Camino de nubes

Capítulo 2

No juzgues a un libro por su portada... o por un incidente en el pasillo

Abril

Nuevo día

Nueva Semana

Nuevas oportunidades

Salí de casa, con todo el entusiasmo y la buena energía, dispuesta a enfrentar y a realizar lo que me deparara la jornada.

—Escuchar a Brendon Urie cantar es como escuchar a una sinfonía celestial, ¿no lo crees, Alma? —le pregunté, a la guarda de seguridad del edificio.

—Nunca lo he escuchado —confesó—, pero, si tú lo dices, pues debe ser así.

—Debes escucharlo, es que es... —Suspiré, provocando que Alma riera.

—Bueno, ya que hace que te emociones de esa manera... —Entrecerró sus ojos y me miró fijamente—. Dime una canción.

—The Greatest Show, la versión de Panic! At The Disco —mencioné, mientras aplaudía con emoción—. Y de paso mira la película, The Greatest Showman. No te arrepentirás.

—Más te vale, o no dejaré que vuelvas a poner un pie en este edificio.

Sus ocurrencias y su característico buen humor matutino siempre me sacaban una sonrisa. La conocía desde hace varios años, y congeniábamos tan bien, que su avanzada edad no era un obstáculo a la hora de entendernos, en especial en lo que respectaba al ámbito musical.

—¡Hecho! —Me encaminé hasta la salida, antes de añadir—: Ya te llevaré a uno de sus conciertos, porque sé que, al igual que yo, amas el rock.

—¡A menos que revivas a Freddie Mercury, no iré contigo ni a la esquina! —gritó, en tanto ya me alejaba por la acera, riendo.

El sol brillaba en lo alto del firmamento, otorgándole a los grandes cerezos mayor luminosidad, a la vez que resaltaba el brillo del asfalto; algunos pajaritos cantaban desde las copas de los árboles, el aire se sentía más puro que de costumbre y la voz de Lady Gaga resonaba por los altavoces de los audífonos.

Sí, era un muy bonito día.

Pero... ¿por qué diantres tenían que existir los "peros" en los buenos momentos?

«"Buena pregunta, pequeña saltamontes"».

Al llegar al campus, toda la ensoñación del buen comienzo mañanero se desvaneció, gracias a un percance en el camino. Choqué con un chico, al cual nunca había mirado en mi vida, hasta ese momento, y quizás la situación podría haber llegado a ser divertida, pero la reacción del sujeto provocó que se tornase incómoda... bueno, mi reacción tampoco fue la mejor, pero, en mi defensa, el caso ameritaba un accionar así.

Parecía ser que el chico era más distraído que yo. En un pasillo, concurrido y lleno de universitarios apurados, ¿a quién carajos se le ocurría caminar de esa forma?

«"Querrás decir levitar de esa forma, sobre las mismísimas nubes", me corregí».

"Camino de nubes".

No me disgustó esa frase, quizás, en otras circunstancias, hasta hubiese bromeado sobre eso por su originalidad y ridiculez, pero el simple hecho de que el desconocido me hubiese reclamado y atribuido toda la culpa del incidente, logró que cualquier tinte cómico desapareciese.

«"Si hiciésemos un top diez de cosas que no tienen sentido, esta discusión se llevaría el primer lugar, con honores incluidos", concluí, mientras abandonaba el lugar, al estilo de un corredor de Fórmula 1».

Ese día, algo me quedó claro, en cuestión de segundos, las cosas podían cambiar para bien o para mal, tal como sucedió en aquel pasillo. El sol comenzó iluminando el día, pero las nubes grises no tardaron en ocultarlo; el entusiasmo se fue desvaneciendo como arena entre los dedos y, en su lugar, el desagrado creció de forma exponencial.

"¿Dices qué es un buen día? Bueno, ya veremos cuanto te dura el buen humor".

Estaba segura de que el universo, celoso por mi estado de ánimo, había pronunciado esas palabras, justo antes de disponerse a cambiar las cosas; pero no podía permitir que todo lo bueno se empañase.

«"Positivismo es mi segundo nombre, así que a continuar", me alenté, camino hacia la primera clase del día».

Una de las frases célebres de la gran Frida Khalo decía: "Todo puede tener belleza, aún lo más horrible". Palabras que, además de llevarlas tatuadas en mi piel, podían llegar a transformar la percepción gris en una en colores pasteles, haciendo que todo se hiciese más llevadero; sin embargo, en esa mañana, una vez estuve de pie frente a la sala de la clase, me di cuenta de que, ese "todo" al que Frida se refería, tenía algunas excepciones en su aplicación, como por ejemplo, los números.

Matemáticas empresariales, no era la mejor asignatura para iniciar la jornada... aunque, pensándolo bien, no era la mejor asignatura para ningún momento del día. Todo radicaba en mi enemistad con los números, éramos antónimos, polos opuestos, pero no de esos que se atraen, sino más bien de los que se repelen sin importar sus cargas y sin la mínima oportunidad de mezclarse, tal como el agua y el aceite; no obstante, muy a mi pesar, era una asignatura que debía tomar en algún momento de la carrera, y ya que había dilatado su inscripción por mucho tiempo, pues no tuve más remedio que mirarla en esos momentos. Mi carrera no se enfocaba netamente en algo numérico; sin embargo, esa materia era un claro recordatorio de que, algunas pesadillas, existían para atormentarnos, por más de que le pidiésemos a una estrella fugaz, a modo de deseo, que desapareciesen de nuestros sueños.

"El lenguaje contiene sinónimos y antónimos, y funciona gracias a la existencia de ambos, sin uno de ellos, la riqueza del habla no sería posible".

«"Y tú amas el lenguaje, entonces, ¿dejarás que la bestia te devoré? ¿O tendrás las agallas para domarla?", me desafié».

—Dispara lo que tengas, universo, porque soy una experta esquivando balas —susurré—. No arruinarás mi día.



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En el texto hay: humor, drama, amistad amor

Editado: 20.10.2021

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