—Siempre esperé que fueras omega —su madre dijo, frente arrugada y negando con su cabeza—. Me llevé una gran sorpresa cuando fue lo contrario.
Harry bajó la mirada, encogiéndose de hombros y suspirando un gran respiro que le provocó frío en su pecho.
—Solo porque no era como los demás —el rizado susurró—, me dejaba pisotear como los omegas se dejan ante los alfas.
—Amor —ella comenzó a decir, siendo interrumpida por una sacudida de cabeza por parte de Harry—, sabes que no es lo que quise decir.
—Nunca fui... Nunca me dejé llevar por los estereotipos de los alfas. Nunca te falté al respeto ni te gruñí ni una sola vez, es por eso que parezco más un omega. ¿Cierto, madre? —Ella permaneció callada, mirándole con ojos vacíos.
—Exageras —susurró—. Siempre exageras las cosas, Harry. Es algo que debía pasar, ¿y qué? ¿Piensas que estoy enojada o algo así?
Los ojos de Harry picaron, y se sintió avergonzado por querer llorar en el regazo de su madre.
—Esto... —tosió, queriendo no sonar roto—. Esto no se trata de ti, madre.
—¿De qué va, entonces? —La mujer rodó los ojos, cruzando sus brazos y esperando una respuesta.
—Ya no quiero ir —suplicó. La miró con desesperación, esperando ser comprendido—. No quiero seguir yendo a ese lugar.
Su madre suspiró, chasqueando su lengua y mirándole de forma desaprobada.
—¿Sabes cuánto cuesta el ingreso a esa institución, Harry? —preguntó, su voz tan decepcionada que el rizado bajó la vista a sus dedos temblorosos—. No ocurrió nada fuera de lo normal, cariño. Tuviste sexo, nada más.
Harry tragó el nudo en su garganta y se obligó a alzar la mirada.
—Pero yo no quería —insistió, queriendo esconderse entre sus sábanas y no volver a salir nunca más al exterior—. Ese chico...
—Dijiste que era tu amigo, además de tu compañero de habitación —Annette interrumpió, confundida. Harry le negó, desesperándose a cada segundo transcurrido—. Solo salieron de fiesta, lo que realmente necesitabas.
—Yo no necesitaba una fiesta —trató de decir entre dientes. Rodó los ojos y pensó en resignarse—. Me drogó, mamá. ¿Entiendes eso?
Annette asintió, esperando a que continuara con esa mirada de confusión en sus ojos, que hacía a Harry retroceder de la posición en la que se encontraba. Se sentía mal, por pensar que lo que había ocurrido fue un error porque todos le habían estado diciendo lo contrario.
—No lo entiendes —terminó susurrando—. No entiendes que perdí el conocimiento y no recuerdo la mayoría de las cosas que hice ese día, que desperté en la cama de alguien más...
—Amor —ella dijo de forma cariñosa, una sonrisa en sus labios muy ligera—, es algo normal. Fue tu primera fiesta y es lo que haría...
—Lo que haría un alfa —Harry terminó por ella, rodando los ojos—. Pero no yo, mamá. Y entiendo que estés preocupada porque tu hijo no actúa como todos los demás en su alrededor, pero lo que sucedió estuvo mal; deja de tratar de normalizarlo. Solo... —Suspiró profundo—, no quiero tener que verle la cara a ese chico que llamé amigo y se aprovechó de mí en la primera oportunidad que tuvo. Tampoco quiero estar en un instituto donde todos los alfas tratan de acostarse con todos los omegas que hay en el otro edificio de la institución. Solo no quiero seguir rodeado de este tipo de gente.
—Realmente no te entiendo —murmuró—. Estar en ese colegio fue tu mayor deseo desde antes de que terminaras la Secundaria, y ahora que estás dentro no puedes simplemente renunciar a todo por un simple problema.
Harry apretó sus puños, recordando el dolor en su vientre cuando despertó, sus labios mordidos y levemente sangrando. Recordó la sensación mientras se despertaba, rodeado de personas que no conocía y estando abandonado en un lugar desconocido en esa fría madrugada solitaria. Recordó como le dolió todo en él cuando vomitó en un intento de llegar a su condominio, siendo el único despierto en la calle cuando la mañana todavía no sucedía.
—No es un simple problema —le susurró—. Alguien... Alguien estuvo conmigo y yo no...
—Harry —ella insistió—, déjalo pasar. No te ahogues en un vaso vacío. —Negó—. Y por supuesto que no dejaré que abandones el instinto. Ya es demasiado caro como para dar un paso hacia atrás.
(...)
Niall le sonrió a Louis, con el bebé en brazos y una mirada que reflejaba la lastima que sentía hacia el omega castaño.
—Esta es una carpeta llena —dijo la beta, una mirada aburrida hacia ambos— de las alternativas que tienes.
Louis asintió, mordiendo su labio y mirando de reojo a Niall, que miraba la carpeta con su frente arrugada. Sabía lo que significaba y, aunque él tampoco estaba del todo de acuerdo con la idea, sabía que era lo correcto para el cachorro y él mismo. Aún sentía una capa sobre sus hombros, que le daba la seguridad de seguir, sabiendo lo próspero que sería hacer lo correcto.
—Puedes venir cuando estés listo —ella le dijo, regalándole una sonrisa que no significó nada, que se borró en cuanto desvió la mirada—. No olvides traer todo el papeleo.
Niall se levantó primero, seguido de Louis que mantenía el fajo de hojas debajo de sus brazos. Tenían ambos la mirada baja cuando salieron del gran edificio, el bebé haciendo ruiditos entre ellos y apretando el dedo del omega rubio mientras de chupaba sus propios dedos.
—¿Cuándo fue la última vez que le diste el pecho? —Niall rió, acariciándole la cabellera castaña al cachorro. Louis supo que lo había dicho en un tono de broma, pero el pensar en ello le causó un apretón en el estómago.
—No lo sé —murmuró, mirando hacia el suelo mientras los dos cruzaban la calle.
—¿Hablas en serio? —El omega sostuvo su brazo, intentando que Louis disminuyera su paso. Sin embargo, Louis ya se sentía demasiado patético como para dejarse ver llorar por algo tan sin sentido—. Louis...
—¿Qué? —Él sollozó, limpiando su nariz con el dorso de su mano, negando al terminar y viendo a su amigo con enojo—. ¿Piensas que no sé sobre la forma en que me miras siempre? ¿Crees que no tengo una idea clara sobre lo que estoy haciendo, siquiera?