A las 17:00 horas, la chicharra sonó, marcando el final de la clase.
—Oye, estaba pensando —dijo Emilia.
—Ujum —respondió Lucas, distraído.
—Anoche escribí una canción que nos va a llevar a la fama —expresó emocionada.
—Ajá —dijo Lucas sin apartar la vista de su celular.
—Habla del renacimiento de un nuevo amor, dos estrellas del pop, una guitarra... —Emilia señaló con sus manos el título imaginario en el aire.
Lucas guardó silencio, viendo detenidamente su celular.
—¡Ya! Hazme caso, ¿qué tanto ves en el celular? —exclamó Emilia mientras le arrebataba el celular de las manos.
—Es una invitación de mi amigo Jon —le arrebató el celular de vuelta—. Nos está invitando a su fiesta.
—¿Nos? —preguntó Emilia, extrañada.
—Bueno, solo a mí, pero yo te invito a ti. No vas a dejarme solo —respondió Lucas.
—Mejor no —contestó Emilia.
—¿Qué? ¿Por qué? Eres el alma de la fiesta.
—Tengo mucho que escribir —dijo Emilia, evasiva.
—Vamos, Emi, ven conmigo. Además, habrá un concurso de artistas —dijo Lucas mirándola con ojos de complicidad.
—¿Qué es lo que estás pensando? —preguntó Emilia, intrigada.
—Que podrías cantar la canción que escribiste anoche —propuso Lucas.
—Es una buena idea —admitió Emilia, comenzando a entusiasmarse.
—¡Siiii! —exclamó Lucas, lleno de emoción.
—Y tú la mezclas —añadió Emilia, animándose aún más.
—¡Siiiii! —respondió Lucas con entusiasmo renovado.
—Y así ganamos —dijo Emilia, sonriendo.
—¡Siiiii! —repitió Lucas con la misma emoción.
—Hay que quemar el CD y practicar la canción —concluyó Emilia, ya pensando en los preparativos.