Caos Salvaje

Capítulo 05

ZHANNA

Vi como tres de las camionetas desaparecieron en la carretera. No volví a salir después de mi encuentro con el Boss. Optando por permanecer lejos de la presencia de ese hombre. El libro que antes me trajo Adeline reposaba encima de la mesita de noche. Odiaba leer. Odiaba todo lo que tuviera que ver con la mafia rusa, en la situación en la que yacía con ellos.

Nada de lo que sucedió en la tarde me convencía. ¿Trabajar para ellos? ¿Qué se supone que ocurriera el día en que todo se termine y el Boss tenga que dejarme marchar?

¿Matarme para que no informe nada sobre él y sus hombres?

Los disparos se escucharon por todo el lugar. Afuera permanecía en calma, suponía que los disparos eran para practicar.

Perdí la cuenta de cuantas vueltas di en la cama. Sospechaba que era de madrugada. No podía dormir. Escuché a los hombres del Boss decir que él mismo asesinó a Fyodor. Al menos una de mis pesadillas murió.

Mi estómago rugió. Me aparté de la ventana, dirigiéndome hacia la puerta con pasos sigilosos.

La señora Milla se portó bien conmigo cuando le pedí algo de comer. Me dió su permiso de ir a la cocina a cualquier hora. Me di cuenta que la mansión permanecía vigilada tanto por los hombres del Boss y cámaras de seguridad. Sabía que ellos seguían mis pasos. ¿Qué iba hacer? Tratar de huir para que me asesinaran en el proceso.

Necesitaba recuperar lo que poseía mi padre y al ser su única pariente viva todo me pertenecía.

Con las minas de diamantes de mi padre podía pagar el dinero y recibir más que eso. El Boss no necesitaba el dinero, su orgullo fue herido al ser robado por Demyan.

Sonreí cuando la puerta cedió, para mi suerte la dejaron abierta. Los pasillos permanecían oscuros. Aunque memorice el camino hacia la cocina.

Bajé despacio la escalera, lo que menos quería era caer por ellas y romperme el cuello. Respire profundo al llegar al pasillo que lleva hacia la cocina, la luz estaba encendida. Quizás alguien la dejó encendida a propósito. No es como que al Boss le preocupara la factura de la energía eléctrica.

Al entrar visualicé el refrigerador y me dirigí hacia ahí. Esperando que hubiese algunas sobras de lo que antes comí.

Al abrir la puerta del refrigerador, una ligera corriente de aire frío me golpeó el rostro. Busqué cautela en el interior.

—Genial —murmuré al visualizar en el contenedor de plástico comida de la que ya comí. La destapé sin saber dónde estaba el microondas. La comida fría no sería apetitosa.

Me senté y revolví la comida, sin duda fue un pésimo intento. Ahora no me apetecía ingerir nada.

Suspiré y empujé el envase hacia adelante. Apoyé los codos sobre la mesa. El hambre seguía ahí, la sensación de soledad se instaló en mi pecho. ¿Por qué todo tuvo que terminar así para mí?

Miré la comida por un momento, por más que la mirase no se volvería más apetecible.

—¿Planeas examinar la comida por el resto de la noche o vas a comerla? —preguntó una voz detrás de mí. Aleksander, no tenía que mirar hacia atrás para saber que era él, casi respirando en mi nuca. Sin duda, me arrepiento de no quedarme en la habitación.

Se detuvo delante de mí, levanté la mirada para encontrarme con esos ojos fríos y calculadores clavados en mí.

Volví a bajar la mirada, él me daba miedo. Apreté las manos para que no la notara temblar. Pretendiendo no darle la satisfacción de verme como a una presa en frente del cazador.

Él chasqueó la lengua. Molesto, agarró el envase y lo deslizó hacia mí con fuerza, haciendo que la comida casi se derramara en la mesa.

—No me gusta que se desperdicie la comida, Zhanna y tampoco me gusta la gente inútil. Así que come.

—No tengo hambre— murmuré despacio, tratando de no molestarlo.

Aleksander extendió su mano hacia mí y tomó mi barbilla con fuerza.

—No tienes hambre— repitió, una sonrisa se amplió en su rostro, era cruel—. Que lástima. Porque aquí, no comes cuando quieres. Comes cuando se te ordena.

Se recostó en la silla. No hizo ningún movimiento para obligarme a ingerir la comida.

—Tienes suerte que hoy no estoy de humor, Zhanna— dijo y se levantó para dirigirse hacia el refrigerador—. Pero tienes que comer si quieres salir con vida al enfrentarte con Demyan. Ya no eres una prisionera en este lugar, no tienes por qué temer. Los hombres del Boss no harán nada para dañarte a menos que te lo busque de ahora en adelante. Se lo que estás pensado y no se te puede dejar marchar, no hasta ver a Demyan muerto en los pies de Dimak. Espero que eso te haya regresado el apetito.

Aleksander como el mismo Boss no tenían que levantar la voz para imponer respeto. Su presencia bastaba para que cualquier persona se tensara a su lado.

Cada vez que lo veía. Vestía impecable, incluso ahora en la madrugada. Sus prendas parecieron diseñadas por un diseñador exclusivo para él.

Por lo que me informó, Adeline. Aleksander era uno de los hombres del Boss que no mataba por placer, pero nadie quería caer en sus manos.

Dejó la taza en la encimera, se detuvo antes de desaparecer por el pasillo.

—Mañana salimos temprano— dijo, sin molestarse en dar más detalles.

Mordí mis labios por los nervios, ahora formaba parte de la mafia rusa. No tenía conocimiento en cómo defenderme, apenas podía manejar un arma.

Lo vi desaparecer por el pasillo, dejándome sola con mis pensamientos.

Resoplé y empujé la silla hacia atrás, miré el envase con fastidio hasta que lo tome y tiré lo que contenía a la basura. Nadie se comería lo de dentro.

Me limpié las manos con el pantalón, apagué las luces y me dirigí hacia el pasillo. Escuchando el sonido de mis pasos.

Pequeñas gotas de sangre se esparcieron por el piso. Mi estómago se tensó. Seguí el rastro de la sangre hasta que me llevaron a una puerta marrón. Adentro escuché como alguien maldecía.

Toqué el pómulo de la puerta. ¿Acaso pensaba ayudar a la persona que yacía ahí adentro? Quizás podría ser una trampa. La puerta cedió, así que entré al lugar. La luz de la luna lo iluminaba. En el fondo un despacho amplio de color marrón permanecía ocupado por el Boss. Varias estanterías llenas de libros, dudaba que alguien de aquí se tomara aunque sea una hora para leer.




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