Me duele el cuerpo, lo siento tan apretado que es incómodo hasta el punto de lastimarme. Escucho voces gritando a lo lejos y cada vez que intento, aunque sea abrir los ojos, lo único que veo son sombras de distintos colores moviéndose de forma descoordinada.
Morado, azul, marrón, rojo...
Es una danza extraña que hacen, son como fantasmas bailando sin una especie de música de fondo. Dan vueltas y vueltas, arriba y abajo, pero al final no es entendible, se acercan a mí para segundos más tarde alejarse. ¿Estoy soñando? Jamás había tenido un sueño de este estilo.
Siento un ardor en mi cabeza y algo deslizándose por mi frente, me siento sofocada y mareada mientras el aire de mis pulmones poco a poco se está yendo. Sé que estoy en algún lugar, pero también es como si flotara libremente. Estoy aquí, pero no puedo mover ni siquiera un dedo, aunque lo desee. El olor a ceniza que comienza a emanar de algún lado se clava en mis fosas nasales y es insoportable, porque tengo unas increíbles ganas de toser, pero no puedo. No puedo hacer absolutamente nada.
Quizás Soo ha apagado el aire acondicionado otra vez, sabe perfectamente que estamos entrando en verano, pero prefiere cuidar el medio ambiente antes que su estabilidad corporal.
—¡Quemen a la bruja! —gritan distintas personas con rencor y furia.
Suena a que está viendo una película sin mí y aunque quisiera acompañarla, me siento terriblemente cansada como si no hubiera dormido en días.
Mi brazo me comienza a doler de pronto a un grado insufrible, tanto que parece que cada parte de mi piel se marchita poco a poco. A pesar de estar medio dormida puedo sentir las lágrimas brotando de mis ojos una tras otra y mi garganta adolorida de tanto gritar. Un recuerdo que llega a mí como una pesadilla y que no piensa abandonarme en ninguna noche de soledad.
Es demasiado real como para que sea solo un simple sueño, aunque suplique o grite con todas mis fuerzas parece que nadie puede escucharme. Es como si mi voz no existiera entre tantos fantasmas danzantes. La esperanza me ha abandonado desde el momento en el que puedo sentir mi carne calcinarse, puede que sea una parte solamente, pero el dolor se extiende por cada parte de mi cuerpo.
Un momento después los gritos de las personas callan, un silencio abrumador cae y aquellos fantasmas dejan de bailar. Ese dolor insufrible comienza a cesar; una sombra blanca y brillante se detiene justo en frente de mí y la sensación de estar apretada disminuye. Poco después mi vista oscurece por completo.
Desde la oscura soledad, siento como aquella sombra me carga para así luego dejarme acostada en una superficie suave con olor a jazmín; segundos después se marcha sin decir una sola palabra. Siento punzadas en el brazo y una helada brisa acariciarme la piel, mientras que cada minuto pasa uno tras otro hasta que el calor y sudor se vuelve en nada debido al frío que me hace añorar una cama. Poco después mi cuerpo que permanece como una muñeca se eleva y mi cabeza reposa sobre un cálido pecho; en cada paso oigo su palpitante corazón y el sonido de su respiración.
Callado, no pronuncia ni una sola palabra, el sonido de sus pasos están apresurados y sin darme cuenta, en algún momento me quedo completamente dormida.
«—Escucha con atención, una noticia importante recibirás. La primavera llega justo a tiempo, sus flores florecerán una vez más. El destino se encuentra frente a ti, pero no lo verás hasta que aprendas a volar. Las manecillas del reloj se detienen, sigue a uno de los cuatro seres vivientes y nos podrás encontrar —lee el anciano en voz alta.
—¿Qué significa? —pregunta la niña con completo asombro.
—¿No lo sabes? —inquiere el anciano, mientras cierra el libro en sus piernas—. Es un poema, el más noble que tenemos.
Parada desde mi lugar pude notar lo molesta que está, hace un mohín con los labios mientras se cruza de brazos. Es una niña que realmente llama la atención entre todos los niños que se encuentran viendo la clase, sentada en el césped está mucho más adelante que todos sus compañeros, por lo que parece bastante interesada en las historias de aquel viejo.
Sin embargo, lo que más destaca de todo no es su personalidad y apariencia, es algo que realmente no se puede ver a simple vista y que es difícil de explicar, ni yo misma lo sé con precisión.
Desde el anciano hasta cada niño sentado en el lugar, absolutamente todos tienen una única característica en común: un cabello blanco como la nieve. La única diferencia entre todos es el color de piel o el de sus ojos, pues algunos son morenos, otros con una piel oscura como el chocolate. Algunos con ojos de un color azul, otros como el ámbar y hay quienes son verdosos como el suave césped. Se parecen debido al blanquecino cabello, pero, aunque sean parecidos, nada, absolutamente nada de eso destaca entre tantas personas.
La diferencia la tiene esa niña sonriente.
—Sir Lotario, dígame lo que significa —insiste la niña.
El maestro de la pequeña duda durante un segundo antes de responder:
—Este poema fue escrito por el mismísimo Rey del Todo, el Rey que nadie ha visto»
Despierto.
Lo primero que ven mis ojos es un techo de madera de forma confusa; poco a poco voy recobrando la vista por lo que decido voltear a mi izquierda. A mi lado yace una pequeña mesa con instrumentos médicos y unas velas encendidas. Mis ojos viajan entonces por la habitación en la que me encuentro, visualizando una chimenea encendida a varios metros de mí dándome una señal de que en realidad no estoy completamente sola, a pesar de que en los demás catres no haya ningún otro paciente.