Canciones al mar

Capítulo 8

Me siento en la cama buscando la tranquilidad que no encuentro, me cuesta respirar mientras intento ordenar mis pensamientos. Siento mis manos temblar con la misma inconsistencia con la que respiro. Hay veces que no se puede controlar, la mayoría de veces, más incluso cuando hace tiempo que no tomo la medicación que me mandó el psiquiatra. Pensaba que ya no era necesario. Aunque parece que voy a tener que estar medicándome toda la vida por una u otra razón.

Vuelvo a ver los faros del coche acercarse a Andrómeda, corro todo lo rápido que puedo pero no llego. Me quedo a medio camino, veo como el cuerpo de mi hermana cae a la carretera inconsciente. Le lloro. Pero eso no fue lo que pasó. Mi mente vuelve al verdadero recuerdo.

Veo el coche acercarse a mi hermana que es ajena a él, está tan feliz y tan llena de energía que no se da cuenta de que no va a parar a pesar de tener nosotros preferencia. Aprovechando mi altura, doy zancadas, no corro, voy todo lo rápido que puedo hacia ella. Escucho los gritos de alerta detrás de mí, pero mi hermana no va a poder apartarse a tiempo. Es imposible, no van a conseguirlo y yo tampoco.

Corro desesperadamente, llegando por los pelos. Siento todo el impacto sobre mi cuerpo, cubro todo lo que puedo y más a mi hermana. Es una ventaja que esté delgada y yo sea más corpulento porque lo consigo. El impacto me recorre todo el cuerpo, por la adrenalina casi no duele. Pero se siente mal, se siente como si algo estuviese terriblemente mal. Intento abrir los ojos pero casi no lo consigo. Puedo ver algunas estrellas, y comienzo a sentir un inmenso dolor que sube por mis piernas.

- Einar, por favor…., peque.- escucho la voz desesperada de Candela.- ¡Qué alguien llame a una ambulancia!- pide en un grito.

Recuerdo escucharla diciendo que abriese los ojos, pero no mucho más. El dolor se volvió tan insoportable. El golpe fue tan fuerte que cedí al dolor, cedí ante el desmallo aunque quise luchar para decirles que tanto las amaba.

Mi respiración es una completa mierda, sé que estoy teniendo un ataque de pánico, e incluso podría ser un ataque de pánico junto a uno de ansiedad, aunque a esos últimos estoy más que acostumbrado.

Llevo mis piernas a mi pequeño y las rodeo con mis brazos. No suelo dejar que la gente me vea en este estado. Suele esconderme, mucho no lo comprenden y creen que solo es una exageración, una forma de llamar la atención. Algunas veces no hay explicaciones para un ataque de pánico, y para otras hay miles de razones. La razón de hoy es tan sencilla como que ha habido un atropello justo antes de llegar al hotel.

Mientras llegábamos pensaba que me asfixiaba y sé que Daniela lo ha entendido al instante. Los demás se han quedado confusos por unos segundos antes de comprender que necesitaba llegar con urgencia a mi habitación. Obviamente Arlen y su representante no lo han entendido, no han pasado suficiente tiempo conmigo para que yo les cuente eso. Hay cosas que no estoy preparado para decir en voz alta. Incluso el resto de la banda no sabe de mi ataques de ansiedad y pánico por mí, sino que le pedí a Daniela que les explicase. Además, era imposible evitar tener uno delante de ellos, en algún momento lo verían por si mismos.

Cuando consigo tranquilizar ligeramente mi respiración, alargo mi brazo y tomo el teléfono para llamar a la única persona que sé que me va a atender el teléfono a las tres y media de la mañana. No pasan ni tres tonos cuando se escucha la voz medio adormilada de Candela.

– ¿Pasó algo?

– Un ataque de pánico.

– ¿Qué ocurrió?

– Atropellaron a una persona aquí en Roma. – ella comienza a hacer más profundas sus respiraciones, para que yo pueda seguirlas. – No lo vi, pero sentí como si estuviese allí.

– Son traumas Einar, no tienes que justificarlo. No conmigo. – dice tranquilamente. – ¿Justifico yo mi trauma con Ren?

– A veces, para odiar a la población masculina. – escucho su risa suave y consigo sonreír yo también.

– Y no está mal, pasé una muy mala relación.

– La peor. – le concedo.

– Así que Einar, tienes derecho a entrar en pánico, e incluso a desmayarte en estas situaciones. No es lo ideal, pero tienes o tenías, a veces no lo sé, estrés post traumático. Te costó meses volver a andar con normalidad, volver a pasear con tranquilidad te tomó casi dos años. Y aún tienes dolores por el accidente, ¿por qué no ibas a poder tener miedo? Eres una persona que no entiende muchas cosas, en especial los sentimientos complejos, pero sabes lo que es el miedo y no está mal sentirlo. No debes avergonzarte por ello Einar, nunca. Todos tenemos miedo.

– Yo tengo miedo. – le digo, miedo a pasar por el mismo dolor insufrible. – Y he aprendido de sentimientos. – ella vuelve a reír.

– Lo sé, sabes identificarlos en otras personas no en ti mismo. – puedo imaginar como rueda los ojos, siempre lo hace cuando tenemos esta conversación. – ¿Cómo van las cosas con Arlene y Vicens?

– ¿Bien? No sé, no les presto mucha atención pero al menos no está la tensión de las primeras semanas.

– Algo es algo, puede que estén avanzado en su relación pero lo hagan despacio y para ellos, que sea personal. – asiento aunque no me vea. – Algunas veces me pregunto que haría ese periodista para la reacción de Vicens.

– Tú mantente alejada de él.

– ¿Por qué querría ese hombre entrevistarme? Por lo que sé solo quiere entrevistar a jóvenes modelos y actrices, una pintora no le interesa en lo más mínimo.

– Mantente alejada. – repito con más fuerza.

– Lo haré Einar, no tienes que preocuparte. – ríe. – Se cuidarme.

– Lo sé.

– Y ahora descansa, sino mañana no podrás dar un buen concierto a tus fanáticos.

– Te quiero Cande.

– Yo también te quiero.

Lo ha conseguido como lo consigue siempre, ella sabe lo que es tener ataques de pánico, todos en mi familia realmente. Mamá y Eda por el secuestro de hace seis años, Candela por su relación de hace siete y yo por el accidente de hace seis. Papá no sé realmente si tiene ataques de pánico, si los ha tenido jamás los he visto. Pero no puedo descartarlo, por lo que sé mi tío Brandon tiene ataques al recordar como los acribillaron a balas hace veintidós años, y papá podría también tenerlos pero ocultarlos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.