Caminos Cruzados

Capítulo 2

Escucho como un auto se aproxima a lo lejos, creo que nos estamos deteniendo.

— Dago llamó, mataron a uno de los pasajeros.

— ¿Qué? — Dice Leith molesto. — ¿Por qué? ¿Qué pasó?

— Intentó hacerse el héroe, tiró al suelo a Dago y le quitó su arma, Santiago le disparó, murió al instante.

— Asesinaron al tonto que no quería dejar ir a su novia ¿Cierto?

— Sí, al mismo.

— Diles que pongan orden, no quiero más contratiempos.

— Sí jefe.

— Una cosa más. — Dice Leith.

Aprovecho ese momento para escabullirme a la parte trasera del auto, me quito la bolsa de la cabeza para poder ver donde me encuentro, solo hay arboles aquí, kilómetros y kilómetros de árboles, estos ocultan el camino que estamos siguiendo. El baúl sigue abierto, podría salir de aquí, pero ¿A dónde iría? A demás, Sam sigue allí, no puedo dejarla, es mi mejor amiga y ahora sé que su prometido fue asesinado ¿Ella lo sabrá? ¿Lo habrá escuchado? Temo que sí, no puedo imaginar el dolor que debe estar sintiendo ahora.

El auto se pone en marcha, el otro secuestrador conduce frente a Leith, lo deduzco ya que no hay nadie detrás, no puedo ver lo que hay delante, solo puedo ver el camino que dejamos atrás, pero no hay nada que pueda ayudarme a ubicarme, un letrero, una señalización, nada. El auto continúa andando un par de kilómetros más hasta detenerse junto a lo que parece una montaña.

— Ya estamos aquí. — Dice Leith.

Creo que está hablando por teléfono, no entiendo por qué nos trajeron aquí, al medio de la nada, además ¿A dónde llegamos? En este lugar no hay nada.

El auto se pone en marcha una vez más, pero solo avanza unos cuantos metros, lo que parece ser una puerta se cierra detrás de nosotros, todo se oscurece, no puedo ver nada ahora. Escucho dos puertas de auto abrirse, así que me pego lo más que puedo al suelo de la camioneta.

— Bien chicas, todas abajo.

Espero que Leith no se dé cuenta de que no estoy allí, una tenue luz se enciende, puedo ver a las chicas saliendo del auto.

— Ya pueden quitarse las bolsas. Bienvenidas, este será el nuevo hogar de algunas de ustedes.

Escucho algunos silbidos y personas haciendo cumplidos un poco subidos de tono.

¿Cómo que el nuevo hogar? ¿A caso piensan dejarnos aquí para siempre? ¿Qué van a hacer con nosotras? y ¿Por qué dijo algunas? ¿Qué va a pasar con las demás?

— Vamos, síganme por aquí.

Levanto la cabeza para saber que está ocurriendo, están llevándose a las chicas por otra puerta, veo a mi alrededor, no queda nadie más, todos se han ido por esa misma puerta. Con mucho cuidado bajo de la camioneta, no hago ningún ruido, incluso dejo el baúl sin cerrar. Examino el lugar solamente con la vista para tomar una decisión, hay tres puertas ¿Por cuál debo ir? Finalmente elijo la que está a mi izquierda, entro allí y me encuentro un largo pasillo, hay un par de hombres con armas, están caminando en la dirección contraria a la que me encuentro, espero a que doblen la esquina antes de continuar, giro hacia la derecha, allí encuentro unas escaleras, verifico que no haya nadie antes de bajar, aquí encuentro muchas mesas, todas con cocaína, parece que aquí la empacan, hay muchos guantes con los dedos cortados, deben usarlos para el empaque, decido que no voy a tocar nada, así que salgo por la única puerta que encuentro, continuo caminando sigilosamente, aquí hay otro pasillo, al doblar a la izquierda choco contra alguien, al levantar la mirada noto que es Leith.

— Así que aquí te has metido. — Dice enfadado. — ¡Pensé que habíamos llegado a un acuerdo! — Me toma por el brazo. — ¿Como lograste escapar sin que te viera?

Me limito solo a mirarlo, estoy aterrada, temo que vaya a lastimarme.

— ¡¿Cómo?!

— Por el baúl. — Hago el mayor esfuerzo por no llorar, pero es inútil, una lagrima rueda por mi mejilla hasta llegar a mi barbilla, la limpio con mi otra mano antes de continuar hablando. — Antes de subir al auto abrí el baúl sin que te dieras cuenta, a mitad del camino me escabullí hacia atrás.

— Cuando Juan se acercó para hablar conmigo. — Frunce el ceño. — ¿Sabes que pudiste haberme metido en muchos problemas? Tienes suerte que Dago y Santiago acaben de llegar, tendré que decir que venías con ellos. Camina. — Ordena.



#29099 en Otros
#9319 en Relatos cortos
#11885 en Joven Adulto

En el texto hay: secuestro, trata de blancas, vuelo

Editado: 18.05.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.