¿Qué es lo único que no cambia al paso del tiempo? Hace cien años no existía la posibilidad de alterar tus recuerdos, y así conseguir una vida feliz. Hace unos cuantos años las personas que se sentían solas no podían conseguir un robot diseñado para vivir con él. ¿Entonces, qué es?
Lo único que no cambia al paso del tiempo, a pesar qué tan avanzado esté, son nuestros sentimientos. Hace mil años lo que una persona podía hacer cuando se sentía sola era escribir, y ahora podrías incluso viajar a otro planeta, pero de igual manera, y sin importar las veces que lo intentemos, el humano es un ser hecho para vivir en compañía, y no hablo de la compañía artificial. Siempre nos sentiremos solos, ¿no es así?
Mi nombre es José, tengo 28 años de edad. Éste es el día número tres, camino a la otra tierra, nave espacial 505.
¿Cuáles son mis razones? ¿Por qué lo hago? ¿Quién soy?
Tengo todavía seis días para responder a todas esas preguntas, así que mejor contaré desde el principio, de igual manera no tengo nada mejor que hacer.
No sé quién vaya a leer esto, así que escribiré de una manera para que, si de pronto, alguien dentro de miles de años lo lea, pueda saber lo que está pasando.
Es el año 2081, la tierra como la conoces ahora (independiente de cuál de las dos tierras seas) no deberá ser igual. No sé qué cosas nuevas se haya inventado el ser humano, o si de pronto ya no existe ninguna de las dos tierras, o tal vez está todo exactamente igual que ahora.
Hace unos veinte años descubrieron el acontecimiento más importante en nuestras vidas. ¡Otra tierra! Exactamente igual como la nuestra, incluso, con las mismas personas. ¡Otra dimensión! ¡El fin del mundo! Llámalo como quieras, recuerdo que en ese entonces debería tener unos ocho años, y desde ese momento, siempre fantaseaba con conocer a mi otro yo.
Ya sabes, ¿Quién no ha soñado con ser alguien mejor? Cada vez que me pasaba algo malo, recuerdo como un tonto pensar “espero que en la otra tierra esto jamás hubiera ocurrido”. Y mi sueño siempre fue viajar, pero los viajes en ese entonces eran exorbitantemente caros, y cuando crecí, dejó de interesarme pensar qué podría ser mejor en mi otra vida, hasta ahora.
¿Mi razón? Razones del corazón. Y sé lo que estás pensando, es algo muy estúpido, y de hecho masoquista si en la otra tierra estoy incluso peor que ahora, pero vamos, el amor es lo único que nos impulsa hacer cosas locas.
Probablemente estés pensando, ¿por qué no borrarla de tus recuerdos?, pero no soy tan cobarde. No es mío arrepentirme de cosas que algún día me hicieron feliz, además estaría traicionando mis principios. Desde pequeño siempre me burlaba de las personas que recurrían al método de “vida feliz” Crea tus recuerdos soñados y borra todo lo malo. ¡Vaya mentira!
Y, una vez intenté comprando un robot, mucho antes de que la conociera, cuando era un amargado sin propósitos y solitario. Pero, por favor, luego me di cuenta de que eso era más estúpido y demente que los recuerdos falsos.
Ahora… ¿por qué la amo tanto? Ella lo fue todo. Ya había sentido cosas antes, pero fueron muy diferentes, nada intenso, nada que me salvara.
Lucy. Mi amada y bella Lucy. Amaba el color azul y los días fríos, amaba las estrellas, y los dientes de león. Y a pesar de ser siempre tan gentil y solidaria, era tan difícil de entender. Amaba viajar en línea de transportación magnética pero odiaba los espacios cerrados. Me amaba a mí, pero odió quedarse en un lugar mucho tiempo.
Ella me salvó. Y cuando lo digo, no hablo figurativamente. El año en que la conocí, fue mi peor época (la época en la que incluso compré un robot para sentirme acompañado) la vida era más oscura y gris de lo que es siempre, (contaminación), estaba tan amargado y triste, y solo, que pensé en suicidarme, acabar con mi vida y mi tormento.
Pero… cierto día, en lo alto de la torre, en la que coges la línea de transportación, mientras yo tomaba un café y un pedazo de fruta encapsulada, viendo el cielo, casi diciendo “Adiós” a la vida, ella apareció. Ni siquiera fue una entrada de película, y debo confesar que no me di cuenta lo bonita que era. Estaba escribiendo, al parecer, o haciendo algo en sus lentes de contacto. (De esos en los que sólo tienes que pensar para escribir) Se sentó a mi lado, en los bancos de espera, y susurró, tal vez para sí misma, o tal vez para que yo lo escuchara:
“Qué bonita mañana”
¡Era un asco de mañana! Cómo lo son siempre en la tierra: nubladas, grises, frías. Pero el que ella lo mencionara, me hizo pensar que tal vez aquella mañana, en realidad podría ser bonita, y que podría ser una buena mañana para vivir, para darme una segunda oportunidad.
Recuerdo haberme quedado mirándola un buen rato, sólo porque sí. Comprobé en mi reloj mi ritmo cardiaco, estaba totalmente acelerado, y no porque fuera a saltar de allí, sino por ella. De pronto se dio cuenta de mi existencia. Me dijo “Hola”, pero puedo jurar que esas palabras sonaron menos simples en su boca.