Canasta de cuentos filosóficos

Disociación: La virtud de la muerte digna

Estoy en shock. Mi cuerpo y mi mente están totalmente inertes sin mover ningún componente de mi cuerpo o alma; y estar confundido es totalmente entendible, más si se está en un cuarto de hospital flotando por encima de una cama y lo que ves debajo de ti es nada menos que a ti mismo conectado a una extraña máquina y a tu cuerpo irreconocible totalmente golpeado y dañado.

Me cuesta mucho procesar en mi materia gris la situación que estoy pasando, pues no es nada normal verse a uno mismo en una cama de hospital convaleciente. Mi lógica me esta haciendo entender la extraña y macabra situación: Existe la posibilidad de que mi alma se desprendiera de mi cuerpo, y que en dicha entidad metafísica radica mi conciencia, por ello entiendo y razono está rebuscada situación.

Si realmente mi conjetura es correcta, entonces, al parecer el dualismo cartesiano es cierto. Todo lo que soy se conforma de un alma y cuerpo que depende una de otra, —¿será que estoy existiendo en esencia porque estoy pensando?— esta pregunta queda un poco irrelevante, pues mi objetivo principal es descubrir la historia detrás de mi actual estado físico y metafísico, así que dejo el filosofar a un lado para retomarlo más al rato. Me dispongo a explorar el cuarto.

Estoy en el típico cuarto de hospital, está la cama y la mesa portátil para que el enfermo pueda comer, a lado de la cama hay una cómoda donde intuyo que están algunos objetos importantes, del otro lado esta una maquina bastante grande la cual se conecta a mi tráquea mediante unos tubos. Creo que ya estoy entendiendo más, estoy conectado un respirador artificial para mantenerme vivo y respirando, ya que al parecer mi cuerpo no es capaz de hacerlo por él mismo.

—¡Wow!, que incomodo y doloroso seria estar consciente y sentir esa maquina en mi cuerpo. —pienso esto mientras me siento aliviado de no tener ninguna conexión sensitiva con mi res extensa.—

Enfrente de mi cama hay un pequeño sillón, el cual supongo que sirve de cama a los infortunados que tienen que quedarse a hacer guardia toda la noche. Veo cosas en él, lo cual me llena de curiosidad, al acercarme más veo que hay una mochila que me parece muy familiar pero no logro reconocer.

—mmmm, creo que tengo… ¿cómo se llamaba esto?. ¡Ah!, Amnesia. —Intuí con un poco de dificultad y confusión.—

Y claro, me cuesta formular el rompecabezas de los acontecimientos en su totalidad. ¿Quién será quien me viene a cuidar?. Fuera de eso, la habitación es muy sencilla; pero acercándome más a la cabecera de mi cama puedo ver unas hojas, al inspeccionar mas de cerca veo que hay unas cosas escritas como: mi nombre, mi edad, mi dirección, el día que entre al hospital, la causa de mi internamiento y una resumen de dicha bitácora.

Me llamo Ernesto, tengo treinta y cinco años, estoy en el hospital desde hace una semana, y la causa por la que estoy conectado a una maquina que me mantiene vivo es gracias a un traumatismo ocasionado por un accidente automovilístico, encontraron en mi sangre una alta cantidad de alcohol. 

Me empieza a doler recobrar mis memorias, me siento mareado y percibo que el espacio se deforma a mi alrededor, empiezo a ver flashbacks de los acontecimientos que me llevaron hacia esta trágica situación. El dolor y la confusión hacen que me ponga en el suelo y me arrodille.

Preferiría haberme quedado como en el principio, sin saber nada. Todo empezó el viernes por la tarde. Nos dejaron salir temprano del trabajo, así que decidí ir con unos amigos a tomar unas copas; como tengo auto, nos fuimos todos muy contentos a embriagarnos.

Realmente me iba muy bien en la vida, tenia un bonito auto que no saque en mensualidades, sino al contado ya tenía buena estabilidad económica. Contaba con el apoyo de una hermosa novia por la que pasaría mas noche a recogerla de su trabajo. Pero ese último encuentro jamás llego.

Llevando la sangre bastante infestada de alcohol, en un acto de heroísmo y de incredulidad, se me hizo fácil conducir por todo Viaducto a máxima velocidad. El mundo era mío, la vida perfecta terminó cuando de un momento para el otro, el vehículo se estrelló contra la cera de la vía rápida. A si es como terminé en este pequeño cuarto.

—¡No puede ser!, ¡soy tan estúpido!, ¡despierta desgraciado, vámonos a casa para terminar con esta bizarra experiencia!. —le gritaba a mi cuerpo lleno de impotencia y desánimo, estoy desesperado.—

Mis gritos y cólera se ven interrumpidos cuando escucho que empiezan abrir la puerta. Venían entrando dos enfermeras, dos doctores y mi mamá acompañada de mi novia. Por impulso intenté llamar su atención al querer tener contacto físico con ellas…pero fue en vano, me di cuenta de que no tenía la capacidad de interactuar con mi medio ambiente, esa capacidad se quedo con mi maltratado cuerpo.

Asustado, agitado y nervioso pongo atención a lo que empiezan a decir los médicos:

—Miren damas, se que esta situación es muy complicada y triste, así que seremos claros. Su hijo entro en un coma, fue un milagro que no muriera al instante.

—¡Entonces díganos doctores, ¿Cómo se puede salvar?! —Gritó mi madre desesperada por la pequeña esperanza de que yo saliera rápido de mi condición.—

—Realmente lo lamento, pero… los daños que sufrió su familiar son muy mortales, si lo desconectáramos ahora mismo moriría…. —el doctor fue interrumpido por mi novia.—



#21057 en Otros
#6245 en Relatos cortos
#8221 en Joven Adulto

En el texto hay: cuentos, filosofia, reflexiones

Editado: 11.04.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.