Ciudad de México, 2100
- Enrique, me siento mal, todo flota ante mis ojos, y tú, te disuelves.
- ¿Qué te pasa, pequeña? – preguntó Enrique.
La pregunta quedó sin respuesta, la hermana desapareció. Enrique se quedó solo en la habitación. Miró a su alrededor y el miedo se apoderó de todo su cuerpo. Enrique no sabía qué hacer a continuación. Quería pedir ayuda, llamar a una ambulancia, a los bomberos, a la policía. ¿Qué hacer? ¿Donde esta ella? Enrique se sintió impotente. Recorrió la habitación con la mirada, notando que los objetos comenzaban a desaparecer uno por uno. Enrique dejó de sentir su cuerpo. El hombre ya no sentía ni los brazos ni las piernas, no podía controlar la situación, no sentía excitación, por delante sólo quedaba una larga caída al abismo.
“El alcohol tiene la culpa de todo”, fue lo último que pensó Enrique.