El Nuevo Camino de Lucas

El rugido de Valel resonó en todo el cementerio.

—¡Lo sabía! ¡Maldito niño!

Con furia desatada, alzó ambas manos y desató una ola de sombras gigantesca.

Iba a consumirlos a ambos.

Camuel cerró los ojos, preparándose para el impacto. Sabía que su cuerpo no resistiría otro ataque así.

Pero entonces...

El aire cambió.

Lucas no huyó.

Lucas no titubeó.

Con un solo movimiento de sus manos, la ola oscura se detuvo en seco.

Las sombras se congelaron en el aire, como si fueran atrapadas por una fuerza invisible.

Luz y oscuridad danzaron a su alrededor.

Lucas apretó los dientes y empujó la energía de Valel con una explosión de poder.

El ataque se desmoronó.

Y en el mismo instante, Lucas contraatacó.

Su ataque fue devastador.

El suelo tembló. La Hermandad retrocedió instintivamente, sintiendo la abrumadora presión de su poder.

Eron, que hasta ahora había mantenido la calma, dio un paso atrás por reflejo.

—¿Niño… qué demonios eres? —preguntó, con el ceño fruncido.

Lucas lo miró fijamente.

Y sonrió.

—¡Yo no soy luz! —gritó, apuntando a la Hermandad.

Sin pensarlo dos veces, sacó un encendedor de su bolsillo.

La pequeña llama brilló en la oscuridad.

Y luego, prendió fuego a su propia capa.

El fuego se esparció con rapidez, devorando el negro profundo del tejido hasta que solo quedó una capa gris.

Lucas respiró con fuerza. Lo había hecho.

Había roto con la Hermandad.

Pero entonces…

El fuego no se apagó.

Las llamas comenzaron a consumir la capa gris.

Lucas parpadeó, sintiendo el calor subir con rapidez.

—Oh, no. No, no, no… ¡Camilo, ayúdame! —gritó, agitando los brazos.

Apenas consciente, Camuel se levantó con esfuerzo.

Su cuerpo temblaba, pero aún podía moverse.

Se acercó a Lucas con una mueca de dolor y sofocó las llamas con ambas manos.

El fuego se extinguió.

El cementerio quedó en un silencio absoluto.

Lucas miró la capa chamuscada, luego a Camuel, y soltó un suspiro.

—Eso fue increíblemente genial… pero también muy tonto.

Camuel dejó escapar una risa entre jadeos.

—Bienvenido de vuelta, Lucas.

Los miembros de la Hermandad no sabían qué hacer, qué pensar, qué sentir.

Lucas había traicionado a la Hermandad… pero también había superado a Camuel.

Los líderes oscuros, Eron y Valel, se mantenían inmóviles, sin poder ocultar su desconcierto. Nunca habían visto algo así.

Lucas, de pie sobre una tumba, con su capa chamuscada ondeando al viento, habló con la confianza de un verdadero líder.

—No me den la bienvenida.

Su voz firme y clara resonó en la noche.

—No soy un Guardián de la Luz.

Miró a la Hermandad, con sus ojos brillando con determinación.

—Ni tampoco soy un Guardián de las Sombras.

Algunos murmuraron entre sí. ¿Qué demonios estaba diciendo?

Lucas extendió sus manos. Luz y oscuridad fluyeron juntas, en armonía perfecta, entrelazándose como si siempre hubieran pertenecido al mismo poder.

—Eso es tonto. —Sonrió con astucia—. Las dos pueden trabajar juntas de una manera increíble.

El asombro en los rostros de la Hermandad era innegable. ¿Era posible? ¿Podía ser cierto?

—Ya vieron lo poderoso que pueden ser cuando se combinan.

Lucas era la prueba viviente de ello.

Dio un paso al frente, su confianza imparable.

—Únanse a mí.

El silencio fue absoluto.

Algunos miembros de la Hermandad intercambiaron miradas inciertas.

Otros parecían tentados por la idea.

Pero Eron y Valel seguían ahí.

Lucas lo sabía. Sabía que no dejarían que esto terminara pacíficamente.

Así que miró directamente hacia ellos.

Y les dio una advertencia.

—Yo no voy a pelear.

Su mirada ardía con convicción.

—Pero si me atacan…

La presión en el aire cambió. Era casi asfixiante.

Lucas ya no era solo un niño jugando a ser héroe.

Lucas era alguien que había dominado la luz y la sombra al mismo tiempo.

—Si me atacan a mí o a quienes amo…

El poder alrededor de él vibró, resonando en la tierra, en las lápidas, en los cuerpos y almas de todos los presentes.

—Lo lamentarán.

El eco de sus palabras quedó suspendido en el aire.

La Hermandad sintió la advertencia en su piel.

Y por primera vez en su historia… los Guardianes de las Sombras sintieron miedo.