Canto Para Ti

(Primer Tiempo: Antes) Eres mi conciencia

Adam Willson Parker se movió en la cama y cubrió su cabeza con uno de los almohadones que tanteó cerca de él. Se había acostado cerca de las cuatro de la madrugada y sentía que todavía le faltaban unas cuantas horas más de dulce y reparador sueño. Nuevamente había asistido a una de esas famosas cenas de gala en donde sus padres acostumbraban a inmiscuirlo. De verdad que estaba cansado de decir a Charlize, su madre, que eso no iba con él, que lo dejaran hacer tranquilo su trabajo, pero todo era en vano. Esta vez fue su padre, John Willson,  quién prácticamente lo había obligado a ir.

Para Adam el tema de la socialité no era al relevante. Lo que verdaderamente ocupaba su tiempo e interesaba, era su trabajo como Gerente Comercial en la casa disquera más famosa de Estados Unidos y una de las tres de mayor renombre a nivel mundial: WP Music Entertainment (WPM-E).

Sin embargo, para Charlize y John Willson eso pasaba a segundo plano a la hora de mostrarse frente el mundo empresarial de Miami como la familia empresarial y fructífera de todos los tiempos, ante todos, WPM-E era una firma estable y un modelo a seguir por muchas disqueras que se habían quedado en el camino. Era imperativo ocultar la crisis por la que actualmente estaban cruzando y mostrarse firmes ante la insidiosa prensa que siempre anda a la caza de la noticia…

La disquera había sido próspera por varios años, poseedora de una trayectoria ejemplar y  con renombre mundial, gracias a la dedicación y esfuerzo, razón de vida de los Willson Parker, quieres con ahínco en  sus  arraigadas costumbres europeas, lograron ser ejemplos de bonanza y éxito. Ejemplo que Adam había seguido desde que tomó las riendas de la empresa. WPM-E era norteamericana, puesto que la familia Willson había echado raíces en Estados Unidos hacía ya algunas décadas. Sus abuelos fueron inmigrantes irlandeses que llegaron a Nueva York en la década del cincuenta. Producto del trabajo se habían traslado a Miami en los años sesenta, en donde su padre, en  el verano de 1979, contrajo matrimonio con Charlize Parker, una joven adinerada que quedó maravillada con la inteligencia y astucia de este ingeniero en música, quien en esos años llegaba a Florida junto con su hermano, cargando a cuestas la idea de una insipiente e innovadora empresa de música.

La firma había crecido ostensiblemente, teniendo su mayor apogeo en la década de los ochenta con la incursión de la cinta de casete que había ganado espacio a los vinilos. Posteriormente tendría su tiempo de gloria con los discos compactos.  Sin embargo y, a pesar de lo fructífera que era, en los últimos años el negocio había experimentado algunas pérdidas a raíz de auge de la Internet y de la industria de la piratería. 

Así, dado el trabajo que tenía por delante —reflotar el negocio y  regresarlo al sitial que le correspondía—, Adam consideraba que estaba de más ir a esas reuniones que restaban tiempo a lo que realmente valía la pena. Aunque tampoco era ingenuo y entendía que otra de las razones por las cuales sus padres estaban tan interesados en que participara, era porque querían que encontrara una buena candidata para perpetuar el apellido. Sus padres odiaban que se especulara en los medios faranduleros en relación a la vida privada que llevaba Brent, primo de Adam, un playboy de Miami, en menoscabo de su hijo, a quien ni siquiera mencionaban. Y eso era porque él tenía sus raíces europeas bastante arraigadas en su personalidad, por lo que evitaba a toda costa, que temas íntimos fuesen abordados en una conversación de algún programa televisivo o en algún medio escrito.

Adam amaba sus raíces, pero la independencia y la soltería, heraldos de la idiosincrasia americana, ganaban espacio en su quehacer en desmedro de algunas vetustas costumbres europeas, como apellidos de alta estirpe, familias numerosas y novias que congraciaran con sus suegros. Eso, definitivamente, no era para él.  No obstante y, muy a pesar suyo, siempre actuaba de acuerdo a los preceptos familiares. Nunca iba en contra sus padres y siempre termina accediendo a lo que ellos decidían. Por lo general sus propias convicciones se veían disminuidas en decisiones parentales. Así las cosas, nunca había tenido el valor de presentarles una novia pues había considerado que ninguna de las que él había elegido cumplían con los requisitos que subliminalmente ellos le habían marcado. Eso se anteponía a lo que pensaba: ser libre en un país libre… quedando todo es una simple retórica mental, pues pensar algo y exponerlo, eran dos cosas que Adam Willson Parker no se permitía. Tal como había ocurrido con su truncada carrera en la armada debido al deseo —orden directa— de su padre de hacerse cargo de la disquera, postergando su vocación de servicio y reemplazando el navío y el uniforme,  por ropa formal y una oficina con empleados.

Adam, quien estaba en sus treinta y tantos, era atractivo y popular entre las empleadas de la empresa: acostumbraba a llevar una barba cuidada, del tipo a medio rasurar, acorde con su cabello castaño oscuro que usaba corto y con gel, dando la impresión siempre de venir saliendo de la ducha. Sus labios finos y de un tono rosado natural eran el marco perfecto de un hombre seductor, serio y autoritario, cuyos ojos verdes grisáceos de pestañas pobladas, eran el escenario perfecto para crear una mirada intimidante. Era un hombre de pectorales bien formados, vientre plano y trabajado. De eso se preocupaba bastante, pues jamás faltaba a sus cuatro sesiones semanales en el gimnasio.

Su tono al hablar era pausado y casi sin pestañear, incluso no gesticulaba demasiado. Generalmente lo hacía con las manos cruzadas en el escritorio y si estaba de pie, estas se entrelazaban en su espalda. Con eso demostraba ser un hombre seguro, resoluto de conflictos y por sobretodo, creíble y  de confianza, pero que no cedía espacios a alegatos o discusiones, porque siempre sus decisiones se respetaban.

Adam poseía un carácter difícil, muchas veces sus empleados lo habían catalogado como «el jefe dictador». Su palabra era suprema, simplemente su lema era: «ser siempre políticamente correcto», así eso fuera en contra de sus propias convicciones personales, de su bienestar o felicidad.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.