No quería pensarlo demasiado, pero mientras veía a su bebé en brazos de otra persona, sabía que era necesario. Debería de haberlo pensado, en vez de solo mirar un punto fijo en la pared, a la espera de una salvación que no estaba realmente tener. Solo había una única alternativa.
—Louis —Niall le llamó, un suspiro en sus labios a la vez que trataba de calmar los llantos del cachorro en sus brazos—, por favor, sosténlo. Siento que me romperá la cabeza.
El omega castaño cerró los ojos, recostándose mejor en el sillón de la casa de su amigo, queriendo y deseando que las cosas fueran más fáciles. No lo eran, y no lo iban a ser.
—No puedo —susurró, sus ojos llenándose de lágrimas pese a tenerlos cerrados. Dolía demasiado, hasta no pensarlo, analizar la dura idea que había tenido—. No puedo con todo esto, Niall.
—Lou —su amigo llamó, sonando desesperado. Louis escuchaba los llantos de su hijo, incluso su corazón se oprimía de escuchar el esfuerzo de sus pulmones, pero no podía sostenerlo en ese momento—, hay que pensar en todo esto después. No ahora, cuando tu bebé no deja de llorar por ti.
Louis gimió en voz baja, dándose por vencido y estirando sus brazos. Niall no demoró demasiado en colocarle el bebé entre sus brazos, quejándose con un bufido final antes de dar dos pasos hacia atrás.
—Por dios —se quejó otra vez, en voz baja—, tiene unos pulmones.
Levemente se calmó, terminando por hipar mientras Louis le miraba el delicado rostro, los rasgos de él en todo su ser. Su madre hubiera dicho lo mismo, si tan solo le importara.
—Mi madre me lo dijo —comenzó, dejando que el bebé le chupara un dedo cuando no encontró su pecho—, que me arruinaría la vida.
Niall permaneció callado por unos segundos, quizá recordando que las mismas palabras fueron utilizadas también por él.
—¿Lo está haciendo? —sin embargo, preguntó.
—No lo sé —El omega lo miró cerrar sus azules ojos, tan parecidos a los de él. Era un pequeño él, un Louis bebé en sus propios brazos que le exigía demasiado, más de lo que podía dar—. Pero no es su culpa, yo quise tenerlo.
—¿Dónde está él, de todas formas? —Louis no necesitó más información para saber de quién se refería su amigo.
—Muy lejos del continente —Se encogió de hombros, recordando la última vez que vio al padre de su hijo—. Seguramente, con alguna omega que no le dé un bebé que no desea.
—Debería hacerse cargo —Niall dijo con fastidio en su voz, y el castaño rodó los ojos—. Debería estar aquí y...
—No —Louis sacudió su cabeza y suspiró, viendo a su hijo quejarse en gemiditos—. Él dijo que no lo quería; esto fue mi decisión.
—Pero no estás feliz con esta decisión —Niall terminó la oración, siendo precavido—, ¿verdad?
El omega recordó su estómago redondo, las noches de hambre que tuvo que pasar y la poca ayuda que recibió de varios. Recordó el dolor en su pecho cuando casi le negaron la entrada a la maternidad donde daría a luz, solo por ser un omega sin alfa y sin alguna marca en su cuello; se sintió humillado y roto. Su corazón dolió más aquella noche.
—Lo estoy —aseguró, no confiado—. Es solo que... No estoy haciendo lo mejor para él, ¿sabes? Y tenías razón. Lo que estoy haciendo no hace una buena combinación con un bebé.
—Olvida lo que dije —Niall se inclinó más a él, frunciendo la frente y negando—. Dime lo que tú crees que estás haciendo mal.
Louis se preparó, sintiendo que lloraría en ese instante.
—Tenerlo —confirmó con voz ahogada. Se encogió de hombros, mirando a su amigo con una sonrisa falsa, llena del dolor que estaba pasando y sintiendo—. Estoy haciendo mal en tenerlo, no darle lo que se merece.
—Louis —Niall murmuró con una mueca en sus labios.
—¿Qué pasará más adelante, Niall? —Trató de sacar su dedo de la boca de su bebé, recibiendo una queja—. Hoy casi nos linchan vivos, de no ser por ese alfa...
—¿Qué alfa? —El castaño se encogió de hombros.
—No me interesa —comentó—. Tampoco me interesa seguir con esta vida, recibiendo todo lo que estoy recibiendo y evitando que lleguen a mi cachorro. Merece un hogar donde pueda tener lo que necesite, no un padre...un padre que le eche más agua a su leche que la misma leche maternizada, solo porque siente vergüenza de darle el pecho —Negó, sintiendo sus mejillas ya mojadas.
Niall apretó los labios, seguramente ya sabiendo lo que se venía.
—¿Qué es lo que vas a hacer? —le preguntó en un susurro, temiendo de que alguien más le escuchara.
—Lo mejor —Louis sacó su dedo por fin, de entre los pequeños labios de su cachorro, y le sonrió sinceramente. Lo vio fijo, recordándose a sí mismo que no debía ser más egoísta, hacer sufrir a alguien que no merece sufrir—. Voy a regalarlo.
(...)
Su corazón no había dejado de latir. Podría dar la vuelta y simplemente acabar con su existencia al volver a verlo, al comprobar que él existía. Un omega como él existía.
—¿Dónde estabas? —Finn apareció detrás de él, su frente arrugada y con las mujeres extrañas a cada lado de sus brazos. Y nadie se quejaba, mirando de reojo y sonriendo con picardía con halagos seguros no dichos.
—Estaba... —Harry parpadeó, mirando sobre su hombro, a la espera del omega de ojos azules y un bebé en brazos. Eso no pasó—. Me perdí.
Su amigo bufó, siguiendo su camino e ignorando con facilidad la expresión del alfa. Tal como la omega, que regresó al brazo de Harry con una sonrisita en sus labios pintados de rosa. Sin embargo, Harry la aceptó y caminó detrás de su amigo, aún diciéndose a sí mismo si todo lo que había sucedido realmente pasó.
Suspiró, pensando en su expresión y en su olor. No podría ser una ilusión, porque ni la mente de Harry sería capaz de producir tanta perfección. Él era real, y estuvo frente a sus ojos durante minutos que, por desgracia, se sintieron como solo segundos. Había acabado y él estaba unas calles hacia abajo, a lo fácil para Harry que podría correr hasta llegar a él y decirle lo loco que estaba por...por haberse enamorado de él mediante una pantalla.