Capítulo tres

Capitulo tres.

Hoy he decidido reabrir mis redes sociales y tengo miedo con lo que llegue a encontrar. Puede parecer una estupidez, estupidez que duele.

Soy psicóloga, siempre digo a mis pacientes que venzan su miedo o que sigan consejos para superarlos, yo misma no pongo en práctica mis palabras. Mi celular suena anunciando la descarga de las aplicaciones que usaré. Cierro mis ojos y tomo una gran bocanada de aire, vamos por el primero. Coloco mi cuenta y espero a que cargue.

Esto es un paso muy grande por el cual me decidí recién. Hay muchas cosas que atormentan en la vida, varias letras unidas son la causa de todo.

Una vez cargada la cuenta empiezan a llegar muchas notificaciones y mensajes. Hay un perfil del cual llegan varios y sé de quién se trata.

Ashley: Muere de una maldita vez.

Ashley: Nadie te ama ¿creíste que Dylan lo iba hacer? Qué pena que solo fuiste una apuesta, me das lastima.

Esto no es nada a comparación de todo lo que me hicieron.

Ashley: Gracias por tu colaboración para el regalo 

Junto a ese mensaje se encuentra un video. Lo reproduzco sin importar cuanto me afectará.

—Holaaa, para los que no me conocen soy Ashley y hoy les traigo una sorpresa, un regalo, pero todo regalo tiene su envoltura ¿cierto? —sale con la cámara apuntando su cara sonriente para luego girarla y hacer que este apunte a alguien arrodillada en el piso. Pauso el video. Esa persona soy yo, el bullying que sufría no se lo deseo a nadie. Mi familia ni sospechaba lo que me pasaba. Las mentiras que decía se fueron evaporando y ahora saben cuándo miento o no.

—Di hola a la cámara Hannita.

—Ho-hola —cuan estúpida fui.

—Muy bien ya conoces este juego, si agotas mi paciencia habrá consecuencias y no quiero hacer el trabajo sucio porque hoy tengo una cita con Dylan ¿te lo dijo? ¡Cierto! me olvide que eras solo una apuesta —sonríe de manera muy falsa que hasta ni yo creo que esa sea la persona de la que quería ser amiga—, esta cosa es el regalo para ustedes, ahora viene la mejor parte, ¡a desenvolverlo! –dice con fingida emoción.

Dos chicas se acercan y comienzan a quitar la ropa que traía, al principio me resistía luego no pude, el dolor del cuerpo por soportar sus golpes fue grande. Al quedar en ropa interior me tiraron agua helada y todo tipo de líquido, también cortaron mi cabello, en ese momento no pude ni moverme.

Lloraba y rogaba que se detuvieran. No lo hicieron. El rogar no sirve de nada si ni importancia te dan.

El video termina cuando recibo diversos golpes y termino acurrucada en el suelo saboreando mi propia sangre derramada. Si, porque hasta sangre derramé.

Recuerdo que fue lo que paso después, alguien llamó al celular de Ashley y ella al contestar hizo una mueca, cuando terminó la llamada simplemente avisó tener una reunión con su familia y que hagan lo que sea conmigo. Esas dos chicas disfrutaban del dolor de la otra persona, disfrutaban del mío.

Quedé sola llorando sin ocultarme, soltando todo lo que había aguantado. Me vestí y con las pocas fuerzas que tenía me levanté para encontrar mi celular y llamar a mi hermano. Él al llegar lo primero que hizo fue llevarme al hospital, recuerdo que me preguntó quienes me habían hecho esto, yo le decía que me habían asaltado. Después de incluso gritarle que se meta en su vida y deje la mía me miro decepcionado.

—Pretendo ayudarte sin embargo no me dejas, si es que tú dices que fue un asalto está bien lo entiendo. Me importas, eres mi hermana y me vale si es que dices que no me meta en tu vida, lamento decirte que mientras viva siempre lo hare. Y, si fuera un asalto te habrían quitado lo material que traías, coincidencia que no lo hicieran —error mío al querer excusar. Años después de que él me diga eso, acumule todo el dolor que tenía para intentar suicidarme, fui por lo fácil.

Las mentiras fueron fuego a árboles que trataban de protegerme y el que me ayudó fue un extintor para todo lo incendiado. Piezas desarmadas me componen, los secretos no los repetiré. Tengo miedo de creer algo que sea irreal; miedo a la felicidad; miedo de sentir amor hacia alguien que no sea mi familia; miedo a caer; miedo a todo. Un “felices para siempre” no cabe en mi diccionario y las sonrisas lo demuestran ocultando el dolor que cargo.  

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Al terminar de leer todos los mensajes me fijo en la hora y son las dos de la mañana. Hago lo que creo mejor y elimino las cuentas existentes para crear otras nuevas.

—Un nuevo comienzo —murmuro antes de caer dormida.