Calima Roja

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21 DEKÉMVRIOU

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Es sábado y mi rutina se ha ido a la mierda.

Normalmente, los sábados son "el día de la familia" para los Chrysomallis. Por eso mis padres dejan el trabajo y sus proyectos de mesías por una vez de lado, y todos nuestros planes se centran en reforzar el vínculo entre los tres.

Mi theío fue excluido hace muchos años de nuestros sábados happy family.

En el planning de esta mañana está programada una visita al museo Álympos y un brunch en mi restaurante favorito, pero la calima ha trastocado todo.

Bueno, tal vez no solo la calima.

Tras elegir un vestido corto de terciopelo negro estilo chaleco con botones de plata, me lo pongo sobre una blusa blanca de manga larga. Termino mi outfit con unas medias negras con calcetines blancos hasta el tobillo y unos mocasines negros con hebilla de cadena plateada.

Después de atar un lazo negro de terciopelo en mi semirrecogido pelo ondulado, abro el joyero para sacar un collar, unos pendientes y un anillo de ópalo blanco.

Mientras bajo las escaleras, reviso mi bolso de mano de terciopelo negro para asegurarme de que llevo todo y caigo en cuenta de que olvidé agarrar mi móvil de la base de carga en mi habitación.

Me paralizo y en mi muñeca el Exéli watch empieza a pitar señalando el aumento de mi ritmo cardiaco.

Está bien, solo me olvidé de mi móvil. No es para tanto.

Respiro hondo y voy al comedor donde desayuno a solas con la cabeza de Medusa, sin tener que escuchar cosas que no quiero o que no me interesan. Lo cual hace que mi día empiece mejor de lo normal.

—¿Dónde están mis goneís? —le pregunto a Mabel cuando termino mi bol de yogurt con nueces y miel.

—Están en su estudio —oír el tono de su voz me hace notar por primera vez lo inquieta que parece.

Ignorando eso, voy hasta la puerta del estudio que mis padres, tan cursis como son, comparten. Yo no podría estar pegada como un chicle a otra persona y menos no tener un lugar privado para estar a solas. Soy demasiado independiente para el tipo de amor que tienen mis padres.

Toco la puerta y entro sin esperar respuesta. Dentro, la enorme estancia está sutilmente dividida en dos. Todo el lado izquierdo es obvio que pertenece a una creativa arquitecta, mientras que a la derecha solo le falta un cartel que diga "hombre de negocios". El decorador consiguió que ambos lados combinen tan perfectamente como lo hacen mis padres.

En la pared frente a la puerta hay colgado un gran cuadro horizontal con la fotografía de dos niñas que no se parecen en nada.

Mis padres están sentados en el escritorio de mi padre, muy concentrados en revisar algo mientras hablan en susurros. Imagino que debe tener que ver con uno de sus múltiples intentos por mejorar nuestro mundo, lo cual hace que sienta la necesidad de poner los ojos en blanco o de gritar de frustración. Se supone que hoy es un día libre de todo eso y me molesta que no sigan con el orden establecido.

—¿Os acordáis de qué día es hoy?

Me sorprende la forma en que reaccionan a mis palabras. Guardan los papeles que estaban revisando y mi madre señala un sillón que han colocado frente al escritorio. Es como si se hubieran preparado para tener una conversación seria conmigo. Como si me estuvieran tratando como a una adulta por primera vez.

—¿Qué pasa? —pregunto tras sentarme.

—Tu padre y yo hemos hablado mucho estos tres últimos días. Hemos visto el video de nuevo y hablado con tus compañeros para verificar si todo era real.

—No hacía falta que os tomarais la molestia —me hago una nota mental para recordar averiguar cuáles son esos compañeros—. Si me lo hubierais preguntado a mí, os hubiera dicho que todo era verdad, aunque no es como si no pudierais verlo por vosotros mismos si quisierais.

—¿Por qué? — me cuestiona mi padre y la intensidad de su mirada me da la sensación de que quisiera atravesarme la piel para llegar hasta mi cerebro y poder entenderme— ¿Por qué lo haces?

—Porque puedo.

Mi respuesta simple hace que me miren decepcionados, pero realmente, ¿qué esperaban?

Me han dado una vida perfecta en la que no tengo ninguna razón para ser una perra. Así que no hay nada que pueda decir, aparte de que simplemente lo soy.

—Tienes razón en algo —mi madre vuelve a hablar y hay más decisión en su voz esta vez—. Hemos mirado para otro lado muchas veces, esperando que con paciencia y comprensión las cosas cambiaran. Hemos tratado de entenderte y de respetarte para que te sintieras libre de tomar tus propias decisiones y esperábamos que esas decisiones terminaran por ser las correctas. No creo que haya sido un error porque hubiese sido peor no darte la oportunidad de elegir quien quieres ser por ti misma; pero no podemos cegarnos más. No cuando estás a punto de celebrar tu τεlετου y convertirte en una adulta.

—O sea que me habéis seguido la corriente todos estos años, esperando que al final tomara las decisiones que vosotros consideráis correctas y cuando os ha quedado claro que no lo haré, vais a hacer ¿qué? ¿Exiliarme como a Alcides?

—No vamos a exiliarte, zoí mou —mi padre lo dice como si necesitara que me tranquilice.

—Por supuesto que no —mi respuesta está cargada de ironía porque sinceramente mis padres son demasiado ridículos—. Ya solo quedamos cuatro Chrysomallis y uno tiene que heredar la corona cuando muráis y no va a ser Alcides, ¿verdad? Soy la única opción.

Mis padres comparten una mirada que me parece extraña hasta que mi bombilla se enciende.

—No lo puedo creer —suelto una carcajada de pura incredulidad—. ¿Te has quedado embarazada solo para que yo no herede la corona de Tasmanti?

—No —la respuesta de mi madre es tajante, pero sigo pensando en lo estúpida que soy por no esperar esto de ellos.

—¿No? Pero esta reunión es para decirme que no podéis permitir que herede la corona, justo ahora que casualmente hay otra opción. Tantos años tratando de "comprensiva y amablemente" llevarme por el camino de la luz y nunca os habéis rendido a pesar de saber lo mala que era, pero ahora que voy a convertirme en una adulta y a empezar a asumir algunos de mis deberes como heredera, hay un bollo en el horno.




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