El Mayor y La Menor

Desde que Jess y yo éramos pequeños, mis padres han trabajado muy duro para darnos todo lo que necesitamos. Son encantadores, se preocupan por nosotros y son muy amorosos, pero casi nunca están en casa. Por eso, mi hermana y yo pasamos la mayor parte del tiempo solos, siendo la única compañía del otro.

Adoro a mi hermana y me preocupa su bienestar. Como hermano mayor, mi deber es protegerla. En casa, yo me encargo de las tareas del hogar, de cocinar y de ayudarla con su tarea.

Hago todo esto para que ella pueda vivir una infancia normal, aunque eso signifique sacrificar la mía.

Muchas personas me han dicho que viva mi vida como cualquier niño, incluidos mis padres. Por eso, desde muy joven me han inscrito en campamentos para que pueda convivir con niños de mi edad y hacer cosas de niños. En mis patrullas, siempre había alguien mayor que yo, por lo general el líder de la tropa, y eso me permitía ser un niño en el campamento y un "adulto" en casa.

Pero esta ocasión es diferente. En la tropa de los Osos, soy el líder y el mayor del grupo, y me siento con la responsabilidad de cuidarlos. Me aterra lo que pueda pasar si no los guío. Lo mismo ocurre en esta cueva; sé que soy el mayor, y me siento responsable de sacarnos de aquí y de ayudarlos a volver al campamento.

También me preocupa mi hermana. Este es su primer campamento, y estoy feliz de poder cuidarla y acompañarla, pero cuando me cambie a la tropa de los Halcones, eso será imposible. Esa tropa tiene actividades muy diferentes a las de los Zorros, las Panteras y los Osos.

Al escuchar la inquietud de Arthur, Larisa pensó en la gran carga que este chico llevaba en sus hombros.

— Nadie te pidió que hicieras eso —Mencionó la voz de la más pequeña del grupo, uniéndose a la conversación. Jess se acercó a nosotros y se sentó junto a su hermano mayor.

— No tienes que ser el que me protege. Puedo cuidarme sola. Tal vez me veas pequeña, pero soy capaz de hacer cosas grandes por mí misma, solo tienes que confiar en mí.

Pude observar al hermano mayor asimilando las palabras de la menor.

— Te quiero mucho, no quiero que te suceda nada malo —Dijo Arthur.

— Sé que me quieres, pero el que seas mi hermano mayor no quiere decir que tengas que sobreprotegerme. Yo también soy valiente y capaz de afrontar las adversidades.

Al escuchar la determinación en la voz de Jess, Arthur y yo no pudimos evitar sonreír de orgullo por esta niña de apenas diez años.

— Además, que seas el mayor en una tropa scout tampoco quiere decir que tengas la responsabilidad de cuidar a todos tus compañeros campistas —Añadió Ariel con seguridad.

— Estoy seguro de que tus compañeros de la tropa de los Osos estarán bien sin ti por un rato. En cuanto a nosotros, todos buscaremos una solución a este problema. Lai lai lo dijo antes, estamos juntos, nada podrá pasarnos. No debes poner demasiada carga en tus hombros cuando puedes pedir ayuda a los que te rodean.

— Gracias, Ariel —Susurró Arthur con una sonrisa en su rostro.

Era la primera vez que escuchaba al chico más tímido del grupo hablar con tanta seguridad. Su pequeña sonrisa de consuelo fue capaz de hacer que todos se sintieran mejor. Puede que Ariel llegue a ser un gran líder algún día.

Una de las funciones de los campamentos es fortalecer las relaciones de amistad entre los campistas. En esta ocasión, no fue un campamento normal lo que logró eso, sino una aventura improvisada en el bosque, y, aun así, cumplió su objetivo.

Los pequeños campistas que me acompañan en esta cueva fueron capaces de abrir su corazón al resto del grupo, y se animaron y aconsejaron entre sí. Me siento inmensamente orgullosa de ellos.

No quise interrumpir el bello momento, pero el amanecer se aproximaba y debíamos descansar para poder buscar una salida muy pronto.

— No quisiera interrumpir este momento, pero tenemos que dormir. El sol saldrá pronto y tenemos que buscar una forma de salir de esta cueva.

Al escuchar mis palabras, cada chico asintió, de acuerdo con mi afirmación, y uno por uno regresó al lado de la fogata para volver a dormir.