Caperucita Roja. 1

Capitulo 8

CAPERUCITA ROJA

MICHIBLACK

CAPÍTULO 8 Una manada de lobos parte 2

(Para tener mejor experiencía en la lectura,escucha la canción Lilith de Hasley ft Suga)

Desde pequeña mis padres me enseñaron que el ser amable y virtuosa mantendrá a mi esposo orgulloso y que sin importar la vida que me dé,tendrá algo de qué enorgullecerse al decir que su esposa es humilde y servicial.A mi nunca me gusto como me estaban educando.

Mi madre tenía la creencia de que una esposa debe hacer caso a lo que diga el hombre.

Yo siempre me revelaba ante ellos,no quería que lograran su objetivo.Quizás por eso hice aquello de lo que ahora a veces me remueve la conciencia.

Pero no me arrepiento.

-¿Sabes cargar un arma?-me preguntó Eric agitado después de matar a la mitad de los perros falderos de aquel hombre,

-Lo aprendí en el jardín de infantes-respondí burlona y sonrío-¿ahora para donde corremos?,si vamos por allá nos van a encontrar,y si vamos para allá -señalé el lado izquierdo-nos van a emboscar.

Nunca en mi vida pensé en estar involucrada en un escape con Eric y Mark,pero henos aquí,juntos,tratando de salir con vida de un lugar del que no tenemos ni jodida idea de como entramos.

-Carajo-lo oí mascullar-bueno,¿eres suicida?-negué sin prestarle mucha atención-pues hoy lo seras.

Me tensé.¿Qué rayos dijo?

-¿Qué dijiste?-pregunté consternada-si te quieres lanzar tu solo al matadero ve y hazlo.Pero yo ni loca voy.

-Oh vamos primor es divertido correr en una cuerda floja-dijo de repente Mark de cuclillas en el suelo viendo nuestra pequeña discusión-es adrenalina pura saber que en cualquier momento nos alcanzará una bala o caeremos de un barranco.

Rodé los ojos-¡No!,además ¿tú qué opinas?,por tu culpa estamos aquí metidos.

-Fue un accidente.

-¡No pues que accidente!-dije con sarcasmo-¿sabes de que me dan ganas?,de meterte una bala entre ceja y ceja para que se te acomoden las putas ideas,cabrón.

De verdad quisiera hacerlo,pero ponerme a Eric de enemigo por culpa de un idiota decerebrado seria el colmo.Juro que en estos momentos estoy escuchando ese jodido tono burlon tan caracteristico del señor Nathan,ese hombre es al que tambien me gustaria darle un tiro.

Bueno,no es momento de pensar en cosas innecesarias,ya tendré tiempo para arreglar cuentas con ese imbécil.

-¿No creen que fue demasiado fácil salir de esa mansión?-pregunté más calmada recargando mi cuerpo en un árbol-tengo la sensación de que estamos siendo vigilados-mencione mirando discretamente hacia los lados.

-Yo también pienso eso-respondió-

Eric frunció el ceño, su mirada oscura recorriendo el entorno mientras su mano descansaba cerca de su arma, como si anticipara un peligro inminente. El silencio del bosque era demasiado perfecto, casi asfixiante, como si los árboles mismos guardaran secretos que no estaban dispuestos a revelar.

—No me gusta esto —murmuró él, sin apartar los ojos del camino que habíamos dejado atrás—. Si nos están siguiendo, estamos jodidos.

—Claro que nos están siguiendo —dije en voz baja,—. Siempre lo están. Ellos juegan con nosotros como si fuéramos piezas en un tablero de ajedrez.

Mark se levantó de un salto, con una energía inquietante en sus movimientos. Sus ojos brillaban con una especie de locura, o tal vez solo era la desesperación disfrazada de valentía.

—¿Qué dices, primor? —preguntó con una sonrisa torcida—. ¿Te sientes poderosa ahora que sabes que estamos en su radar? Porque te diré algo: a veces el miedo es lo único que te mantiene viva. La adrenalina corre por tus venas como veneno, y es mejor que te acostumbres a su sabor.

Lo miré con desdén, intentando ignorar el nudo en mi estómago que parecía apretarse más con cada palabra que salía de su boca. Había una parte de mí que disfrutaba de esta sensación, el peligro que acechaba en cada sombra, la posibilidad de no salir de aquí con vida. Pero otra parte, la que había sido educada para ser obediente y sumisa, se aferraba a la idea de sobrevivir, de salir de esta locura y dejar atrás a estos hombres que no hacían más que arrastrarme al abismo.

—¿Qué sugieres entonces? —le espeté, cruzando los brazos—. ¿Nos quedamos aquí a esperar a que nos cacen, o seguimos corriendo hasta que nuestras piernas no puedan más?

—Sugiero que dejemos de actuar como si tuviéramos el control —dijo Mark, inclinándose hacia mí, su voz un susurro en mi oído—. Porque no lo tenemos. Pero lo que sí podemos hacer es abrazar el caos, dejar que nos consuma, y cuando ellos menos lo esperen... les mostraremos lo que es el verdadero infierno.

Sentí un escalofrío recorrer mi columna vertebral. Había algo en sus palabras que resonaba en lo más profundo de mí, algo oscuro y primitivo que luchaba por salir a la superficie. La mujer que había sido criada para obedecer, para complacer, se desvanecía poco a poco, dejando espacio para alguien más, alguien que no temía enfrentar a los demonios que nos rodeaban.

—Entonces, ¿qué hacemos? —pregunté,con tono firme e ignorando el tono burlón de Mark .

Eric asintió, comprendiendo el cambio en mí, y en ese momento supe que él también lo había sentido.

—Nos preparamos —dijo, sacando una daga de su cinturón y entregándomela—. Esto es solo el comienzo. Si quieren jugar con fuego, les mostraremos cómo se quema.

Tomé la daga, su peso frío y metálico en mi mano me recordó que no había vuelta atrás. El miedo seguía allí, latiendo bajo la superficie, pero ahora estaba mezclado con algo más: una furia imparable, una fuerza que no sabía que tenía.

—Que empiece el juego —susurré, y con esas palabras, supe que había dejado de ser la niña que una vez fui. Ahora, era algo más. Algo más peligroso

El peso de la daga en mi mano era familiar, pero la sensación que provocaba en mi interior era otra historia. Cada vez que empuñaba un arma, recordaba quién era realmente: no la niña obediente que mis padres intentaron crear, sino algo mucho más oscuro, algo que nadie debía conocer.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.