Caprichos del destino

CAPÍTULO 17. ENTRE CORONAS Y DECISIONES

CAPÍTULO 17. ENTRE CORONAS Y DECISIONES

Londres

El aire del hospital era frío, pero no tanto como el peso que sentía Ethan en el pecho. La noche anterior, una subida de potasio había forzado la diálisis urgente. Ahora estaba conectado a la máquina, sintiendo cómo la sangre fluía fuera y dentro de su cuerpo, recordándole que el tiempo no estaba de su lado.

En la habitación entró su madre con paso firme, el semblante duro, como si llevara siglos enfrentando batallas similares.

—¿Esto es lo que querías evitar? —dijo sin rodeos, sentándose a su lado.

Ethan desvió la mirada hacia la ventana, donde la lluvia lavaba las calles de Londres.
—No puedo evitarlo —murmuró—. Pero esto también es parte del trato. Si voy a estar en esa reunión mañana, tengo que estar vivo para enfrentarla.

Ella lo observó, la tensión palpable entre ellas.
—Sabes que tu condición cambia las reglas del juego. No es solo tu vida la que está en juego, es la corona, la familia… el país.

—Y ese es precisamente el problema —replicó él con voz quebrada—. ¿Cómo puedo gobernar cuando a cada instante tengo que preocuparme por mi cuerpo? No hay trasplante. No hay soluciones mágicas. Solo esto: diálisis, hospitalizaciones, incertidumbre.

—Eres más fuerte de lo que crees. Y la corona no es solo un símbolo, es un deber. Lo que decidas afectará a millones.

Ethan cerró los ojos, dejando que la máquina marcara el ritmo de su vida. Sabía que al día siguiente debería enfrentar a toda la Casa Real, pero en su corazón solo había un deseo: volver a Barcelona, a Summer, aunque fuera para decirle la verdad completa.

Barcelona

Summer apretó el móvil contra su pecho, mirando el mensaje sin respuesta por décima vez. No había señales de Ethan. Ningún “te extraño”, ni siquiera un emoji. Apenas un “Te escribo más tarde” que cada vez parecía más lejano.

Las dudas empezaban a calar.
¿Y si para él solo fue un paréntesis?
¿Y si la intensidad del fin de semana no significó nada frente a la corona y sus obligaciones?

Tyron se acercó con una sonrisa fácil, como un refugio sencillo y previsible.
—¿Quieres venir a dar una vuelta? Sin dramas, sin rollos —propuso, y aunque ella quiso decir que no, algo dentro le dijo que quizás era hora de bajarse de la montaña rusa emocional.

En el instituto, sus amigos notaban su cambio. Summer ya no era solo la chica que esperaba mensajes, sino alguien que empezaba a decidir por sí misma. Fue en clase cuando vio a Megan acercarse, con una mirada de triunfo y cierta malicia contenida.

—¿Sigues esperando a tu británico? —preguntó Megan en voz baja, con una sonrisa torcida—. Porque, ya sabes, hay chicos aquí que no desaparecen sin avisar.

Summer apretó los labios, sintiendo la punzada de celos y también un alivio inesperado. Megan no estaba tan equivocada. Tal vez era hora de mirar adelante, de no esperar lo que quizás no iba a volver.

Pero mientras todo eso rondaba en su cabeza, su corazón seguía anclado en Londres, en un hospital, donde Ethan luchaba con una máquina que le mantenía con vida, y con un destino que él aún no había decidido aceptar.

Londres

La sala de reuniones de la Casa Real estaba llena de retratos de antepasados, cada uno con la mirada fija en el presente como jueces silenciosos. Ethan se sentó en el centro, flanqueado por su madre y varios consejeros, mientras la tensión se palpaba en el aire.

—Ethan —comenzó su madre, con voz grave—, sabemos de tu enfermedad y de lo que significa para ti. La diálisis, las hospitalizaciones… Pero también sabemos de tu fortaleza.

Él asintió, consciente de cada palabra, pero también del reloj biológico que marcaba su cuerpo.

—Mi salud es frágil —dijo, mirando a cada uno—. No hay trasplante. Esto no es solo una cuestión de protocolo o deber. Es mi vida. Y eso cambia todo.

Un consejero mayor intervino, con voz medida:

—Entendemos la gravedad, pero la Corona necesita estabilidad. ¿Estás preparado para cumplir con ese deber?

Ethan tomó aire, reuniendo cada fragmento de coraje:

—No estoy seguro de querer reinar un país que puede acabar conmigo antes de que pueda hacerlo por él. Pero sí sé que no puedo seguir huyendo de lo que soy. La corona, mi enfermedad, Summer… todo forma parte de esta historia.

Su madre le miró con una mezcla de orgullo y tristeza:

—Entonces, la pregunta es: ¿qué quieres tú?

Ethan cerró los ojos un momento y luego levantó la mirada, firme.

—Quiero decidirlo yo. No la corona ni nadie más.

Barcelona

Summer estaba sentada en la terraza de un café, el móvil sobre la mesa, sin mirar la pantalla. Había decidido dejar de esperar el mensaje de Ethan. Lo había hecho más veces, pero ahora era distinto: sabía que merecía algo más que dudas y silencios.

Tyron, con su sonrisa sencilla, apareció junto a ella.

—¿Vamos? —preguntó—. No hay príncipes azules en esta ciudad, pero sí gente real que puede hacerte reír.



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En el texto hay: pasion, amor, teenlove

Editado: 10.08.2025

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