Ser superior tiene sus ventajas, aparte del respeto, los ángeles de otros niveles entregan obsequios valiosos, no por su inquietud, sino por su atracción hacia ellos.
Los líderes de cada reino suelen tener casas más grandes que las de otras.
—¿Cómo soportas vivir aquí solo? Esta casa es demasiado grande y brillante.
Boris estaba encantado. Hubo todo tipo de emociones el día de hoy, Prudencio no podía entender el porqué estaba de esa forma, aunque sabía que era un recién ascendido, no se esperó que llegara a tal extremo.
A Prudencio le fastidiaba la presencia de Boris, había algo en él que lo hacía irritar, así que sin importancia le contestó:
—Algunos se quedan de vez en cuando.
Boris se sorprendió. —¿No eran los ayudantes? Tampoco sabes explicarte ¿Ves? otro error.
Tener a ambos sujetos irritantes conviviendo puede ocasionar el fin de los cielos.
—No dije que fueran ayudantes.
Una sonrisa traviesa se formó en su rostro, Boris que al principio no entendió la respuesta, se avergonzó, no sabía que ser un nominado de los cielos fuera así "Entonces para llegar a ese puesto, en realidad, fue un trabajo placentero, no un trabajo de fuerza". Las risas mentales son graciosas, aunque no tenía el mismo chiste que cuando los soltabas, creaba un pensamiento agradable.
—Toma este libro, te servirá para controlar tus pensamientos y auras, tal vez consigas un método para subir de nivel o para salir de aquí, intenta entender lo antes posible. —miró su sala, extrañaría el silencio— estar contigo es más difícil que tratar con esas almas y será peor al vivir juntos; solo por hoy relájate y acomodate, mañana empezamos.
El autor de ese libro era Javier, el mismo profesor que ahora mismo debería estar enseñándole. Prudencio observaba como Boris miraba el libro sin comprender.
—Si tienes alguna duda solo pregúntale al sublider.
—¿No puedo preguntarte? —cerró el libro — sabes más cosas que él, por algo estás aquí, tampoco quiero molestarlo... debe estar muy ocupado, deben ser muchos los ayudantes que suben cada día.
El silencio que se formó hizo incomodar a Boris, fue luego de un buen tiempo que Prudencio contestó:
—No lo creas, son pocos los que aceptan.
—¿Pocos? Pero en todo el mundo existen distintas iglesias y creencias, es imposible que sean pocos, no mientas.
El mayor se rio, a pesar de estar formando múltiples respuestas incorrectas, no se le permitió mentir.
—Si estás aquí deberías saberlo, podrás haber pasado por un largo trayecto y aún así lo sabrías, es imposible que no lo sepas.
Boris que estaba visualizando el libro hoja por hoja, aburrido de las palabras de Prudencio, habló con indiferencia:
—No te entiendo.
Su comportamiento, su voz, sus ojos y todo lo que tenga que ver con él lo irrita,"¡Haré lo posible para botarlo, en realidad no sabe nada!". Solo inhaló y explicó calmadamente:
—Tu vida está resumida en ser un pedazo de piedra, dura como una roca. —cerró su mano en forma de piedra— si no lo ablandas como una piedra de barro, puede que no te permitan ingresar a los cielos.
El rostro de Boris fue raro, todavía no entendía.
—No tiene sentido ¿Piedra de barro? ¿De qué hablas? No se entiende, sé directo.
Prudencio enfureció— Esa cabeza que tienes parece ser de un dem… —inhalar— no importan las iglesias, tu bondad o tu religión, todo es cuestión de tener la aceptación celestial, de reconocer que eres un pecador, si tienes claro eso, entonces puedes ingresar a los cielos.
Boris dejó el libro en una mesa cercana y dijo con un tono sorprendido:
—Entonces cómo llegué aquí.
Prudencio solo se limitó a sacudir la cabeza indicando un "no sé". El pensamiento complejo que ocurría en la mente de Boris era leída por Prudencio, al ser su instructor, era más propenso a ser uno solo con su ayudante, quiere decir que puede sentir y entender lo que dice Boris.
—Empieza a leer y no olvides dormir temprano, la energía que tienes se gastará rápido.
—¿La energía no es infinita?
Prudencio sacudió la cabeza:— Para los ayudantes no.
Fue lo último que hablaron antes de que cada uno tome diferentes direcciones.
El primer motivo por el cual Prudencio está en ese puesto es por su comprensión, tal vez se deje llevar por su habla, pero interiormente sabe lo que uno siente, sabe hasta qué punto puede ir y no lo obliga a seguir.
El amanecer era una de las mejores vistas: animales despertando, ángeles yendo a sus puestos y ver como las sombras comienzan a desaparecer por el sol alumbrador, un lugar perfecto.
Los ángeles no duermen, solo utilizan esos momentos de descanso para meditar obteniendo más energía, Prudencio, que estaba reposando, comenzó a escuchar balbuceos en su mente, sin suponer nada y afirmando su idea pensó: "Boris despertó".
La ropa y cabello desordenado de Boris daba una señal de que en su vida pasada quizá haya sido un león.
Le ofreció agua bendita y alimentos pequeños para mantener el mismo ritmo, colocando un aroma agradable en la mesa, comenzó a tararear. Tal vez era la voz de Prudencio o era la curiosidad por saber de esa melodía, pero Boris estaba allí, observando fascinado como si fuera la última cosa que vería en ese mundo, cuando se dio cuenta de su comportamiento, sacudió la cabeza mirando a otro lado y dijo:
—Las estrellas no son visibles aquí ¿Por qué?—comenzó a jugar con sus dedos—Es extraño, tienen los mismos lugares y similitudes de la tierra, pero no hay estrellas, son hermosas... al menos unas cuentas podrán iluminar una noche.
Prudencio dejó de tararear, se dio la vuelta enfrentando a Boris, expresó:
—No eres diseñador y mucho menos un cuarto de remodelación, tampoco creas que es fácil realizar todo esto.
Después de limpiar el desorden causado por Boris, fueron a su primera práctica.