Calista.

La verdad y su peso.

El agua seguía cayendo en la espalda de Kellan mientras él recordaba las palabras de Calista.

— Eso no es de tu incumbencia

—Eres mi compañera, claro que me incumbe.

—¡No existe tal cosa como un compañero! Y aún si lo fuera eso no te da ningún derecho de entrometerte en mi vida. No quiero hablar de esto yu meos con un tipo que cree que porque acepte darle refugio en mi hogar esta relacionado conmigo.

El rostro de Calista tenía una mirada ardiente pero debajo Kellan pudo ver el miedo en su ser. Era claro que la habían lastimado y él encontraría al maldito bastardo que lo hizo, le daría un tremendo placer darle una lección al estilo de las tropas del norte. Por una vez en su vida se sintió agradecido por haber haber sido entrenado en las artes de la tortura.

Salió del cuarto de baño, la diminuta ropa que había puesto en la cama parecía insignificante pero para él era muy significativo, comenzó a vestirse pero su mente se inundó de preguntas ¿Era este el peligro en el que estaba Calista? ¿Por qué no lo habían enviado antes para evitar el tráfico hecho? ¿Realmente Calista pensaba en él como solo un hombre que necesita refugio? ¿Algún día podría eso cambiar?

Kellan tomo los zapatos que ella había dejado detrás de la puerta del baño que extrañamente le quedaron mejor de lo que pensaba. Bajo lentamente a la sala, poco a poco desendio los escalones y decidió que sería mucho más cuidadoso a partir de ahora para que ella no se sintiera intimidada o en peligro mientras estuviera con él entonces se dió cuenta de algo ¿Por qué en todo el maldito universo a los dioses les pareció buena idea dejar a solas a Calista con un hombre que apenas y sabía de su existencia y más en este estado?  Malditos bastardos.

Había llegado a la sala cuando escucho el ligerohcanturreo  y el delicioso aroma lo invadió. Se acercó lo suficiente a la cocina para ver a Calista murmurar una pequeña melodía mientras se movia bailando desvergonzadamente a la par que vertia un espeso líquido rojo en un recipiente que tenía frente a ella. El pecho de Kellan se inundó de calidez, incluso cuando ella se giro y grito. 
—¡Por todos los dioses! Kellan no aparezcas de la nada o voy a morir de un susto. 
—Disculpame, solo que te vi divirtiéndote y no quise importunar. 
—Esto es tan vergonzoso. — ella lo miro como si apenas se diera cuenta de lo que estaba usando. — Definitivamente debemos comprar ropa a tu medida pero no creo que las tallas sean lo suficientemente grandes. 
—No te molestes, no es...
—No pongas excusas. Está bien, no quiero que andes paseando por ahí con una armadura o con un pijama que apenas te cubre. 
—Gracias entonces por tu amabilidad. 
Ella se quedó pensando unos momentos mientras servía la comida. No era algo a lo que él estuviera acostumbrado pero una vez que llevo un poco a su boca no pudo contener la sorpresa al sentir la deliciosa textura y el extraño sabor. Era realmente delicioso que no dudo en pedir más cuando terminó su ración. A Calista le alegro que la pasta fuera de su agrado, no sabía qué podria cocinar sin que a Kellan le diera dolor de estómago, no sabía si era lo indicado pero al parecer le había gustado. Ella sabía que había dicho cosas muy malas y que posiblemente había lastimado a Kellan, ella se había sentido tan indefensa cuando sintió sus manos aprisionandola contra su cuerpo y el terror llegó cuando sintió sus labios sobre los suyos. De repente los recuerdos la asaltaron y no pudo contener las lágrimas cuando su cuerpo se paralizó. Aunque sentía muy dentro de ella la certeza de que Kellan no la lastimarlos o la obligaría a hacer algo que ella no quisiera aún tenía la incomodidad y el sentimiento de estar en peligro. Aún así ella no podía quedarse con solo esas palabras de por medio, tenía que disculpase para no causar más problemas. Estaba a punto de decir las palabras cuando él habló. 
—Lo siento. —dijo Kellan mientras se levantaba de su asiento y se dirigía a ella. Sé detuvo a ina distancia considerable de ella y su gesto la hizo sentir mucho más culpable, pero comenzó a protestar cuando él se ardillo y se postro en el suelo. —Realmente lo siento, sé que mi falta fue enorme. Que mi descuido provocó pesar y temor en ti, lamentó que nuestro primer beso haya sido así. Fui un enorme imbécil, mis acciones no pueden cambiarse pero te prometo que mi error no volverá a repetirse. — él levantó la mirada, la vio directamente a los ojos— Y prometo por mi vida que te protegeré sin importar el peligro y no forzaré nada de ti mucho menos forzaré tus sentimientos. Tal vez tengas razón y los compañeros de vida no existen pero a pesar de eso mis sentimientos hacia tí son sinceros incluso si causo problemas. No haría nada para ladtimarte, simplemente si quieres que me vaya no dudes en decirlo y jamás volverás a verme. 
Calista no supo qué responder. Su disculpa había calmado un poco del dolor de su corazón. —Lamento haber sido grosera contigo y decir todo eso. Sé que no me lastimaras así que levántate y sigue comiendo. Todo está bien entre nosotros.
Kellan asintió y se levantó para volver a su lugar justo al otro lado de la mesa. Ambos conversaron tranquilamente, él le pregunto sobre las dudas que tenía acerca de varios objetos y su función, ella le explicó cada uno de ellos. Él le contó anécdotas que hicieron que el estómago de Calista doliera por la risa. Al terminar la cena y compartir algunos dulces que habían sobrado de las fiestas de navidad lavaron los platos junto con los demás utensilios. 
—Descansa Calista. — se despidió Kellan. 
Ella estaba apunto de llegar a su habitación cuando se dió la vuelta y regreso a la sala donde él estaba preparandose para dormir cuando dijo —Tal vez sería mejor dormir en la cama, sé que el sofá es incómodo. 
La sorpresa en el rostro de Kellan no pudo ocultarse y con cuidado respondió—¿Estás segura?
Ella lo miro directamente. —Esta bien mientras prometas no roncar mientras duermes. 
Él sonrió —Yo no ronco. 
—Oh claro que lo haces. Suenas como un oso. 
No pudo contener la risa al escucharla. —Esta bien, lo prometo.  Ambos fueron subieron la escalera al segundo piso. Ella se acostó en el lado izquierdo de la cama y él el derecho, las luces se apagaron. Tiempo después él escucho la respiración tranquila y un ligero ronquido le advirtió que ella había alcanzado el sueño. Le acaricio el rostro delicadamente, poco después se durmió también. La noche fue plácida para ambos al igual que los días siguientes. Poco a poco se iban familiarizando más mientras los días y noches pasaban. Se sentía bien




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