran jefe. ¡Y justo es Halloween, rodeado de calabazas! ¿Y qué importa que estén melladas y sonrientes? Que recuerden, con su feroz éxito, mi enojo y mi odio. ¡Será mi último paso en nuestra ruptura! ¡Elegante y simbólico! —pensaba Marichka, sintiendo una extraña mezcla de rabia y alivio.

Antes de correr a tomar el tren de la noche, la chica decidió pasar por la oficina de su ex novio que la había dejado y entregarle la calabaza.
Hm. Tenía un conjunto divertido e incluso festivo: maleta, calabaza y boleto para el tren nocturno. Pero Marichka, por alguna razón, estaba triste. Suspiró y se apresuró hacia la caja…

_______________

*En la tradición ucraniana, antiguamente las calabazas se usaban como símbolo de rechazo a las propuestas de matrimonio —una forma clara y comprensible de decir “no”.

________________

Mis queridos lectores, he decidido escribir aquí un relato para Halloween y participar en un concurso.
Espero que esta historia les guste. ¡Gracias por su apoyo y comentarios!
Con cariño, Wanda Tresor ❤️