Desierto

En el vasto desierto, bajo el sol ardiente,

Donde la arena danza y el viento es valiente.

Caminando solo, sin rumbo fijo,

En este paisaje, donde el tiempo es antiguo.

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Las dunas cantan una canción secreta,

Susurran historias de tiempos completos.

Bajo el cielo inmenso, un lienzo sin final,

Se revela la belleza de un mundo ancestral.

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En el desierto, donde el silencio es profundo,

Resuena una melodía, un eco del mundo.

Entre sombras doradas, la música se eleva,

Una sinfonía eterna, que al alma cautiva.

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Las huellas en la arena, testigos del andar,

Historias enterradas, en cada grano singular.

El sol se pone, pintando el cielo de fuego,

Estrellas emergen, en este desierto juego.

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Las dunas cantan una canción eterna,

Un canto de vida, donde el tiempo gobierna.

Bajo la luna plateada, la noche suspira,

El desierto cobra vida, en su propia lira.

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En el desierto, donde el viento es un poeta,

Las dunas yacen como páginas completas.

En cada suspiro, la tierra revela,

Un cuento sin fin, que al viento sella.

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Las sombras bailan con la luz de la luna,

Una danza mística, en la noche que se cierne.

El eco de la soledad, en la vastedad se aduna,

El desierto canta, una canción que eternamente gana.

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Bajo el manto estrellado, la magia palpita,

En el silencio del desierto, la verdad se invita.

El viajero errante encuentra su hogar,

En esta sinfonía, donde el tiempo es un cantar.

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Las dunas cantan, un himno a lo perdurable,

La historia del desierto, en cada grano inmutable.

Bajo el sol naranja, la tierra resplandece,

En el desierto, la canción no perece.

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En el desierto, donde el eco es eterno,

Se escribe la canción, en cada rincón sincero.

Entre arenas doradas, la melodía se expande,

El desierto susurra, su canción demanda.

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Así concluye la canción del desierto,

En la inmensidad, donde el tiempo es un puerto.

En el corazón del arenal, la música permanece,

Una canción eterna, que el viento en su esencia enriquece.

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