Canciones al mar

Capítulo 6

Puedo quedarme observando a mi madre durante horas, en silencio. Mi madre es mi héroe, la mujer que siempre me amará. Ella es una persona única, algo que mis hermanas y yo no hemos podido heredar, como es de única, nadie en el mundo se le parece. Mamá ha pasado por tantas cosas y sigue de pie, como una luchadora y es que día tras día lucha y no se rinde, no lo hace nunca y es espectacular.

He visto a mi madre desesperada, cansada hasta casi decir basta y aún así no ha tirado jamás la toalla, siempre ha estado al frente del huracán y ella ha sido su destrucción, el muro que el huracán no podía traspasar. Algunos llegan a creer que mi madre es ese huracán y podría serlo, pero me gusta creer que mi madre es más pacífica. La gente no lo entiende y tampoco quiero que lo hagan. Me gusta que quede algo en secreto para nuestra familia, me gusta que mamá se reserve algo de ella misma solo para nosotros.

– Dime cariño, ¿qué pasa?

– Lo de siempre.

– Mi niño. — suspira ante de acercarse a mí. — ¿Quieres volver?

– Siempre quiero volver, os echo de menos pero también quiero hacer esto. — ella sonríe complacida con mi respuesta. — Mamá, ¿Crees que puedo amar?

– ¿No lo haces Einar?

– Sabes que quiero decir, amar a alguien que no sea vosotras tres.

– Claro que lo creo Einar. — acaricia mi mejilla antes de levantarse. — ¿Tienes miedo de amar Einar? — se sienta a mi lado.

– Tengo miedo de que me hagan daño.

– Pero es normal Einar, cuando el amor se acaba duele.

– ¿Por qué el amor no puede ser eterno?

– ¿Quién dice que no? Einar, lo que esa chica te dijo no iba enserio. Ella hablaba desde la rabia, y no voy a justificar jamás que fuiste insensible con esa chica pero al menos fuiste sincero. — resopla. — Si cariño, el amor puede ser eterno, solo tienes que encontrar a esa persona eterna, esa persona de la que no te aburras de que aún haciendo lo más cotidiano te parezca una nueva cosa, una nueva aventura.

– ¿Crees que alguien tan racional puede sentir algo así?

– Todos podemos sentirlo Einar, de formas distintas pero podemos hacerlo. — ríe. — ¿No soy yo racional?

– Con los años, cada vez lo eres menos. — ella me saca la lengua de forma infantil. — Lo que yo decía.

– Bueno príncipe, puede que no sea tan racional como tú. — me concede al final. — Pero no creía en el amor, y no sabía lo que era hasta que conocí a tu padre, con el todos los días son diferentes aunque sean iguales.

– Lo tuyo con papá es único.

– No cariño, la gente lo ve así pero están equivocados. — sonríe. — Nosotros no nos conformamos con menos, por eso parece único. Solo somos una relación sana, con nuestros problemas y todo eso pero nada más.

– Supongo que tienes razón.

– ¡Oh! Yo siempre la tengo. — me guiña un ojo. — No se porque me has preguntado estas cosas, pero espero que encuentres el amor Einar. — se levanta de su sitio. — Ahora vamos o llegarás tarde al concierto y yo no quiero perderme ni una sola canción.

Mi madre sale de mi camerino y se va a su sitio junto a Arlene y a Abril en el palco. Arlene ayer parecía un poco fuera de lugar, más de lo normal. La está costando adaptarse a nosotros, parece que nuestra cercanía le es tan nueva que desconfía de que sea real.

Cuando salgo del camerino me encuentro con Arlene en la puerta del mismo. Ella me sonríe ligeramente y yo la miro con la ceja alzada.

– ¿Ocurre algo?

– Quería desearte buena suerte. — asiento. — También lo hice con el resto de la banda, pero no estabas.

– Gracias por darnos ánimos pero llevamos tres años en esto, sabemos que hacer. — ella rueda los ojos.

– Ellos dijeron que dirías algo como eso. — termina de decir con una medio sonrisa. — Solo disfruta y agradeceme sin ser tan racional.

– Creo que eso para mi no es posible.

– Puede ser. — vuelve a reír, tiene una muy bonita sonrisa. — Igualmente, disfruta, estaré animando junto a mi madre.

– ¿Gritaras?

– ¿Quieres que lo haga? — me encojo de hombros.

– No sueles estar muy emocionada en los conciertos.

– Eso no es del todo cierto, hoy voy a demostrartelo.

– Estoy deseando verlo.

Arlene se marcha con el reto en la boca. Sonrío negando con la cabeza y voy con el resto de la banda. Nuestra representante nos da la charla usual y luego nos deja solos antes de que nos llamen para que salgamos.

Al hacerlo me quedo medio sordo por la cantidad de gritos que escucho, no es que sea algo nuevo, pero siempre me sorprende la cantidad de energía que tiene el público francés. Me encanta presentarme ante ellos porque son parte de mí, de mi familia. Es absurdo pensarlo así, pero mamá siempre me ha dicho que parte de mi familia está en Francia, así que siento como un tercer hogar al país.

– Buenas noches París. — grito y obtengo muchos gritos en respuesta.

Miro al palco donde están mi madre, Arlene y la representante de esta, hay más gente que de seguro ha pagado un montón de dinero para tener esa posición privilegiada pero solo me importan dos personas de las que están ahí y una me importa más que la otra. Puede estar mal decirlo, pero da igual cuanto ame a una mujer, ninguna se compara a mi madre. Creo que eso mismo piensan mis hermanas, o eso me dieron a entender.

Veo a mi madre con una enorme sonrisa, esperando ansiosa a que empecemos con las canciones que hemos preparado para este concierto. Veo a Arlene que grita igual que los parisinos, sonrío al verla, de verdad está gritando y creía que eso no era posible. Cada día que pasamos, que ella pasa con nosotros, es diferente al siguiente. Me gusta hablar con ella porque es diferente, no lo sabe todo de mí igual que el resto de la banda. Además, tiene una genuina curiosidad por todo y por todos.

– Los veo a todos muy emocionados. — tengo que guardar silencio cuando vuelven a gritar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.