Un galeón navegaba a medianoche. Las olas parecían estar tranquilas y el cielo estaba despejado, dejando así ver una hermosa luna llena. Aunque pareciera que todo estaba en total serenidad, en aquel barco se llevaba a cabo una glamurosa y escandalosa fiesta.
Los invitados bailaban y celebraban con gran devoción, pues era el cumpleaños de su tan querido príncipe. Este último se encontraba en las escaleras que daban a la cubierta observando el oleaje del mar. A su lado sentado, estaba su mejor amigo, un gato color blanco y negro, de nombre “Poe”.
El muchacho y su felino se la pasaron gran parte de aquella fiesta en las escaleras; no fue hasta que el animal se alejó que el príncipe bajó donde su fiel mayordomo y consejero.
—Su Alteza, ¿le gusta? Casi toda la noche lo vi sentado junto con Poe.
—Está bien, simplemente creo que es algo… Excéntrico. Pero agradezco el gesto, James, solo tú sabes cómo organizar fiestas como estas —le sonríe mientras chocaba su hombro con el contrario.
La fiesta continuó; el príncipe al fin se animó a disfrutar de ella. Bailaba y le sonreía a los invitados y a la servidumbre. Era la segunda fiesta que recordaría con mucho cariño.
—¡Si no es mucha molestia, necesito que presten mucha atención! —comenzó a decir James mientras se subía a una caja para quedar a la vista de todos y sostiene mejor la copa de su mano. —¡Ya que hoy es el cumpleaños número veinte de nuestro querido príncipe, me gustaría decir algunas palabras!
—Oh, James, sabes que no es necesario.
—Pero claro que es necesario —dice y se aclara la garganta antes de volver a hablar—: Hoy hace veinte años, nació el niño que me dio batalla cuando solo era un pequeño. Que ahora es un adulto con grandeza. Que a pesar de ver las cosas de distinta manera, siempre logra sacar lo mejor de cada uno de nosotros, que en los momentos de dificultad, logra encontrar una solución.
Se vuelve a aclarar la garganta, mira de reojo al príncipe y ve cómo este le sonríe enternecido. Solo puede ver como sus manos viajan a sus ojos, quitando las pequeñas gotas de lágrimas que están por salir.
—Hoy no solo celebramos su cumpleaños, alteza, también celebramos lo que está por venir. Porque cómo todos sabemos, muy pronto será rey, y sé que gobernará de la mejor forma posible, tal como sus padres lo hicieron.
—¡Por el Príncipe Adam, salud! —alzó la copa.
—¡Salud! —replicaron todos al unísono levantando sus copas. La celebración seguiría por lo menos unas horas más.
《♡》
Adam se encontraba en un borde del barco, algo alejado de los invitados. Estaba pensando en lo que anteriormente había dicho James.
《Pronto seré rey》 pensó tocando su collar. ¿Era lo que realmente quería?, ¿estaría haciendo bien? No se creía capaz de gobernar un país entero. Sabía que James estaría a su lado, pero ¿el día en que ya no esté?
—¿Estás bien, Adam?
—Ah, eres tú, James. Sí… estoy bien. Es solo que, cumplir veinte no se siente como esperaba.
—¿Hay algo de lo que quieras hablar? Puedo ver en tu rostro que tienes dudas.
—No, estoy bien. Es solo que, a pesar de que me guste mi cumpleaños, no puedo evitar pensar en mis padres —dice sin mirar a James; su mirada nunca dejó de mirar el océano.
—¿Quieres hablar sobre eso? —le coloca una mano en el hombro y lo mira con delicadeza, con ternura, como si de un pequeño niño se tratase, uno que busca el consuelo de un padre.
Adam solo niega, no quería ponerse sentimental en ese momento. Se gira sobre sus pies y, sin previo aviso, abraza a James. Este no dice nada, solo se deja llevar. Después de un par de miradas más, se aleja dejando nuevamente solo al príncipe.
Su mirada viaja nuevamente al océano, donde puede ver una sombra pasar por debajo del barco. Al tratar de verla mejor, siente como casi cae al agua.
Nota que la marea cada vez está más inquieta; las olas comenzaron a azotarse contra el Galeón. Del capitán solo se podían oír instrucciones. Sin esperar más, corre a ayudar a quien lo necesite. Rayos caían del cielo, pegando cada vez más cerca. El viento comenzó a ser despiadado.
Sin piedad alguna, choca contra el mástil, provocando que el barco comenzara a arder en llamas. La tripulación comienza a tirar los botes salvavidas por orden del capitán, que trata de manejar el timón. Cuando la mayoría ya está en ellos, se dan cuenta de que el príncipe no está.
—¡Adam! —gritó desesperado James —¿Niño, que haces?, ¡Salta ahora!
—¡Poe! —lo mira desde el barco en llamas, pero lo ignora y comienza a buscar a su gato.
Entre gritos y desesperación, logra encontrarlo escondido en un pequeño hueco de cajas. El gato, al estar aterrado, duda antes de ser tomado por su dueño y salir de aquel escondite. Al querer caminar para saltar, choca con la caja de fuegos artificiales, los cuales están a poco de explotar.
Corrió lo más rápido que pudo y saltó al mar. Logra hacer que el gato llegue a salvo al bote, pero él, al estar tanto tiempo expuesto al fuego, solo logra hundirse. Y antes de cerrar los ojos y perderse en el océano, siente su piel arder. Nadie nota como aquella caracola de su cuello comienza a soltar un brillo particular, cubriendo su cuerpo como si de una manta se tratase, curando sus quemaduras.
De la nada, alguien lo toma del brazo llevándolo a la superficie.
♡Marj.m13