Capítulo nueve;
Narra Aleksandra:↟↟
La noche estaba a punto de caer, dejando atrás al caluroso sol que nos acompañó en el día. Ya había terminado los deberes de la Universidad, además de estudiar un poco para la evaluación siguiente.
Me miré al espejo, pensando en que podría faltarle a mi atuendo: botas militar, jeans negros rotos, musculosa blanca y chaqueta negra, me encontraba maquillada en tonos oscuros que resaltaban en mi piel.
Bajo la mirada a aquel metal ,que cuelga de mi cuello desde hace años, observando cada una de las letras que forma el nombre: "Adianey"
Termino de bajar las escaleras dirigiéndome directamente hacia la puerta, lista para emprender mi camino a lo que, para otras personas, sería un suicidio.
- ¿Donde vas?- preguntó la muralla de músculos que se metió en mi camino, prohibiendo mi paso- No puedes ir al club hoy, es muy peligroso - ¿Me acaba de ordenar? Expulsé aire por la nariz, intentando controlarme.
- Primero: No te interesa donde voy - enumero levantando mis dedos- segundo: no me dirijo hacia el club- intenté rodearlo inútilmente - y tercero: no me des órdenes, no soy una niña, Aleksei.
- ¿Entonces dónde irás?- volvió a preguntar terminando con la poca paciencia que me guardaba. Entre él y la Uni me volveré loca en pocos días
- Iré a buscar a Jumilh - Contesté a secas esperando que con eso se corriera.
- Claro que no irás- ordenó
- No te estaba pidiendo permiso, solo te informaba- lo enfrenté
- Pues no me interesa, no saldrás de aquí. -
- ¡Tú no puedes darme órdenes!- alcé la voz, perdiendo completamente la paciencia. La cara de Aleksei pasó a ser una máscara de hielo, en sus ojos bailaba fuego y, podría jurar, que un manto de completa oscuridad lo cubría.
- ¡Estas yendo a un maldito suicidio, Aleksandra!- gritó acercándose más a mi.
- ¡Eso a ti no te interesa, Aleksei! - siento el, ya tan conocido, calor recorriendome de pies a cabeza y mi ojo derecho comenzar su TIC. - Aléjate- murmuré cerca de su rostro.
Ambos estábamos frente a frente, retandonos con la mirada. Verde y negro en una batalla silenciosa, llenos de ira e impotencia y a la espera del mínimo descuido para lanzar el golpe definitivo.
La mirada de Aleksei baja hasta mis manos y vuelve a subir, diferente. Ahora su rostro estaba lleno de preocupación.
- Te lastimas, princesita - murmuró tomando mis manos y ejerciendo presión para abrirlas, logrando que note la sangre en ellas provocadas por las llaves que tenía en ambas. - Yo te puedo acompañar- mi cuerpo se relajó y aquel pequeño TIC desapareció por completo. Él logró calamar a la bestia, sorprendente.
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- No puedes, al que buscan es a ti. Sería ridículo llevarte a tu muerte directa. - recordé.
El asintió lentamente, soltó mis manos y se corrió de mi camino.
- Esta bien, confiar en ti es lo único que me queda - Aceptó rindiéndose.
Salí de la casa y caminé lo más rápido posible hasta el auto, que me prestó Jack hoy.
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Grandes ventanales, grandes puertas, exuberante casa y llamativos colores. Así era la "casa" de Jumihl, jamás podría pasar desapercibida y , mucho menos, con las montañas de músculos cargados de armas que cuidan las puertas y pasean por el patio delantero.
- Ya sal, idiota - alcé la voz llamando la atención de los guardias.
Veo a Aleksei salir de entre los arbustos, completamente lleno de tierra.
- Lo siento, Alek. No podía dejar que vengas sola. - murmuró mirando de reojo a los guardias, los cuales mantenían la mirada en nosotros.
- ¿Te das cuenta que acabas de meterte a la boca del lobo? Jumihl te busca para matarte - le recordé intentando que se asuste y se vuelva. Su cara de indiferencia demostró mi fallo.
- No me iré sin ti - Avisó seguro. Asentí, cansada de discusiones con él, y me acerqué a los guardias.
- Quiero ver a Jumihl- avisé esperando que abran las puertas para mi.
Ambos imbesiles comenzaron a reír, burlándose de mi y agotando mi paciencia.
- Preciosa - escucho el gruñido de Alek detrás de mi - ¿Por qué mejor no vuelves a tu casa?
- Si, seguro la cocina te espera - se burló el segundo, ganando la risa del primero en hablar. El pequeño TIC en mi ojo comenzó, señal de que no aguantaría una broma más de estos tipos.
- Déjenme pasar, necesito ver a Jumihl- volví a pedir, esta vez más brusca.
- ¿Que sucede? ¿Tú pequeño cerebro de mujer no entiende? Se nota que no fueron hechas para pensar - Rodó los ojos divertido. Alek, a mi costado, se tensó en cuanto una risa seca brotó de mi garganta.
- Escúchame bien, pedazo de mierda machista - me acerqué más a él. Por su mirada pasó un destello de miedo por un segundo. Yo lo intimidaba. - Dejame ver a Jumihl antes de que deje tu fea cara llena de sangre.
- ¿Tú? ¿Una mujer? Te romperas las uñas, bombón- se rió y chocó puños con su compañero. Antes de que él pueda reaccionar, mi puño ya se había encontrado con su fea nariz. El crujido de sus huesos fue un canto de ángeles para mis oidos.
- ¡¿Qué demonios te sucede?!- me gritó el segundo mientras sostenía a su compañero, el cual seguía quejándose.
Estaba a punto de acercarme a él cuando una potente, y conocida, voz me interrumpe.
- ¡¿Qué sucede aquí?!- gritó Absalon, trotando hacia nosotros. Me miró sorprendido y se detuvo frente a los dos idiotas
- Esta zorra intenta entrar a ver al jefe - murmuró con voz gangosa mientras se sostenía la nariz. Me llené de satisfacción al ver su rostro lleno de sangre.
Aleksei intentó acercarse en cuanto lo escuchó, puse la mano en su pecho evitando que siga.
- ¿Sabes quién es esa "zorra"?- preguntó divertido Absalon. Ambos negaron, confundidos - Ella, es la única mujer que puede entrar al cuartel sin invitación previa. Le acabas de faltar el respeto a tu jefa, ¡Imbesil!- terminó de explicar, cerrando con un golpe directo al estómago.
Editado: 27.05.2020