El bebé le chupaba el dedo cuando se despertó de su siesta. Sonrió automático, viendo al niño moverse con fuerza cuando notó su activa presencia.
—Hola, amor —le dijo y él pareció escucharle. Sus labios dejaron ir su dedo y sus manos se sacudieron, un quejido escapando y su pequeña frente arrugada—. Sí... Lo siento, pequeño. Lo siento.
Se sentó en el nido, riendo cuando tomó a su hijo entre sus brazos y lo acercó a su pecho. El bebé no se quejó más.
—Sh sh —le siseó, balanceándolo en sus brazos pero sabía que no dormiría. Había estado dormido cuando Louis se recostó a su lado luego de haber terminado el en vivo.
Había recibido 100 dólares después de más de media hora; terminó exhausto y con un dolor de cabeza que le hizo tener un mal humor. No se había molestado en despedirse, no lo hizo y no le importó cuando cerró todo. Se vistió y luego se recostó a lado de su hijo, viéndolo dormir tan tranquilo que todo desapareció después.
—Mami te ama mucho —dijo con un suspiro. El bebé ni siquiera le prestó atención mientras tomaba de su pecho—, y no me arrepiento de haberte tenido.
Louis tembló, mirando a su alrededor y su ánimo decayendo de poco a poco cuando ve el estado de su habitación. No era nada comparable con su habitación en casa; su pieza de adolescente llena de libros y demás cosas tiradas por todo el sitio. Si su madre lo viera lo único que diría sería un "te lo dije" con una mueca de desprecio en sus labios pero, mirando hacia su cría en brazos y succionando de su pecho, no puede estar más conforme con su decisión.
Decidió abandonarlo todo por su bebé, y no se arrepintió para nada. Pero su estómago gruñendo de hambre fue como un reclamo mientras se recostaba sobre su nido improvisado, tarareando una música para que su bebé volviera a cerrar los ojos.
—Valió la pena —se dijo a sí mismo cuando sus dedos corrieron el cabello castaño de su cachorro.
Supo que dormiría con hambre, porque el haber ganado 100 dólares esa misma noche no hacía la gran diferencia.
(...)
—Tienes esa cara —Su amigo rodó los ojos.
Harry le mostró los dientes y siguió mirando hacia su teléfono.
—¡Pero sigues haciendo esas muecas! —su amigo exclamó con horror, lanzándole una camisa que cayó sobre su rostro—. Eres un asqueroso lleno de hormonas.
Harry rodó los ojos y se recostó mejor sobre su cama.
—Cállate —le ordenó—. Si vieras lo que yo, estarías en el mismo estado.
Finn arrugó su frente y se asomó un poco antes de hablar, dándose cuenta de lo que ya sabía.
—No me gustan los omegas hombres —dijo con seriedad—. Son... extraños.
El rizado miró los últimos segundos del vídeo y desbloqueó su celular, girándose hacia su amigo y suspirando.
—¿Por qué te dejas llevar por estereotipos? —le preguntó. Siguió antes de que Finn pudiera abrir su boca—. Hay hombres omegas, ¿y qué?
—No lo veo norma, es sólo eso. Es mi opinión —Se encogió de hombros y con poco interés, recogió una de las revistas de deportes en el sofá de Harry y comenzó a ojearla—. Y no me parece que veas porno de ese estilo. Annette se enojará cuando se entere.
Harry le lanzó la camisa que había caído sobre su rostro anteriormente.
—¡¿Y tú se lo dirás?! —Su amigo rió con fuerza y negó. Harry solo sonrió de lado—. Más te vale...
—¿Cuánto fue esta vez, Harry? —preguntó con burla—. ¿Cuánto le donaste a tu puta?
—No le digas así.
Finn rió y negó con su cabeza, cambiando de página y soltando un gran bufido.
—No sé cómo quieres que le diga, entonces —Lo miró con burla.
Harry se sonrojó y miró hacia sus dedos, recordándose lo patético que era por estar obsesionado con un camboy. Había demasiado, solía seguir a otros pero ahora solo podía ver los en vivo de uno solo.
—Le doné 50 dólares —susurró con vergüenza. Su amigo fingió ahogarse con su saliva.
—¡Harry! —gritó con sorpresa—. ¿¡Es que estás demente!?
El alfa suspiró, haciendo una mueca u mirando a su amigo en el proceso. Él no lo entendería...
—Hay personas que donan y luego quitan sus donaciones antes de que el en vivo acabe —susurró en explicación—. Y él quizá... No lo sé, no sé en qué estaba pensando.
Finn rodó los ojos y dejó la revista en sus manos.
—Él debe tener más dinero del que necesita, Harry —dijo con decepción—. No necesita de propinas solo porque lo ves tocarse como un necesitado.
—Lo sé. —Su corazón dio un vuelco en su pecho y su alfa, tan extraño como siempre, se sintió humillado y algo decepcionado.
Quiso rugir y ocultarse, a la vez que quería defender a un omega extraño.